El ataque que sufrió Jair Bolsonaro durante un acto en Juiz de Fora, Mina Gerais, en la tarde de este jueves, no es un hecho aislado. La violencia ya se había instalado mucho antes en la campaña para las elecciones presidenciales de Brasil el 7 de octubre próximo.
Las agresiones comenzaron en marzo pasado, cuando Marielle Franco, concejala socialista, fue asesinada en Río de Janeiro, y continuaron apenas días después, cuando una caravana en la que viajaba Luiz Inácio Lula Da Silva fue baleada en Curitiba.
Dos autobuses de la comitiva del expresidente fueron baleados en la capital de Paraná, donde ese mismo día también se congregaban grupos de derecha y adeptos del diputado ultraderechista que fue agredido hoy.
Uno de los vehículos, que transportaba periodistas, recibió dos tiros y otro con invitados del PT fue impactado por una bala. Lula, que todavía no había sido inhabilitado como candidato, y Gleisi Hoffmann, presidenta del Partido de los Trabajadores, viajaban en el único vehículo que salió indemne del ataque.
Así apuñalaron a Jair Bolsonaro, candidato a la presidencia de Brasil
"Ahora van a tener que ver a la derecha", bromeó Bolsonaro horas después, ante los 200 seguidores que lo recibieron en el aeropuerto de Curitiba. Antes del incidente, había felicitado a un grupo de manifestantes opositores al exmandatario: "La gente estuvo bien, Lula es un bandido", dijo.
El excapitán del Ejército fue llevado en andas del aeropuerto Afonso Pena hasta un escenario. Allí proclamó que "Lula quiso convertir a Brasil en un gallinero y está recogiendo los huevos", en referencia al atentado.
Como suele hacer en campaña, Bolsonaro defendió la liberación de la tenencia de armas, y prometió luchar por "el derecho de la Policía a tirar a matar para combatir la delincuencia". "Debemos hacer valer nuevamente la fuerza de los policías", bramó.
F.F.
