INTERNACIONAL
cumbre en su resort en florida

Duelo de titanes: Trump recibió a Xi con la ‘sorpresa’ sobre Siria

Los misiles lanzados se alistaron mientras el magnate cenaba junto a su par chino. Disputa comercial y Norcorea, ejes de un vínculo conflictivo.

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Mano a mano. Los presidentes de Estados Unidos y China se vieron cara a cara por primera vez. | AFP
Los misiles lanzados anteayer por los Estados Unidos contra Siria terminaron de alistarse mientras Donald Trump cenaba con el presidente de China, Xi Jinping, en su resort de Mar-a-Lago, en Palm Beach, Florida. El ataque estadounidense contra el régimen de Bashar al-Assad puso en una situación incómoda al mandatario chino, quien se había preparado para una cumbre cuidadosamente ensayada pero se encontró con el factor sorpresa tan característico del magnate.

El primer encuentro cara a cara entre los líderes de ambas superpotencias quedó marcado por el giro de Trump ante el conflicto sirio, pese a que en la agenda figuraban otros temas espinosos de primer orden, como los desacuerdos comerciales entre los dos países, la nuclearización de Corea del Norte, la relación con Taiwán y la disputa de soberanía en el Mar del Sur de China. En la previa, este “duelo de titanes” se había anunciado como una instancia crucial en la relación bilateral entre Washington y Beijing, tras varios meses de escalada verbal entre ambos gobiernos.

El ataque contra Siria obligó a Xi a elegir entre tolerar el tipo de acción militar unilateral al que China siempre se opuso o criticar a su anfitrión. A través de su Cancillería, el gobierno chino se limitó ayer a pedir que “todas las partes implicadas” en el conflicto sirio “mantengan la calma” y abogó por “una resolución política” de la crisis en Siria. Beijing no aclaró si Trump informó oportunamente a Xi sobre el lanzamiento de misiles que estaba por ejecutar.

Tras la reunión en Mar-a-Lago, el presidente estadounidense dijo a la prensa que la cumbre dejó “tremendos progresos” en la bilateral y aseguró que “muchos problemas potencialmente malos van a desaparecer”, aunque no especificó a qué se refería. La Casa Blanca anunció, además, que Trump aceptó la invitación de Xi para visitar China en 2017.
El giro estadounidense frente a Siria admite múltiples lecturas. Una de ellas atañe a China. Una semana antes de su encuentro con Xi, Trump había dicho en una entrevista que está listo para emprender acciones unilaterales contra Corea del Norte si Beijing no ayuda a poner un freno al despliegue nuclear de Pyongyang. Casi nadie cree que Trump esté realmente dispuesto a lanzar un ataque militar directo contra el régimen de Kim Jong-un. Del mismo modo que casi nadie creía que pudiera atreverse a hacerlo contra Al-Assad.

Así las cosas, la “cuestión norcoreana” es hoy uno de los ejes centrales del conflictivo vínculo entre los Estados Unidos y China. En Washington, tanto demócratas como republicanos ven con creciente preocupación las últimas pruebas misilísticas realizadas por Kim Jong-un. Por su lado, el gobierno chino busca un equilibrio entre la estabilidad en la Península de Corea y su histórico apoyo tácito a Pyongyang para evitar que caiga la dictadura norcoreana, lo que podría llevar a una reunificación con el Sur bajo la égida de EE.UU.

“El problema es que el enfoque de Trump sobre las relaciones internacionales no parece guiarse por métodos o prioridades –señaló a PERFIL la historiadora estadounidense Pamela Kyle Crossley, investigadora del Dartmouth College y experta en China contemporánea–. Hay quienes temen que esta incapacidad para tomar decisiones estratégicas racionales conduzca a algún tipo de choque militar con China. La amenaza estará latente si Trump intenta sumar puntos a nivel interno a partir de acciones militares en el extranjero. Sin embargo, frente a la cuestión norcoreana, él entendió que necesita a China de su lado”.

Es factible que tanto Trump como Xi comprendan que se necesitan mutuamente; la pregunta es hasta qué punto están dispuestos a cooperar. “La relación podría cambiar para mejor si ambas partes hicieran concesiones –dijo el analista político estadounidense Richard Bernstein, autor del libro The Coming Conflict with China–. Washington podría retirar sus misiles de Corea del Sur a cambio de un compromiso chino contra el programa militar de Corea del Norte. Beijing podría desmilitarizar sus islas artificiales en el Mar del Sur de China a cambio de un alto estadounidense a los vuelos de vigilancia cerca de sus fronteras. Todo es teóricamente posible, pero también es muy improbable porque ninguno de los dos está listo para presentar las concesiones requeridas a sus audiencias nacionales”.

Las desavenencias comerciales son otro punto clave. “Estados Unidos ve su déficit comercial con China como un gran problema y pretende que los chinos abran sus mercados, pero Beijing está conforme con el statu quo y lo que quiere es estabilidad en la relación –explicó a este diario el economista David Dollar, ex emisario del Tesoro de los Estados Unidos en China durante la gestión Obama–. Trump amenazó con aranceles de hasta 45% a los productos chinos. Eso sería un primer paso hacia una guerra comercial fatal para toda la economía global”.

Según Dollar, en este marco “es difícil imaginar que una cumbre de 48 horas resuelva conflictos de varios años, por lo que un resultado positivo no sería un big deal sino una muestra de respeto mutuo”. La “sorpresa” sobre Siria que recibió Xi no pareció ser exactamente eso.