INTERNACIONAL

El nieto de Mandela con NOTICIAS: "Él rompió las cadenas físicas; nosotros peleamos con las mentales"

En 2011, cuando Ndaba Mandelavisitó Argentina, habló con la revista sobre África y su abuelo. La entrevista.

Ndaba Mandela, el nieto del mito con NOTICIAS
| Cedoc.

En muchas formas, es el vivo reflejo de su abuelo. Su metro noventa de altura contrasta con su hablar pausado pero vigoroso y el mismo aire de gentleman británico con el que Richard Stengel, escritor en las sombras de la autobiografía de Nelson Mandela, pintó a la leyenda sudafricana en su libro El legado de Mandela (Editorial Planeta).

Pero aunque luche por mantener la solemnidad “de un líder al que todos miran”, acorde con las lecciones de su mejor maestro, la juventud de los 28 años traiciona a Ndaba en muecas que duran instantes, una sonrisa casi imperceptible o un brillo de picardía en sus ojos cuando la pregunta desarticula su alabanza a la educación pública para exhortarlo a sincerarse sobre su mejor recuerdo de la Argentina: “el asado, Boca y las mujeres”, responde entonces.

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NOTICIAS: ¿Cuánto pesa llamarse Mandela?
Ndaba Mandela: No es un legado fácil. Me abrió muchas puertas pero las huellas que dejó mi abuelo en el camino son muy grandes. Fue él quien me aconsejó que siga mis propios pasos y eso es lo que hago ahora con la esperanza de poder inspirar a otros algún día.

NOTICIAS: ¿Pueden sus huellas llevarlo por el mismo sendero que su abuelo hacia la presidencia?
Mandela: Tal vez. Por ahora, me veo más como un leal consejero que como presidente. También desde la sociedad se puede hacer una diferencia. Todo empieza con una persona creyendo y deseando un cambio y luchando por hacerlo posible.

NOTICIAS: Es imposible no escuchar a su abuelo en sus palabras...
Mandela: Mi abuelo fue y es una gran inspiración desde que vivo con él desde 1993. Él nos mostró que era posible romper las cadenas físicas. Ahora, la pelea de nuestra generación es con las mentales,Ndaba Mandela, mucho más difíciles de ver. Y en esto la educación es fundamental como herramienta de cambio porque puede transformar al mundo o condenarlo, según caiga en buenas o malas manos. Nuestro país es aún un adolescente que está madurando, apenas tenemos 17 años. Y necesitamos formar una dirigencia política que piense en generaciones y no mandatos, como sucede hoy en las revueltas del norte africano.

NOTICIAS: Su abuelo ayudó a restablecer las relaciones de Muamar Khadafi con Occidente en los '90. ¿Cómo reaccionaría ahora frente a las matanzas?
Mandela: Él peleó por la democracia en Sudáfrica y juró morir por ella. Creo que estaría contento con la gente levantándose en Libia, Egipto o Túnez porque siempre sostuvo que son los pueblos quienes
deben elegir a sus gobiernos.

NOTICIAS: Usted habló de las bondades argentinas. ¿Qué le enseñaría a un argentino que mañana viajara a Sudáfrica?
Mandela: Muchas cosas. Nosotros tenemos hermosos paisajes así que lo llevaría por la carretera costera para mostrarle kilómetros de bellezas naturales. Lo acompañaría a los suburbios a conocer a las personas más pobres para que se sorprenda con su alegría y humildad. Visitaríamos Robben island, donde estuvo preso mi abuelo; Soweto, el corazón de la revolución, y Pretoria, lugar de residencia de las autoridades. Y de noche, por supuesto, a algún bar de Ciudad del Cabo.

NOTICIAS: ¿Y todo esto sería posible sin la presidencia de su abuelo?
Mandela: Honestamente, yo pienso que sí. Mandela fue el hombre con el desafío pero pudo ser otro. Walter Sisulu, tal vez.

NOTICIAS: Entonces ¿no fue el hombre sino sus circunstancias las que cambiaron Sudáfrica?
Mandela: Fueron las decisiones tomadas, la política escogida. En mi país, no se vota por un presidente, se elige un partido. Y todo siguió un camino. El Congreso Nacional Africano (ANC) hubiera llevado adelante la misma misión con otro líder. Tal vez no hubiéramos respaldado el rugby en 1994 (como mostró la película “Invictus”). Pero aún así hoy podríamos ir a todos esos lugares y mantener esta conversación.

Publicado en la edición de la revista Noticias del 21 de mayo de 2001.