INTERNACIONAL
Fiesta a prueba de crisis

La alegría y color del carnaval de Río, en imágenes

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| AFP

RIO DE JANEIRO.- Brasil vive su gran fiesta anual, El carnaval desata la fiesta de millones de personas, y hoy "Cordao do Bola Preta", el más tradicional 'bloco' de la multitudinaria celebración callejera generó un aluvión de juerga, cerveza y excesos en el centro de la ciudad, arrastrando a unas 500.000 personas que bebieron y bailaron a más no poder.

Los cariocas se encuentran desde hace días en pleno éxtasis fiestero, antes de los afamados desfiles del Sambódromo del domingo y lunes, debido a cientos de grupos musicales carnavalescos surgidos de la resurrección del carnaval de calle.

Y el Bola Preta (Bola Negra), que celebra 90 años de vida, ratificó este nuevo 'boom'. A media tarde el evento, pese al calor abrasador de unos 35 grados, congregaba unas 500.000 personas, según los organizadores.

Bola Preta inició el desfile en la zona de Cinelandia, frente al Teatro Municipal, en cinco vehículos con altavoces y palco en el techo, acompañado de percusionistas, instrumentos de cuerda y personajes disfrazados. La figura más llamativa fue la de un sosías del presidente estadounidense Barack Obama que, enfundado en un traje oscuro con corbata y bañado en sudor, exhortaba a los juerguistas en las calles a cantar y gritar mientras agitaba la bandera norteamericana.

Decenas de miles de simpatizantes disfrazados, muchos con ropas con las clásicas esferas negras del grupo, bailaban y cantaban animadamente, bebían ríos de cerveza ocupando cuadras y cuadras del corazón céntrico carioca. Resultaba difícil desplazarse entre la muchedumbre con ese sol de plomo, principalmente en la avenida Rio Branco, donde se encuentra la Biblioteca Nacional, de muros repletos por fiesteros disfrazados.

El área resultó tierra de nadie con cientos de vendedores ambulantes y muchos puntos de las calles totalmente encharcadas. El clima, de euforia total por la música pero también por el alcohol, se percibía en la actitud de cientos de 'figuras' descollantes, algunas con disfraces que daban rienda suelta a la imaginación.

Abundaban maquillajes brillantes, collares de flores de plástico, pelucas coloridas, anteojos llamativos, antenas luminosas, máscaras de lobos, diablos, del terrorista Bin Laden o gorras con forma de preservativo. Jóvenes cariocas vestidas de policía sexy, de 'conejitas' Playboy, enfermeras, bailarinas, novias, diablas o brujas circulaban entre la marea humana, sin poder evitar el asedio de muchos hombres que procuraban caricias o los clásicos 'besos robados'.

"Carnaval y amor libre", gritaba un enorme negro vestido de minifalda rosada, blusa de licra ajustada, medias de red, peluca violeta y una sombrilla abrillantada. Detrás tenía escrito pícaramente 'Dani bananita' y lanzaba piropos por doquier o tomaba del brazo a chicas que transitaban.

Hasta que una muchacha vestida de pirata pasó por su lado y lo sorprendió en su propio juego al levantarle la falda diciendo "ooooh, está bien". Un hombre sin camisa, repleto de tatuajes y lata de cerveza en mano, se propasó con un grupo de jóvenes vestidas con atuendos diminutos de leopardo recibiendo como respuesta un abanicazo en la cabeza.

Pero a otros les sonreía la suerte. No era raro ver que algunos parasen alguna chica disfrazada y el encuentro se coronara segundos después con apasionados besos entre papel picado, espuma y fuerte barullo.

También muchos homosexuales vestidos de avispas, bailarinas o novias aparecían con absoluto desenfado y acorralaban a algún juerguero, apretando su pecho, piropéandole o palmeando su trasero.

"Es un desorden total, todos están locos, pero el Carnaval es una fiesta y hay que saber aprovecharlo", comentó a la AFP Joel, de 27 años, empleado de una telefónica, mientras miraba pasar de la mano a tres negras vestidas con ajustados shorts.

Fuente: AFP