INTERNACIONAL
QUEDAN 358 CRÍMENES IMPUNES

El adiós de ETA deja a las víctimas sin justicia ni reparación

Los mediadores internacionales saludaron la disolución final de la organización y abogaron por la reconciliación. Pelea por el relato.

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Escenario. En Cambo, Francia, los mediadores se congratularon por la disolución de la última organización armada de Europa. | AFP

La paz no es completa sin justicia ni perdón. Ese fue ayer el mensaje casi unánime de las organizaciones de víctimas de ETA, de los principales partidos políticos y medios de comunicación de España. La Declaración de Arnaga, el encuentro internacional que certificó ayer el fin de la organización terrorista y llamó a la “reconciliación”, no fue suficiente para los familiares de los 854 muertos y los miles de sobrevivientes, que reclamaron que la Justicia resuelva los 358 crímenes que aún están impunes.

La campaña, titulada “ETA quiere poner el contador a cero”, cosechó más de 73 mil adhesiones en el sitio de Change.org. El manifiesto de repudio sostuvo que la organización terrorista vasca no cumplió los requisitos necesarios para un fin con justicia y reparación. Los promotores y firmantes fueron, entre otros, el filósofo Fernando Savater; la eurodiputada Maite Pagazaurtundúa –hermana de Joseba, asesinado en 2003 por la banda armada–; y los escritores Fernando Aramburu, autor de la aclamada novela Patria, y Juan José Millás. “Lo de poner el contador a cero es literal. Es querer desprenderse del peso de los muertos, negarse a asumir la responsabilidad de haberlos provocado. Hay una parte que es judicial, de la que deben responder individualmente quienes han cometido crímenes”, aseveró Pagazaurtundúa.

Pero las víctimas también hablan de ganar la “batalla política”. Creen que ETA y sus herederos quieren imponer un “relato”, exculpándose de sus crímenes o, incluso, cargando responsabilidades al gobierno, las fuerzas de seguridad y las propias víctimas. “Que ETA se disuelva no anula el derecho de sus víctimas a reclamar verdad, justicia y reparación”, declaró Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional en España.  

Ese relato se puso en juego ayer en Cambo, Francia, donde un grupo de mediadores internacionales saludaron la disolución final de ETA, al tiempo que sostuvieron que el conflicto aún precisa de una “solución global justa y duradera”. “Familias y comunidades permanecen divididas. Debe haber más esfuerzos para reconocer y asistir a todas las víctimas. Esto requerirá que todas las partes sean honestas sobre el pasado y hará falta un espíritu de generosidad para curar las heridas y reconstruir una comunidad compartida”, rezó el manifiesto. Entre las personalidades que suscribieron la declaración figuraron el ex líder del Sinn Féin, Gerry Adams; el ex director del Fondo Monetario Internacional (FMI), Michel Camdessus; Jonathan Powell, ex asesor de Tony Blair; Cuauhtémoc Cárdenas, hijo del ex presidente Lázaro Cárdenas y fundador del Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Otro aspecto que los mediadores resaltaron apuntó a la situación de los casi 300 miembros de ETA presos en España y Francia. Sus familiares, al igual que los mediadores internacionales, quieren que sean trasladados a prisiones cercanas a sus lugares de residencia, pero los gobiernos de Mariano Rajoy y de Emmanuel Macron aún no aceptaron esa demanda. “No hubo ni habrá impunidad”, dijo el mandatario español.

El presidente vasco, Iñigo Urkullu, se expresó a favor de un nuevo régimen penitenciario, aunque también criticó el mensaje final de la organización armada. “ETA no ha sido capaz de expresar una palabra de rectificación dirigida a todas las víctimas”, lamentó, al aludir al “perdón” parcial que ensayó ETA, dirigido solo a las víctimas que “no tenían una participación directa en el conflicto”.

En sus casi setenta años, ETA asesinó a 501 miembros de las fuerzas de seguridad –guardias civiles, policías y militares–, 321 civiles y 32 políticos. Además, dejó en sus atentados 6.389 heridos y extorsionó alrededor de 10 mil personas para financiar sus actividades.

Justicia para todos. Amnistía Internacional también instó a “garantizar el acceso a verdad, justicia y reparación” para “las víctimas de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL)” –fuerzas parapoliciales que operaron durante el gobierno de Felipe González– y del Batallón Vasco Español.

En algunos pueblos del País Vasco, como el de Oyarzun, aparecieron el jueves pintadas de agradecimiento a la extinta organización. “Gracias ETA”; “Gracias ETA y hasta la victoria”, rezaban los grafitis.

El resto de la sociedad, en tanto, reaccionó a la disolución final con una mezcla de indiferencia y rechazo. “Este día lo había soñado, imaginado, inventado muchas veces a lo largo de los años. Es un momento agridulce”, escribió en El País la periodista Aurora Intxausti. Ella, su marido y su hijo sobrevivieron en 2000 a una bomba colocada en la puerta de su casa. “Hoy por fin se disuelven. Por la tarde iré a nadar”, consideró, por su parte, Aramburu.

La paz y la concordia no se consiguen con un puñado de comunicados y el oficio de mediadores. Aún faltan memoria, verdad y justicia.