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Una Guerra Fría con China, la peor de las amenazas de Trump

El mandatario electo de Estados Unidos prometió duras medidas contra Beijing. Una disputa comercial sería el peor escenario para la economía internacional.

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Tension. El Congreso Comunista chino se prepara para lidiar con un mandatario norteamericano hostil. Temor a un enfrentamiento entre las dos superpotencias. | AFP
El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, declaró a China como su gran adversario en la arena internacional. Su retórica durante la campaña apuntó contra Beijing, a la que acusó de manipular el tipo de cambio y utilizar prácticas comerciales desleales, al tiempo que prometió aplicar un arancel del 45% a las importaciones provenientes de ese país. Si bien aún nadie sabe si concretará sus beligerantes propuestas, ya incomodó al gobierno de Xi Jinping al dialogar telefónicamente con la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, desafiando el principio de “una sola China” que promueve Beijing.

Esta semana volvió a arremeter contra la potencia asiática. “China es responsable de casi la mitad de nuestro déficit comercial y no es una economía de mercado, ellos no respetan las reglas del juego, y llegó el momento de que empiecen a hacerlo”, afirmó Trump en un acto en Iowa. Pero ése no fue el único dardo contra el gigante asiático. “Si a China no le gusta, que se joda”, redobló la apuesta Stephen Moore, ex asesor económico del magnate inmobiliario, en referencia a la nueva política exterior de Washington.

En caso de que las dos principales economías del mundo se enzarcen en una guerra comercial, las esquirlas podrían afectar a todos los países, incluso a aquellos en vías de desarrollo como Argentina. Consultados por PERFIL, especialistas adelantaron que una guerra fría entre las dos superpotencias es posible, pero poco probable.

“En el extremo más moderado, la administración norteamericana podría aplicar derechos antidumping más agresivos a algunos productos chinos que amenazan la producción norteamericana, como el acero. En el extremo más radical, Estados Unidos podría promover la designación de China como un país que manipula el tipo de cambio, lo que lo habilitaría a imponer sanciones más generalizadas”, afirmó a este diario Roberto Bouzas, rector de la Universidad de San Andrés y director de la Maestría en Política y Economía Internacionales.

Por su parte, Sergio Cesarín, investigador del Conicet, también cree que una guerra comercial sería el peor escenario. “La interdependencia comercial y financiera es muy alta. De darse, entrarían en juego fuerzas tectónicas y la economía mundial sufriría enormemente”, consideró el profesor de la Universidad Nacional de Tres de Febrero.

Estímulos. Sin embargo, el presidente electo tiene incentivos para mantener un vínculo cordial con Beijing. Si grava las importaciones chinas, los precios de esos productos subirán en Estados Unidos, golpeando el bolsillo de los consumidores. Una de las prioridades de Trump es lanzar un megaplan de obras públicas, que podría ser financiado en parte por China, uno de los mayores compradores de bonos del Tesoro de EE.UU.

Pero Trump es indescifrable. ¿Revertirá el histórico acercamiento de Richard Nixon y Henry Kissinger con Mao Zedong, bautizado “la diplomacia del ping pong”? La respuesta está guardada bajo cuatro llaves en la cúspide de la Trump Tower de Nueva York.


Cómo impactaría en Argentina

En caso de estallar una temida guerra comercial entre Estados Unidos y China, Argentina no sería indemne y sufriría un duro revés económico. “Somos un país absolutamente débil. Tenemos una economía que no crece, no recibe inversiones y no ha logrado construir confianza internacional suficiente”, explicó a PERFIL Sergio Cesarín, especialista en el gigante asiático.

—¿Cuál sería el efecto de ese escenario en la Argentina?
—Hoy por hoy, hay incertidumbre con respecto a qué pasará con las tasas en Estados Unidos. Eso está acompañado por una degradación de la calidad de nuestras exportaciones a China. No pudimos ingresar a ese mercado con productos de mayor valor agregado. Si hay una guerra comercial, preveo una mayor sujeción financiera de Argentina con respecto a China. Somos un país bastante comprometido. 

—¿Por qué no se logró diversificar las exportaciones a Beijing?
—Siempre se dijo que es por una cuestión de escalas. China tampoco quiso comprar otros productos. Tiene preferencia por otros mercados. Se trata de una mezcla de factores, entre ellos la lejanía, las cadenas logísticas, la escasa competitividad argentina y la falta de escala. Si se mira la canasta exportadora, hubo decrecimiento en valor agregado. Nada augura que mejoremos esa ecuación en el futuro, pese a que somos socios estratégicos. Pero es una relación en la que hay un socio estratégico, que es China, y nosotros, que somos un socio muy minoritario.

—¿Quiénes serían los ganadores y quiénes los perdedores en ese enfrentamiento?
—En ninguna guerra hay un ganador. La pérdida sería para todos los actores porque habría un efecto de transmisión en la economía internacional. La crisis de 2008 fue global, y si sucede esto sería muy desastroso para todos. Para EE.UU. sería muy perjudicial. China ralentizaría su crecimiento. Hace al menos 15 años, los chinos elaboran escenarios de mayor endurecimiento del proteccionsimo comercial mundial.