Desde el Vaticano
Un breve momento de preocupación se vivió ayer entre los cardenales cuando el papa Francisco tropezó en la Sala Clementina del Vaticano al acercarse para agradecer las palabras de recibimiento pronunciadas por el cardenal italiano Angelo Sodano, el principal asesor de Joseph Ratzinger. En otro gesto de poco apego protocolar y humildad, Bergoglio se levantó de su trono, cuando lo usual es que el cardenal se acerque a besarle el anillo, que simboliza el poder pontificio. Francisco pisó mal al bajar un escalón, pero pudo recobrar el equilibrio. La salud del papa, de 76 años, ya suscitó los primeros interrogantes, sobre todo por la ablación parcial de un pulmón a la que se sometió hace más de medio siglo. La inquietud es todavía mayor después de que su predecesor, Benedicto XVI, justificara su decisión de renunciar por “falta de fuerzas”.
A pesar de un ligero traspié en su intervención de ayer ante los cardenales y de su andar vacilante en la ofrenda de flores a la Virgen en el primer día de su pontificado, el Papa dio la impresión de estar en buena forma en sus primeras apariciones públicas.
