INTERNACIONAL
el horizonte de las negociaciones

Hacia el fin de una era: cómo será Cuba si EE.UU. acaba con el bloqueo

Se libraría del gran lastre para su economía, pero no de problemas como la baja producción agrícola. Florida espera una chance única de negocios. La jugada de Obama.

Postales habaneras. En la capital de la isla, miles de cubanos viven del turismo y se las ingenian para atraerlo. Muchos otros anhelan salir del país: es una verdadera odisea.
| AP / AFP

Para cualquier cubano, el bloqueo es el “cuco” por excelencia del que oyó hablar desde la infancia. Históricamente, la Revolución atribuyó –con bastante razón– casi todas las penurias económicas de la isla al embargo comercial y financiero fijado por los Estados Unidos en 1960. Hoy, por primera vez en más de cinco décadas, la posibilidad de que sea levantado aparece en el horizonte, así como una pregunta obligada para observadores y analistas: ¿cómo sería la Cuba posbloqueo?

Esta semana comenzaron las negociaciones entre Washington y La Habana para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países. Aunque el diálogo es por ahora incipiente, la ronda de conversaciones fue calificada como auspiciosa por ambas partes, y considerada como el primer paso en un largo camino hacia el fin del bloqueo. Decidido a sacarles jugo a sus últimos dos años de mandato, el propio Barack Obama afirmó que “el Congreso debería empezar a trabajar para acabar con el embargo”.
En la actualidad, el bloqueo impone muy serias restricciones a la importación de productos cubanos en los Estados Unidos y a la exportación de bienes y servicios estadounidenses hacia la isla, así como a la inversión directa de empresas norteamericanas en Cuba. La medida fuerza al Estado cubano a comprar productos en China o Europa que podría obtener a un costo mucho menor en la península de Florida. El embargo también impide a buques internacionales atracar en puertos estadounidenses que hayan pasado recientemente por la isla. La Habana  estima que, en los 54 años que lleva vigente, el bloqueo significó un lastre económico para Cuba equivalente a dos planes Marshall.

Pero ¿en qué medida el levantamiento resolvería las angustias de los cubanos? “Por supuesto que ayudaría mucho, pero Cuba no experimentará un progreso sustancial mientras no modifique su modelo económico ni abra su sistema político –dijo a PERFIL el profesor Michael Shifter, presidente de Inter-American Dialogue–. El embargo ha castigado al pueblo cubano, pero eso no significa que su fin vaya a resolver los profundos problemas económicos que padece el país”.
En las antípodas ideológicas de Shifter, el politólogo y sociólogo Atilio Borón afirma que “una vez levantado el bloqueo, muchos de los grandes problemas que afectan a la economía cubana se van a resolver, y habrá condiciones más propicias para encarar cuestiones de carácter estructural que no desaparecerán de inmediato”. Una de ellas es el asunto de la autosuficiencia alimentaria. “Cuba debe avanzar en la reestructuración, tecnificación y capitalización del agro –señaló Borón–. El modelo vigente ha fracasado, en parte porque la Revolución logró promover socialmente a los trabajadores del campo y el país se quedó sin campesinado”.

Existen múltiples actores interesados en que se termine el bloqueo. “Un tsunami de empresarios en los Estados Unidos espera la apertura hacia Cuba”, publicó días atrás El Nuevo Herald, un periódico reconocidamente anticastrista que se hizo eco del deseo de hombres de negocios de Florida que ven la isla como un terreno virgen para sus proyectos hoteleros y turísticos. Incluso al Pentágono podría interesarle el reanudamiento del vínculo diplomático, ya que la reapertura de la embajada facilitaría el trabajo de sus agentes en Cuba. Sin embargo, según Shifter, es probable que el levantamiento deba esperar un par de años, ya que “el Congreso controlado por los republicanos se resistirá al reclamo de Obama”.

En el plano cultural, entre los defensores de la Revolución hay quienes temen que el fin del bloqueo tenga cierto efecto disgregador, en tanto podría exponer a las nuevas generaciones a la “influencia capitalista” externa. A decir verdad, tal cosa ocurre desde hace años en la isla. Basta con hojear Herejes, la última novela del brillante escritor cubano Leonardo Padura, para enterarse de las tribus urbanas de reggaetoneros, floggers, emos, metaleros, frikis, hippies, raperos y punkis que conviven en La Habana con los veteranos de la primera generación revolucionaria.