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asume este martes

Economía, inseguridad y reforma previsional, los retos de Bolsonaro

El presidente electo de Brasil enfrentará duros desafíos cuando se instale en el Palacio del Planalto. Impulsará un ajuste fiscal y subirá la edad para jubilarse.

20181202_1373_internacionales_CP36 Agencia Ap
Furor. El líder de ultraderecha tiene un 75% de popularidad y aún no sufrió el desgaste de la función pública. Tendrá que mediar entre los militares, los evangélicos y los neoliberales comandados por Guedes. | ap

Allá a lo lejos hace tiempo, Jair Bolsonaro derrotó al Partido de los Trabajadores (PT), que no contó con su candidato estrella, Luiz Inácio Lula da Silva. Más lejano aún, el presidente electo se sobrepuso a la marea popular que gritó “Ele Não” en las calles de Brasil y se recuperó de la puñalada que sufrió en plena campaña. Cuando asuma este martes la presidencia, tendrá que asumir la difícil tarea de gobernar un gigante con pies de barro. Enfrentará múltiples retos, entre ellos la consolidación económica, la reforma previsional, la lucha contra la inseguridad, y nuevas fases del Lava Jato.
“El desafío más importante de Bolsonaro será gobernar”, aseguró a PERFIL Oliver Stuenkel, profesor de Relaciones Internacionales de la Fundación Getulio Vargas. Si bien el Partido Social Liberal (PSL) será la segunda bancada en la Cámara de Diputados, con 51 de 513 escaños, necesitará tejer alianzas con otros bloques para aprobar leyes. Folha de S. Paulo advirtió incluso que el oficialismo podría quedar fuera de la dirección de la Cámara, donde Rodrigo Maia retendría la presidencia.

Economía. Además de organizar a sus alfiles en el Congreso, Bolsonaro tendrá que mediar entre los grupos que lo llevaron al poder: por un lado, los militares nacionalistas, que tienen una mirada estatista y desarrollista, y por el otro, los neoliberales, que pretenden abrir la economía. Brasil está saliendo de una aguda recesión, que contrajo el Producto Bruto Interno (PBI) en 2015 y 2016. En 2017, en tanto, creció 1%, mientras que el desempleo bajó al 11,6%. Su principal reto será continuar con esa tendencia. Para eso, designó al liberal Paulo Guedes como superministro de Economía, que pretende privatizar empresas estatales e impulsar reformas fiscales. “El primer gran desafío es el ajuste fiscal. Hasta ahora, el nuevo gobierno no indicó concretamente cómo lo hará, si es que lo consigue hacer”, afirmó a este diario José Alvaro Moisés, profesor de Ciencia Política de la Universidad de San Pablo.

Reforma previsional. Profundamente impopular y ligada al déficit fiscal, la reforma del sistema de jubilaciones es el proyecto que definirá el futuro o fracaso de su gestión. En Brasil, los hombres se jubilan, en promedio, a los 56 años y las mujeres a los 53. “Es un tema crucial para su gobierno. Si no la puede aprobar, la situación económica de Brasil empeorará bastante. El mercado, que fue su aliado durante la campaña, perderá confianza y habrá problemas en la Bolsa de Valores y con los inversores. Además, complicará la sustentabilidad fiscal de Brasil”, explicó Stuenkel. El presidente electo adelantó que planea dividir el proyecto en varias partes, dejando para el final la discusión sobre la situación previsional de los militares.
Inseguridad. El ex capitán del Ejército prometió mano dura en el combate al crimen organizado, en un país donde en 2017 hubo 63.880 homicidios. Bolsonaro propuso liberalizar la posesión de armas de fuego y otorgar a los policías inmunidad “en el ejercicio de su actividad profesional”. Según su proyecto, presentado en la Cámara de Diputados en noviembre de 2017, si un agente comete un crimen durante una operación policial, no será punido ya que estaría en ejercicio de su actividad. Cuando asuma la presidencia, habrá culminado la intervención militar en Río de Janeiro, que dejó entre marzo y diciembre un 6% menos de homicidios que en el año anterior, pero un 38% más de personas abatidas por los uniformados. El número total de muertes violentas en esos nueve meses fue 4.871, un 2% más que en el mismo lapso del año pasado.

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Corrupción. El Lava Jato dejó una profunda herida en la sociedad brasileña. Bolsonaro designó al ex juez Sérgio Moro, que condenó a Lula, en el Ministerio de Justicia, en un guiño a su electorado. Sin embargo, antes de llegar al Palacio del Planalto el líder ultraderechista ya sufre en carne propia los primeros escándalos de corrupción. Su amigo, el policía retirado Fabrício Queiroz, empleado por su hijo Flávio en la Asamblea Legislativa de Río de Janeiro, es investigado por movimientos “atípicos” en su cuenta bancaria. Los próximos cuatro años pondrán a prueba la credibilidad del presidente como “cruzado anticorrupción”, un traje que supo vestir durante la campaña.