INTERNACIONAL
ATENTADO EN PARS

Identifican a sospechosos del ataque a Charlie Hebdo

Dos son franceses. Una dibujante que se salvó de la masacre aseguró que se trata de una célula de Al-Qaeda. El semanario sufría amenazas desde 2007.

Charb, una de las víctimas fatales. Estaba convencido de que el atentado en 2011 tenía que ver con el fundamentalismo islámico.
| AFP.

A poco menos de doce horas del atentado que dejó un saldo de 12 muertos y 11 heridos en la redacción del semanario satírico Charlie Hebdo, el Gobierno francés dio a conocer las identidades de los tres supuestos atacantes del periódico. Se trata de tres jóvenes, de los cuales dos son franceses.

Según precisaron medios de ese país, los responsables del atentado que conmocionó a buena parte de Europa serían los hermanos Said y Chérif Kouachi, nacidos en París en 1980 y 1982, y Hamyd Mourad, nacido en 1996, aunque se desconoce su nacionalidad.

Mientras cerca de tres mil policías buscan a los tres agresores, la Justicia francesa comienza a dar mayor crédito al testimonio de la dibujante Corinne Rey, integrante de la redacción del Hebdo. Según contara Rey, los hombres “se reivindicaron (como) de Al Qaeda”.

Aunque se negó a dar mayores precisiones sobre la investigación, el fiscal de París, François Molins, confirmó la versión de Rey. En un breve diálogo con el diario L'Humanité, la mujer relató: “Había ido a buscar a mi hija a la guardería... Cuando llegaba a la puerta (del edificio en que funcionaba el semanario), dos hombres armados nos amenazaron brutalmente. Querían entrar... Digité el código (de seguridad)”. “Dispararon a (el dibujante Georges) Wolinski, Cabu… Duró cinco minutos. Yo estaba refugiada bajo un escritorio. Hablaban perfectamente en francés. Se reivindicaron de Al Qaeda”, resumió.

Otro de los testigos, el periodista Vincent Justin -que trabaja en un edificio contiguo al de Charlie Hebdo- aseguró que los atacantes gritaban “Vamos a vengar al profeta. Alá es grande” cuando escapaban del lugar. Tanto Rey como Justin refirieron a dos hombres encapuchados, vestidos de negro y armados con fusiles de asalto. Sin embargo, las cámaras de seguridad de los alrededores y el propio ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, confirmaron que se trató de un golpe comando integrado por, al menos, tres personas.

La investigación se centra ahora entre las afueras de París y la ciudad de Reims, al noreste de Francia, donde vivirían los jóvenes, que se presume tendrían un mediano entrenamiento militar. De confirmarse que los hermanos Kouachi y Mourad intervinieron en el ataque, el gobierno de Hollande se enfrentaría a una problemática más grave de lo que espera: la certeza de que el fundamentalismo islámico opera con células locales (francesas).

De momento, la organización fundamentalista no se arrogó la autoría del ataque, pese a que el Gobierno francés recalcó en diversas comunicaciones que se trató de un atentado terrorista, hipótesis que resulta cada vez más consistente tras analizar las últimas caricaturas publicadas, bromeando sobre un atentado en enero.

Unidad ante el ataque. En un mensaje emitido desde el Elíseo hacia todo el país, el presidente francés, François Hollande, prometió que continuará “defendiendo este mensaje de libertad” en nombre de las víctimas de la masacre.

“Hoy, toda Francia fue tocada en su corazón”, expresó el mandatario, que dictó un alerta máxima para todo el país y duelo nacional por tres días. “Los asesinos han atacado el ideal de justicia y de paz”, remarcó. “Nuestro mejor arma es nuestra unidad. Nada nos debe oponer, dividir ni separar”, exhortó.

“Nada puede hacernos dudar en nuestra determinación. Unámonos”, pidió. “Debemos responder a la altura del crimen que nos golpea y detener a los autores de esta infamia”, reiteró.

Mientras tanto, una multitud de manifestantes se volcó a las calles en repudio al atentado, con consignas como “Je suis Charlie” (“Yo soy Charlie”) y “Not afraid” (“Sin miedo”). La procesión se repitió en diversas ciudades europeas, como Toulouse, Berlín, Madrid, Londres, Copenhague o Bruselas. Asimismo, dirigentes políticos de todo el mundo expresaron su pesar por el ataque y se solidarizaron con el gobierno galo.

Vieja data. Si bien el ataque al periódico generó una conmoción sin igual en la región, no fue la primera vez que el equipo editorial resultara atacado por supuestos grupos terroristas.

En 2011, las oficinas de Charlie Hebdo fueron incendiadas por bombas molotov. En esa oportunidad, se presumía que el golpe estaba ligado al último número publicado, que llevaba en su portada una sátira sobre el avance del Islam en Túnez y Libia. En esa tirada, el semanario era bautizado como Sharia Hebdo, y llevaba como redactor en jefe al propio Mahoma, quien prometía “100 latigazos a quienes no se mueran de risa”.

Ante el siniestro, el director del Hebdo, el dibujante Stéphane Charbonnier, Charb (asesinado hoy), aseguraba que no tenía dudas de que se trataba de un ataque fundamentalista. El sitio del periódico había sido hackeado también: al ingresar, el lector era dirigido a otro portal, con imágenes de la Meca y la frase “No god but Allah" (“Ningún otro Dios que Alá”).

Como ocurriera hoy, el atentado -que sólo había provocado pérdidas materiales- fue rápidamente repudiado por la clase política y los medios de comunicación, en nombre de la libertad de expresión y de prensa. Desde ese ataque, la redacción contaba con una guardia policial permanente, a la que se sumaba una protección especial al director de la publicación.

Hoy, el portal de Charlie Hebdo expone el luto del medio, compartido por carteles en diversos idiomas que encierran un único mensaje: “Yo soy Charlie”.

Libertades fundamentales. Con cuarenta años en la calle, el Charlie Hebdo se caracterizó por abordar, desde un ácido humor, temáticas como las internas políticas en el Gobierno, el matrimonio homosexual, abusos sexuales en la Iglesia Católica, etc. Sin embargo, la “guerra” con el Islam estalló en 2006, luego de que se hiciera eco de las provocativas viñetas del diario danés Jyllands-Posten.

El caso estalló en 2005, cuando Jyllands-Posten denunció que el escritor Kåre Bluitgen no encontraba ilustradores para uno de sus libros, sobre la vida del Mahoma. El periódico llamó a un concurso para recibir imágenes sobre el profeta, algo prohibido por la ley islámica.

Pese a las quejas de la comunidad islámica europea, la Iglesia Católica y algunos dirigentes políticos, y ante las amenazas contra el escritor y la redacción del Posten, las viñetas fueron reproducidas en 2006 por varios medios europeos, entre ellos, Charlie Hebdo y Le Canard enchaîné.

El Hebdo redobló la apuesta y creó sus propias sátiras. La principal -realizada por Cabú, una de las víctimas del ataque de este mediodía- fue una de sus tapas, en la que Mahoma se lleva las manos a la cabeza y lamenta “ser amado por tontos”. El semanario triplicó su tirada pero se ganó una demanda judicial de manos de la Gran Mezquita de París y la Unión de Organizaciones Islámicas de Francia, en la que acusaban al medio de haber vulnerado su libertad de culto en un estado laico como el francés, además de incurrir en el delito de "injurias públicas contra un grupo de personas en razón de su religión".

Pese al pedido de calma del entonces presidente Jacques Chirac, doce notables intelectuales publicaron un manifiesto en defensa de la libertad de expresión y contra la autocensura de los medios franceses, alertando contra “las nuevas formas de totalitarismos”.

Tan sólo un año después, el director del semanario fue absuelto. Entre su defensa se destacó una carta pública de quien fuera uno de los “burlados” más frecuentes del Hebdo, el entonces ministro del Interior y candidato presidencial, Nicolas Sarkozy, en la que aseguraba que prefería “un exceso de caricaturas que una ausencia de ellas”.

Autocrítica. El exdirector del semanario, Philippe Val, lamentó el atentado, en el que perdió a “todos (sus) amigos”, en alusión a Charb, Cabú, Tignous y Wolinski, quienes integran la lista de los doce muertos.

“Eran los mejores entre nosotros, como aquellos que nos han hecho reír, que defienden la libertad”, expresó Val, director del periódico durante el escándalo de las primeras caricaturas sobre Mahoma.

“Hace falta que nos agrupemos contra este horror. El terror no puede opacar la voluntad de vivir, la libertad de expresión, la democracia”, pidió, aunque realizó una escueta autocrítica sobre el rol de la prensa en el abordaje de los conflictos interreligiosos en Francia, entre los que se cuentan las sátiras sobre Mahoma, los análisis sobre la prohibición del velo hasta incluso el escándalo suscitado tras la censura de obras teatrales del comediante Dieudonné.

“Quizás, los medios no han estado a la altura de esta radicalización. Muchas personas que son musulmanas deben estar devastadas; ellos también están en peligro”, reflexionó.