INTERNACIONAL

La doble tragedia de una mujer australiana en aviones malasios

Kaylene Mann perdió a su hermano y su cuñada en el vuelo que desapareció y a su hijastra en el que fue derribado por un misil.

Kaylene Mann que perdió a su hermano y su cuñada en el vuelo que desapareció, se enteró que su hijastra volaba en el avión que fue derribado por un misil.
|

El vuelo MH17 de Malaysia Airlines que cayó sobre la conflictiva zona en el este de Ucrania llevaba a bordo personas de todo tipo de nacionalidades, profesiones y ocupaciones, desde un destacado investigador del VIH/Sida y aficionados al fútbol, hasta una monja y una diseñadora floral.

Pero para una familia en particular, la noticia de la muerte de sus seres queridos en el vuelo MH17 no solo representó una increíble doble tragedia sino una macabra coincidencia.Hace poco trascendió la historia de una familia afectada por las dos tragedias aéreas de Malaysia Airlines: la que acaba de ocurrir con el vuelo MH17 y la sucedida en marzo en el Oceáno Índico con el MH370.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Kaylene Mann, una mujer australiana que perdió a su hermano y a su cuñada -Rod y Mary Burrows- en el accidente de hace cuatro meses, se enteró este viernes que su hijastra, Maree Rizk, se encontraba entre las víctimas fatales de la aeronave que se estrelló en Ucrania.

Su hermano, Greg Burrows, dijo que la familia no podía creer ni aceptar su destino: "(Kaylene) perdió a su hermano y ahora a su hijastra... Estamos destrozados otra vez".

Rizk, originaria de Melbourne, volaba de regreso a casa de unas vacaciones de cuatro semanas a Europa. La acompañaba su esposo, Albert, miembro del comité del Club de Fútbol Sunbury de Australia.

Phil Lithgow, presidente del club, confirmó el cargo de Albert Rizk y explicó que Maree trabajaba de voluntaria en la cafetería del club, mientras que el hijo de los dos, James, jugaba en el equipo.

"Eran personas adoradas, no había quién dijera algo malo de ellos y muy generosos con el tiempo que le dedicaban a la comunidad", expresó Lithgow. Añadió que dejarían un gran vacío en el club.