La revolución de internet, en nuestra vida, hoy ya evidencia temas epocales, hábitos nuevos, dispersiones, éxitos en las búsquedas y un sinfín de posibilidades.
Vivimos en un ambiente digital que no percibimos, como el aire que respiramos, que es imperceptible a nuestra conciencia diaria.
Estamos en una era que quizás se llame digitozoica, que se percibe liquida, donde lo solido se desvanece en el aire, sino lo profundizamos o lo atamos a valores.
El entorno digital nos ha modificado nuestra forma de conexión con la realidad, la dependencia con la tecnología sino le damos espacio a nuestra propia existencia, traerá un deterioro creciente de la voluntad y con ello del autodominio.
Lo digital nos trajo el hábito de exigirnos tener todo de inmediato, instalando en nuestras vidas el síndrome de la inmediatez, entonces, la frustración, la tolerancia, el esperar, los esfuerzos pasaron a segundo plano.
Con ello se generaron tensiones y afecciones, que son producidas cuando no tenemos respuesta inmediata, la idea de no querer renunciar a nada, conforma una falsa creencia de que lo tenemos todo, tiempo, eternidad, espacios, objetos, han aumentado los trastornos de ansiedad y las depresiones, la angustia por la insatisfacción es hoy tren topic en la consulta.
Pero la inmediatez nos vulnerabiliza, sino la podemos manejar, crea falsas expectativas de logros, ¡de que se puede conseguir todo ahora! Y esto no es real, el tiempo se encapsula en un reloj, el tiempo se evapora en la postmodernidad, pero el tiempo es necesario para toda la existencia de la humanidad.
De cualquier manera, es una época de acomodaciones, siempre estaremos a tiempo de gozar que no todo es inmediato, no todo se tiene que etiquetar o no a todo le debo clavar el visto, que me puedo tomar el tiempo de reflexión, que nadie nos puede sacar nuestra autonomía, debemos trabajar y por sobre todo para las generaciones venideras, que el esfuerzo de persistir es necesario, que no todo se consigue ya, que debemos re construir escenarios donde se pueda pensar, esperar y generar solidez.
La autora es decana de la Facultad de Psicologia y Psicopedagogía USAL
