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A Diana Carolina la mató Ecuador

Un femicidio desató una ola de violencia en contra de los venezolanos que residen en ese país. El Gobierno ecuatoriano para desligarse de su responsabilidad fomentó la xenofobia en las calles.

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Venezolanos son agredidos en Ecuador tras un femicidio | Captura de video

Un hombre corre despavorido por la calle. Es de noche. Otras dos personas lo siguen a pocos metros. En su desesperación pierde el equilibrio y se estrella contra el pavimento. A pesar de la violenta caída, se reincorpora con rapidez pero sus captores lo alcanzan. Lo golpean. Lo tiran nuevamente al piso. Le gritan "asesino", "venezolanos asesinos", "regrésate a tu país". El sujeto golpeado logra levantarse y emprende la huida, mientras sus victimarios lo dejan perderse entre la oscuridad, no sin antes gritarle algunos improperios como para que no tenga duda de que capaz la próxima vez no va a poder escapar. No lo va a poder contar.

Esa escena que a cualquier persona le generaría dolor se está repitiendo desde el pasado fin de semana en las calles de la ciudad de Ibarra, en el norte de Ecuador. Allí, en esas mismas calles donde Diana Carolina Ramírez Reyes, de 22 años, perdió la vida frente a transeúntes y policías, que no lograron impedir que Yordy Rafael L.G., quien era su pareja y de la cual estaba distanciada, le propinara tres puñaladas mortales en el tórax. Fue un doble crimen. Diana estaba embarazada.

Ecuador: venezolano acuchilló a una mujer y desató la xenofobia y el control a migrantes

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El cruento hecho quedó registrado en celulares de personas que transitaban por el lugar el sábado por la noche. La inacción policial quedó grabada. El morbo ciudadano también. Y ahora, la indignación. Horas después del femicidio, el presidente de la República, Lenin Moreno, envió un desatinado comunicado, en el que prácticamente responsabilizaba por el hecho a la apertura que se ha dado a los ciudadanos venezolanos para que ingresen al Ecuador, porque el asesino de la joven era de esa nacionalidad. ¿Desde cuándo un crimen es algo atribuible a nacer en un determinado país? ¿Por qué responsabilizar a aquellos que vienen huyendo del conflicto político y social que los asfixia y del que buscan salir adelante trabajando?  ¿En qué momento la insensibilidad se adueñó de los ecuatorianos?

Con la visión sesgada de un mandatario que pareciera aprovechar esa coyuntura para intentar frenar el ingreso de ciudadanos de Venezuela al país, se desató una ola de xenofobia, en la que familias inocentes se están viendo afectadas. Les tiran piedras, los insultan y varios fueron forzados a huir a Colombia para poder salvarse de las agresiones de los que creen que defienden a su país. Pero no es así. A esos mismos habría que preguntarles: ¿Por qué no interceden cuando una mujer está siendo agredida en la calle? ¿Por qué no lograron evitar que tres ECUATORIANOS violaran y empalaran a Martha en un bar de la capital? ¿Por qué no dejan de comentar en redes sociales y demás sitios web que son las MUJERES las culpables de que las violen y las maten?

Estamos en una época en la que finalmente las mujeres pudimos alzar nuestras voces para contar toda la opresión, acoso, violencia y abusos que vivimos en silencio. Porque hablar era mal visto. Porque contar que fuiste violada era manchar a tu familia. Porque no ceder ante el acoso de un hombre te ponía en desventaja en cualquier ámbito. Porque gritarle a un morboso en la calle era incitarlo a que te ofenda. Porque tu cuerpo no era tuyo. No lo podías defender. Ni proteger. 

El hombre venezolano durante el brutal crimen de la joven ecuatoriana.

Y ahora ese mismo odio que ha hecho que miles de mujeres pierdan la vida es el que destinan hacia los extranjeros procedentes de Venezuela. No entendieron nada. A Diana Carolina no la mató Venezuela; la mató Ecuador. La mató un país en el que los policías no pueden actuar para salvar tu vida, un país en el que no puedes caminar sintiéndote libre, un país en el que si te violan es tu culpa por provocarlo, un país en el que puedes ir a un bar y volver con los genitales destrozados. Y también serás responsable de ello, por no cuidarte.

En esas mismas calles donde Diana Carolina fue asesinada, decenas de mujeres son acosadas. En esas mismas calles, jóvenes caminan con temor por el simple hecho de ser mujeres y vivir con la prohibición de "andar solas", porque si nadie te acompaña puedes encontrar la muerte en cualquier esquina. Y será tu culpa.

Soy ecuatoriana y escribo estas dolorosas líneas desde el sur del continente. Fui acogida por una tierra que me extendió sus brazos y donde nadie me apuntó con un dedo por ser extranjera. Camino por calles en las que observo una diversidad cultural impresionante, variedad de acentos y de idiomas que coexisten en un mismo espacio y que hacen que este país sea todavía más grande.

Recuerdo que hace unos meses leí un artículo de la BBC  que me produjo mucho orgullo. La nota señalaba que "Ecuador es el país de América Latina que más refugiados recibe, pero también es considerado como uno de los líderes mundiales en relación con el trato que otorga a quienes concede ese estatus". Los datos se desprendían de un informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Lo vi compartido en las redes sociales de varios contactos, quienes aplaudían ese logro alcanzado por un país pequeño, pero que acogía a todos por igual.

Me pregunto ahora qué pasó con eso. El dolor me embarga mientras mis dedos se desplazan por el teclado. Me duele Diana Carolina, me duele Martha, me duelen todas las historias de asesinatos de mujeres que cubrí como periodista para un canal ecuatoriano, pero más me duele que un FEMICIDIO se convierta en la excusa para dar paso a la XENOFOBIA.

En lugar de golpear a gente inocente e iniciar una cacería sin sentido, deberíamos replantearnos nuestra postura como sociedad frente a los femicidios y violaciones. Deberíamos alzar nuestra voz, salir a las calles y exigir protección. Para todos. Hombres y mujeres. El Estado debería poder garantizar que la muerte no nos va alcanzar en una calle por la inseguridad, por la delincuencia, por el odio. Porque a Diana Carolina sí la mató un país... un país llamado Ecuador.