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Por qué ningún chavista se anima contra Maduro

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Entre los muchos interrogantes que abre la situación en Venezuela, hay uno que plantea una cuestión clave en vistas de una eventual salida a la crisis: ¿por qué ninguna figura del chavismo asoma la cabeza contra el presidente Nicolás Maduro?

Mientras crece la presión callejera contra el gobierno, aún persisten las divisiones en la oposición, que sigue en la búsqueda de liderazgos y objetivos compartidos.

Por el contrario, el chavismo logró, al menos hasta ahora, que las diferencias internas no afloraran públicamente. Todavía nadie se le anima a Maduro.

“Una cosa es que haya descontento en el interior del chavismo, y otra cosa es que eso se muestre hacia afuera –señaló a PERFIL el analista político venezolano Luis Vicente León, director de la consultora Datanálisis–. Maduro conserva amplios espacios de poder y, a fin de cuentas, es la única figura chavista con un 24% de intención de voto, un caudal nada despreciable si se lo compara incluso con otros países de la región. Los disconformes no tienen la fuerza suficiente como para enfrentarlo”. Es factible que esos sectores también teman caer en una “caza de brujas” si la salida a la crisis ocurriera por fuera del chavismo. No quieren a Maduro, pero menos quieren a la oposición.

Hasta ahora, la única excepción a la obsecuencia oficialista ha sido la fiscal general de la República, Luisa Ortega Díaz, una funcionaria históricamente cercana a la Revolución Bolivariana que incomodó al gobierno al aseverar que el fallido golpe judicial del Tribunal Supremo de Justicia contra la Asamblea Nacional constituyó una “ruptura del orden constitucional”. Esta semana, Ortega Díaz volvió a la carga al exigir a las fuerzas policiales que garanticen “el derecho a manifestar de manera pacífica, bajo un estricto apego a los derechos humanos”.

El resto del chavismo sigue abroquelado. “Aunque la cosa podría cambiar si hubiera un llamado a elecciones presidenciales –subrayó León–. Sería una oportunidad para retar a Maduro: para plantearse la sustitución del jinete para mantener al caballo cabalgando”.