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general javier perez aquino

Es argentino y desarmó a las FARC: “Tenían un armamento de primera”

Lidera desde hace un año a los observadores de la ONU que supervisan el proceso de paz en Colombia. Habló con PERFIL sobre la convivencia con guerrilleros y militares.

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FARC | Naciones Unidas

Cuando habla de su trabajo “en el terreno”, el general de brigada Javier Pérez Aquino se refiere a la misión que lidera en la “Colombia profunda”, como suele llamar a las regiones selváticas y montañosas del país en las que hoy se materializa el acuerdo de paz firmado entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). El militar argentino es el jefe de observadores de la misión de las Naciones Unidas que supervisa el proceso de desarme de la guerrilla más antigua de América Latina.

Tras la reciente entrega de casi la totalidad de las armas por parte de las FARC, Pérez Aquino dialogó con PERFIL desde Bogotá sobre la experiencia de haber convivido durante un año con guerrilleros y militares colombianos. Pese a tener más de 35 años de trayectoria en el Ejército Argentino y varias misiones de la ONU en su haber (Irak, Kuwait), dice que se impresionó por la calidad del armamento “de primera” que las FARC tenían en su poder.

—¿Cómo lo eligió la ONU para este puesto?

—La ONU ofreció a varios países latinoamericanos que postularan a un general. Me entrevistaron vía Skype. Mi experiencia previa encajaba con el perfil que buscaban. Supongo que se equivocaron y me eligieron a mí (risas).

—¿Por qué la ONU  integra este proceso de desarme?

—El acuerdo de paz negociado en La Habana estableció un mecanismo tripartito: en todos los niveles de trabajo hay un delegado del gobierno, otro de las FARC y otro de la ONU que ejerce como coordinador. Yo trabajo a la par de un almirante colombiano y de un comandante de la guerrilla. Hace unos meses nadie pensaba que esto fuera posible. Pero hoy, en el terreno, uno encuentra viviendo en la misma carpa a militares y guerrilleros que hasta hace poco estaban en guerra.

—¿Cómo es esa convivencia ‘contra natura’?

—Cuando llegué me sorprendió el nivel de confianza entre los mandos de ambas partes que ya llevaban casi cuatro años de negociaciones en La Habana. Pero los que se incorporaron en la etapa final del proceso tuvieron que trabajar mucho para construir confianza. Me acuerdo de una capacitación que tuvimos de siete días y siete noches. Había militares y guerrilleros que nunca habían tenido contacto. Al principio había mucha tensión. Pero el último día terminaron jugando todos juntos a la carrera de embolsados. Esto no es el paraíso, pero en líneas generales la coexistencia funciona muy bien.

—¿En qué situación está ahora el proceso de desarme?

—A principios de este mes hubo un acto muy emocionante en la selva, donde estuvieron Santos y (el comandante guerrillero) Timochenko, en el que se hizo entrega formal de todo el armamento individual. El proceso no está terminado ya que aún hay 700 armas que ellos conservan para garantizar seguridad en los campamentos. Ese pequeño porcentaje faltante se entregará el 1º de agosto. Y hasta el 1º de septiembre trabajaremos en la localización de las llamadas “caletas”, que son escondites de armas y explosivos en la selva o la montaña.

—¿Es posible terminar con el 100% de las armas?

—Sabemos que es difícil, pero es la intención. Las caletas son sitios de muy difícil acceso, a veces bajo amenaza de bandas criminales que las buscan como botín. Debemos tomar extremas medidas de seguridad. Además hay explosivos para desactivar in situ.

—¿Es cierto que las FARC tienen misiles antiaéreos, como dice la oposición?

—No tengo información para decir que sí o no. La ONU no tiene capacidad para establecer si se entregó todo o no: nuestra misión es verificar lo que se está entregando. Hasta ahora no recibimos misiles antiaéreos. Lo que sí puedo decir como militar es que el armamento que tenían es de primera. Por ejemplo, entregaron muchos fusiles de tirador especial Barrett calibre 12.7, que es un arma excelente.

—¿Qué nivel de aceptación social percibió ante este proceso en Colombia?

—Hace poco salió una encuesta que decía que las dos instituciones con mejor imagen en Colombia son el Ejército y la ONU. Creo que la sociedad tiene la tranquilidad de que las armas están en manos de una organización seria y de que estamos haciendo bien nuestro trabajo. Hace falta mucho más valor para hacer la paz que para hacer la guerra. Este conflicto dejó 250 mil muertos. Es admirable la decisión de mirar para adelante.

—¿Qué impresión personal le causaron los guerrilleros?

—Los miembros del Secretariado de las FARC son gente muy instruida. Y los mandos medios en el terreno también mostraron mucha capacidad y liderazgo. Entablé una relación excelente con todos ellos, al igual que con los miembros del Ejército y del gobierno. No estoy acá para juzgar a nadie.

—¿De qué manera se involucró la Argentina en el proceso de paz en Colombia?

—Argentina se jugó por el proceso de paz en Colombia. En la misión hay 94 observadores argentinos: más del 20% del total. Están haciendo un trabajo muy comprometido. Hablamos de miembros de las Fuerzas Armadas viviendo codo a codo con guerrilleros. Eso requiere mucha flexibilidad. En ese sentido, tenemos unas Fuerzas Armadas muy modernas.