El papa Francisco dijo ayer que siente “vergüenza por todas las imágenes de devastación, de destrucción y de naufragio que se tornaron cotidianas en nuestra vida”, tras presidir en oración y silencio el rito del Vía Crucis en un Coliseo romano blindado.
“Cristo, nuestro único salvador, regresamos a ti también este año con la mirada baja de vergüenza por todas las imágenes de devastación, de destrucción y de naufragios convertidas en ordinarias en nuestra vida”, lamentó.
El Pontífice expresó su “vergüenza por la sangre inocente de mujeres, niños e inmigrantes que se derrama cotidianamente y por las personas perseguidas por el color de su piel, por su pertenencia étnica o social o por su fe”.
También criticó a la propia Iglesia, por “las veces que nosotros, obispos, sacerdotes, consagrados y consagradas, hemos escandalizado y herido tu cuerpo y hemos olvidado nuestro primer amor, nuestro primer entusiasmo y nuestra total disponibilidad”.
“Que la cruz transforme nuestros corazones endurecidos en corazones de carne capaces de soñar, de perdonar y de amar”, y que convierta “esta noche tenebrosa en alba fulgurante de la resurrección” de Cristo, agregó.
“Te pedimos, oró, que rompas las cadenas que nos mantienen aprisionados en nuestro egoísmo, en nuestra ceguera voluntaria y en la banalidad de nuestros cálculos mundanos”.
Rito. Francisco cerró así el sugestivo rito del Vía Crucis, que consiste en el recorrido de la cruz desde el interior del Coliseo hasta la colina del Palatino.
La zona fue blindada con un férreo dispositivo de seguridad por la amenaza terrorista, en el que se sucedieron los controles y por el que los principales accesos a los alrededores del Coliseo fueron cortados al tráfico y bloqueados con grandes coches policiales.
Colombia y Egipto. Durante el Vía Crucis, una familia colombiana junto con otra egipcia fueron elegidas para cargar la cruz.
Las familias, la colombiana formada por Claver Martínez Ariza, su esposa Marlene y dos hijos y la egipcia de Hany Mourad con esposa y tres hijas, cargaron la cruz en una de las 14 estaciones del sugestivo recorrido.
Como es tradición, en cada estación se aborda un tema específico que preocupa al mundo, y las personas que cargan la cruz representan regiones azotadas por conflictos. Este año las meditaciones fueron de la teóloga francesa Anne-Marie Pelletier, que equiparó el calvario de Cristo con la guerra y la miseria de hoy.
Las dos familias representan además a los dos países que Francisco anunció que visitará este año para instar al diálogo y la reconciliación.
Francisco celebrará un delicado viaje de dos días a Egipto a finales de abril, y visitará Colombia en septiembre para impulsar el perdón y la solidaridad tras el acuerdo de paz con las FARC.