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mientras ruge la oposicion

Maduro apura su ‘plan de vuelo’ para aguantar hasta fin de año

Una vez superada la barrera de 2017, la sucesión se resolvería por dentro del chavismo. Apuesta al abastecimiento y el apoyo militar. Preocupa la violencia.

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Guitarrero. Mientras el antichavismo intenta ganar las calles para forzar a un revocatorio, Maduro mantiene la costumbre de cantar para el público en sus actos. | afp
“Septiembre debe ser un mes político, octubre un mes económico, noviembre para el cierre de gestión y diciembre para celebrar”, dijo días atrás el vicepresidente ejecutivo de Venezuela, Aristóbulo Istúriz. Mientras la oposición intenta ganar las calles para forzar a la convocatoria este año de un referéndum revocatorio contra Nicolás Maduro, el chavismo piensa en una única cosa: cómo llegar a fin de año.
El gobierno sabe que, una vez superada la barrera de 2017, una derrota en un revocatorio ya no implicaría un llamado a elecciones. La Constitución bolivariana establece que, si el referéndum se realiza luego de los primeros cuatro años de gestión y resulta adverso para el presidente, quien lo reemplaza es su vice hasta completar el mandato. La fecha bisagra es el 9 de enero: a partir de entonces, la sucesión de Maduro se resolvería por dentro del chavismo.

“Maduro aún no se siente en el breaking point, pero eso no significa que sectores chavistas no estén pensando en una alternativa –dijo a PERFIL el analista político venezolano Luis Vicente León, director de la consultora Datanálisis–. En este momento, el enemigo es la oposición. Pero tan pronto como pasemos enero, la mayor resistencia a Maduro vendrá del propio chavismo: muchos verán oportuno buscar a un sucesor que dé oxígeno y mantenga las chances para las elecciones de 2019”.
En primer lugar, el oficialismo necesita que el Consejo Nacional Electoral, acusado por la oposición de ser afín al chavismo, siga demorando el trámite de convocatoria al revocatorio para que éste no se concrete en lo que resta de 2016.
 
Pero la incidencia oficial sobre el CNE no basta como único dique de contención ante la creciente movilización antichavista en las calles. El Ejecutivo procura mantener aceitada su relación con otro actor crucial: las Fuerzas Armadas. En Venezuela, ninguna salida política parece factible sin la venia militar. En los últimos meses, Maduro ha dado una cuota de poder cada vez más significativa al sector castrense y, en particular, al ascendente ministro de Defensa, Padrino López.

Junto al propio Maduro, López integra una comisión especial que se encarga de una cuestión medular en el “plan de vuelo” gubernamental: la lucha contra el desabastecimiento alimentario, principal motivo de hastío entre los venezolanos. La estrategia de acción es doble. Por un lado, se articulan misiones estatales, con protagonismo militar, de “reparto” de alimentos focalizadas en los segmentos más pobres de la población. Al mismo tiempo, empieza a delinearse una apertura implícita o explícita a las importaciones privadas en dólar libre, con el objetivo de abastecer a los sectores medios y altos. Naturalmente, los precios que pagarán estos grupos serán más elevados, pero no más altos que los que hoy encuentran en el mercado negro.

En paralelo, se piensa en una respuesta política a la ola de protestas opositoras. “Aunque se insista en la conveniencia de abrir un diálogo con la oposición, el gobierno también habla de una ‘contraofensiva estratégica’ en las calles, aprovechando la mayor capacidad del PSUV para movilizar en el interior del país”, señaló Eleazar Díaz Rangel, director del diario venezolano Ultimas Noticias.
En opinión de León, “el gobierno jugará a que la oposición se desmotive, pero si hay ataques violentos contra protestas opositoras, es probable que las manifestaciones se amplifiquen; lo que se buscará es instalar una sensación de temor mediante más presencia policial y persecución legal”.