INTERNACIONAL

Francisco escribió la histórica homilía en Buenos Aires antes de ser Papa

Había redactado en febrero el sermón para el Jueves Santo en Argentina, pero lo llevó al mundo entero.Galería de fotos.

Francisco realizó la tradicional ceremonia ante doce reclusos, en un gesto inédito para el Vaticano.
| AFP.

La homilía crítica de la misión sacerdotal que el papa Francisco pronunció hoy en la misa crismal en el Vaticano fue escrita hace más de un mes, antes de viajar a Roma para participar del cónclave para elegir al sucesor de Benedicto XVI.

El cardenal Jorge Bergoglio escribió en febrero ese sermón para el Jueves Santo y se lo entregó a sus colaboradores en Buenos Aires. El Papa utilizó hoy ese mismo texto, aunque con cambios y matices, durante la celebración eucarística en la basílica de San Pedro.

Francisco agregó en el primer párrafo una referencia a la alegría que significaba para él celebrar la primera misa como obispo de Roma y un saludo especial a los sacerdotes que recuerdan en esta jornada su ordenación.

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También introdujo otro párrafo, en el que se dirige a los fieles y les pide que acompañen a los sacerdotes "con el afecto y la oración, para que sean siempre pastores según el corazón de Dios".

En el final, el pontífice insertó además un petición especial a Dios para que tanto el Papa como los sacerdotes puedan renovar "el espíritu de santidad con que hemos sido ungidos, que lo renueve en nuestro corazón de tal manera que la unción llegue a todos, también a las periferias, allí donde nuestro pueblo fiel más lo espera y valora".

El administrador arquidiocesano de Buenos Aires, monseñor Joaquín Sucunza, leyó aquel texto preparado de antemano en la catedral porteña, según informó la agencia DyN.

Los principales puntos de la homilía pronunciada en el Vaticano y leída en Buenos Aires son los siguientes:

"El Señor lo dirá claramente: su unción es para los pobres, para los cautivos, para los enfermos, para los que están tristes y solos. La unción no es para perfumarnos a nosotros mismos, ni mucho menos para que la guardemos en un frasco, ya que se pondría rancio el aceite... y amargo el corazón".

"Al buen sacerdote se lo reconoce por cómo anda ungido su pueblo. Cuando la gente nuestra anda ungida con óleo de alegría se le nota: por ejemplo, cuando sale de la misa con cara de haber recibido una buena noticia".

"Nuestra gente agradece el evangelio predicado con unción, agradece cuando el evangelio que predicamos llega a su vida cotidiana, cuando baja como el óleo de Aarón hasta los bordes de la realidad, cuando ilumina las situaciones límites, las periferias donde el pueblo fiel está más expuesto a la invasión de los que quieren saquear su fe".

"Nos lo agradece porque siente que hemos rezado con las cosas de su vida cotidiana, con sus penas y alegrías, con sus angustias y sus esperanzas. Y cuando siente que el perfume del Ungido, de Cristo, llega a través nuestro, se anima a confiarnos todo lo que quieren que le llegue al Señor: 'Rece por mí, padre, que tengo este problema...'. 'Bendígame' y 'rece por mí' son la señal de que la unción llegó a la orla del manto, porque vuelve convertida en petición".

"Hay que salir a experimentar nuestra unción, su poder y su eficacia redentora: en las periferias donde hay sufrimiento, hay sangre derramada, ceguera que desea ver, donde hay cautivos de tantos malos patrones".

"El sacerdote que sale poco de sí, que unge poco - no digo 'nada' porque nuestra gente nos roba la unción, gracias a Dios - se pierde lo mejor de nuestro pueblo, eso que es capaz de activar lo más hondo de su corazón presbiteral. El que no sale de sí, en vez de mediador, se va convirtiendo poco a poco en intermediario, en gestor".

"Todos conocemos la diferencia: el intermediario y el gestor 'ya tienen su paga', y puesto que no ponen en juego la propia piel ni el corazón, tampoco reciben un agradecimiento afectuoso que nace del corazón".

"De aquí proviene precisamente la insatisfacción de algunos, que terminan tristes y convertidos en una especie de coleccionistas de antigüedades o bien de novedades, en vez de ser pastores con 'olor a oveja', pastores en medio de su rebaño, y pescadores de hombres".