En pocos días, Marina Silva dejó de ser un huracán y se transformó en una mansa brisa, sin fuerzas siquiera para disputar la segunda vuelta presidencial del 26 de octubre en Brasil. Las razones de su fracaso fueron la feroz campaña negativa del Partido de los Trabajadores (PT), que apuntó a las contradicciones de su candidatura; los pocos minutos de publicidad en la televisión; y el resurgimiento de las cenizas del otro candidator opositor, Aécio Neves, quien en los comicios le sacó más de diez puntos de diferencia. Diego Brandy, el argentino que diseñó su campaña de comunicación, cree que no hay un único motivo que explique el traspié electoral de Silva. “El PT creó una polarización con ella que era muy dificil de sostener por la diferencia de estructura, aparato y recursos. Era la maquinaria estatal contra una fuerza política pequeña”, explicó a PERFIL. El poco espacio para avisos televisivos también fue determinante. “La diferencia era de 6 a 1 con el oficialismo y de 3 a 1 con Neves. Era una masacre desde el punto de vista publicitario”, agregó el sociólogo desde Pernambuco.
