Una de las crisis políticas más curiosas que haya visto el mundo en décadas ha llegado a su final
tras nueve meses. Esa fue la duración de la acefalía gubernamental en Bélgica, superada gracias a
un
acuerdo alcanzado hoy entre cinco partidos para formar un gobierno de coalición
que liderará el cristianodemócrata,
Yves Leterme.
Tras maratonianas negociaciones de 21 horas, se logró "un buen acuerdo de coalición con
medidas concretas", dijo Leterme.
En el nuevo gobierno están representados conservadores y liberales del norte del
país (la región de Flandes, donde se habla flamenco),
y la sur (Valonia, donde se habla francés). También estarán representadoslos
socialistas francófonos. Cada región elige sus propios representantes y no existen partidos
nacionales en Bélgica.
La alianza partidaria aprobará el acuerdo formalmente mañana, según se anunció, y
el rey Alberto II de Bélgica destituirá el jueves al primer ministro en funciones Guy
Verhofstadt y nombrará a Leterme en su lugar.
El mismo día, la candidatura de Leterme será sometida a votación en el parlamento. Así, antes
de Pascuas, Leterme tomará el relevo del liberal Verhofstadt, cuyo partido fue derrotado en los
comicios de junio de 2007 tras gobernar durante dos legislaturas en coalición con los socialistas.
Las elecciones de 2007 fueron ganadas por Leterme, pero sin la mayoría suficiente para
gobernar sin alianzas. No logró formar las alianzas hasta ahora porque su figura es comprometida y
muchos otros partidos no querían unir fuerzas con él, sobre todo los partidos del sur francófono.
Verhofstadt había quedado a cargo por razones protocolares hasta que se nombrara su
reemplazante. En diciembre el Rey le pidió que formara un gobierno de emergencia para.
Los puntos más discutidos durante las negociaciones que terminaron ayer fueron la
política fiscal
y cuestiones como el asilo político y la inmigración.
El liberal francófono Didier Reynders, ministro de Finanzas desde hace casi nueve años,
anunció a la emisora RTBF una reforma fiscal que –según dijo- fortalecerá el poder
adquisitivo de los belgas.
El acuerdo de coalición, de 40 páginas, prevé regulaciones más estrictas para la
nacionalización y la reunificación familiar de los inmigrantes pero permitirá obtener un permiso de
residencia a quines carezcan de papeles, si es de utilidad económica para el país.
El tema más controvertido, el de una reforma estatal, volvió a excluirse y se
tratará más adelante. Leterme fracasó el año pasado en dos ocasiones en su intento de formar
gobierno debido, sobre todo, a esta cuestión, ya que los nacionalistas NV-A, que ahora no
participan en el nuevo Ejecutivo, exigían mayores competencias para las regiones.
Bélgica ya había atravesado crisis políticas similares en el pasado.
La acefalía más larga, hasta ahora, había sido la de 1988, cuando hubo 148 días
sin Gobierno.
Las crisis siempre tienen la misma raíz:
la problemática convivencia entre las dos grandes regiones, Flandes y Valonia. En
Flandes, al Norte, vive casi 60% de los 10.500.000 de belgas y se habla flamenco (un derivado del
holandés). En Valonia vive casi 40% restante y se habla francés.
Flandes es la región más rica, en tanto que el sur francófono tiene índices de desempleo y
riqueza per capita mucho más bajos, por lo que muchos flamencos sienten que sus impuestos subsidian
la vida de los sureños.