INTERNACIONAL
LO QUE DEJÓ EL PRIMER DEBATE

Un Trump contenido e incómodo

Los encuestadores dicen que estos debates modifican poco el panorama electoral, pero en comicios tan apretados como los de este año, todo suma.

El precandidato republicano a la presidencia de EEUU, Donald Trump.
| Cedoc
La perfomance de Donald Trump en el primer debate con Hillary Clinton permite extraer al menos dos rápidas conclusiones. La primera es que el formato “uno a uno” no lo beneficia. Se veía mucho más cómodo durante los multitudinarios debates republicanos, como macho alfa o líder de la manada, cuando se imponía a los gritos sobre siete u ocho rivales, a los que chicaneaba y burlaba. Su espontaneidad, su lenguaje directo, el “bullying” al que sometió en su momento a otros precandidatos, no funcionaron. Una Clinton muy preparada eludió todos sus mandobles y supo revertir los ataques. Inducido por la demócrata, fue el propio Trump quien sugirió que es posible que no pague todos los impuestos que le correspondería pagar (“eso me hace alguien inteligente”, se ufanó). En un cruce de a dos, tuvo que estar mucho más contenido y, además, ya no cuenta con el factor sorpresa. Es evidente que Hillary –y el moderador- estaban preparado para las “donaldeadas”. Cuando las intentó –como aludir a la supuesta falta de energía de Hillary- la respuesta lo golpeó duro.

Una segunda conclusión es que a Trump le importa sobre todo hablarle a quienes identifica como sus votantes, y a nadie más. Es perfectamente conciente de que dice cosas imposibles de aplicar en caso de que triunfe, pero que tienen un impacto muy grande sobre esa porción del electorado. Eso explica lo que dijo sobre hacer pagar a los aliados, como Japón o Arabia Saudita, por los tratados de cooperación y seguridad mutua. Lanza cifras y cifras, todas monumentales, en muchos casos disparatadas, para reforzar la idea de que se gastan fortunas en cosas superfluas en lugar utilizarlas para “crear trabajos en casa”.

Es evidente que su campaña sabe que no podrá conseguir votantes que no pertenezcan a las clases bajas blancas deprimidas, asustadas por la posibilidad de perder sus trabajos por los acuerdos comerciales o la “relocalización” de fábricas, y con miedo a los “extranjeros”. Eventualmente, también recibirá votos de conservadores que odian al clan Clinton. Todos ya convencidos.

Los encuestadores dicen que estos debates modifican poco el panorama electoral, pero en comicios tan apretados como los de este año, todo suma.