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Los ‘dreamers’ argentinos que desafían a Trump

Casi cinco mil compatriotas serán deportados si antes el Capitolio no resuelve su situación. Jóvenes que nacieron acá y crecieron en EE.UU.

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Alejandra Saucedo milita en Dreamers’ Moms. | Cedoc

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, abrió la caja de Pandora al derogar el programa DACA (Deferred Action for Childhood Arrivals), que evitaba la deportación de 800 mil jóvenes dreamers, pero giró esta semana sobre sus pasos y admitió que está “bastante cerca” de llegar a un acuerdo en el Congreso para aprobar una ley que resuelva su estatus legal. Más allá de ese anuncio, los jóvenes argentinos se preparan para una larga batalla política para tocar “los corazones y las mentes” de los representantes y senadores norteamericanos y detener las deportaciones.

Si bien la mayoría son mexicanos, hay 4.774 dreamers argentinos angustiados por la posibilidad de ser expulsados del país al que llegaron de niños. Tomás Pendola Biondi es uno de ellos. Nació en Buenos Aires, pero se mudó con su familia a Estados Unidos a los 10 años escapando de la crisis de 2001. Es maestro de química en una escuela, ingresó al DACA en 2012, lo renovó dos veces y su programa vence en octubre de 2018. “Me cayó muy mal la decisión de Trump. Me rompe el corazón, me da angustia. Después de este año no voy a poder trabajar más. Sin trabajar ni manejar, no podré pagar el préstamo del auto ni el alquiler de la casa donde vivo con mi papá”, explicó a PERFIL.

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Su caso no es el único. La chaqueña Alejandra Saucedo, integrante de la organización Dreamers’ Moms, es una activista por los derechos de los inmigrantes. Su hijo, el dreamer Diego Sánchez, fue elogiado por el ex presidente Barack Obama en 2013. “Llegó al país a los 3 años y se enteró de que era ilegal cuando estaba en la escuela secundaria. Ahora, Diego se graduará con honores de la universidad y quiere contribuir con el país que ama. ¿Qué es lo más racional entonces para ayudarlo?”, argumentó por ese entonces el demócrata.

El joven solicitó ingresar al DACA. Años después consiguió la residencia, pero continuó militando junto a su madre por la causa de los sin papeles. “Vamos a seguir luchando para lograr una legalización permanente. Hay que aprovechar que el año que viene hay elecciones. Con las historias de vida de los dreamers tenemos que tocar el corazón de los legisladores que buscan renovar sus bancas”, explicó Alejandra desde Miami.

María Bilbao, una entrerriana afincada en la Florida, es madre de Thomas, otro joven argentino que llegó a Estados Unidos con sólo 9 años. Desde United We Dream participa de una intensa campaña para evitar las deportaciones. “Desde 2001 intentamos que se apruebe una ley, pero siempre queda estancada en el Congreso. Faltan votos republicanos. El partido está capturado por fascistas, eso quedó comprobado cuando ganó Trump. Es muy lindo cuando dicen que ellos apoyan a los dreamers, pero deberían haber defendido al DACA con uñas y dientes”, declaró a este diario.

Trump quiere resolver el “dilema” de los dreamers pero no apoyará “una amnistía”, indicó ayer su asesora de prensa Helen Aguirre Ferré. El republicano reafirmó que construirá un muro en la frontera con México.

En peligro. El problema de los dreamers es la punta del iceberg del drama que viven los inmigrantes sin papeles en Estados Unidos. Según una investigación del Pew Research Center, hay 11,3 millones de personas que corren el riesgo de ser deportadas, no pueden acceder a un empleo en blanco ni obtener una licencia de conducir.

En los últimos meses, su situación empeoró con los estallidos de violencia xenófoba de grupos supremacistas blancos que respaldan a Trump. “La gente tiene más miedo, ya no maneja, ni siquiera toma un colectivo porque puede subir un policía y actuar como agente de migración”, explica Saucedo.

Tamara Yajia fue más afortunada que los dreamers. La escritora y artista porteña emigró a Los Angeles a los 9 años, tras ganar la Green Card –residencia permanente– en la lotería de visas. Sin embargo, no es indiferente a la angustia que viven día a día: “Conozco a muchos dreamers argentinos que tienen mi edad y son mis amigos. Yo podría haber sido una de ellos. Su salud mental empeoró desde que Trump asumió. Muchos vinieron a los 5 años y no se acuerdan de Argentina”, afirma. Tamara percibe que la xenofobia creció en el último tiempo y no sólo culpa a los supremacistas, sino también a “inmigrantes que obtuvieron su residencia en la amnistía de Ronald Reagan de 1986 y ahora son antiinmigrantes”.

Bilbao esquivó la deportación porque su hijo se casó con una norteamericana y presentó una petición de residencia para sus padres. “A veces me arrepentí de venir a Estados Unidos y pasar por todo esto. Pero valió la pena por Thomas”, confiesa.