OPINIóN
Política en crisis

¿Gobierno de coalición o de egos en colisión?

La política y lo político es primariamente la gestión de los egos, algo ya estudiado y validado desde Hobbes hasta la más posmoderna teoría social y política.

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Sesiones. Mientras el Presidente se defiende y dice que no miente; ella calla y gesticula. | cedoc

No es la primera vez que ocurre pero sí la primera vez que bajo la conceptualización de coaliciones. La política y lo político es primariamente la gestión de los egos, algo ya estudiado y validado desde Hobbes hasta la más posmoderna teoría social y política.

Ahora bien, hace bastante tiempo venimos diciendo que no concordamos con la idea de una coalición de partidos o agrupaciones o frentes partidarios. Argentina pierde su sistema de partidos nacionales y populares con la emergencia de la Alianza y pasa a tener coaliciones. Pero, post 2001, nuestra democracia ya deja tener vigente un esquema de coaliciones partidarias. Tenemos sin duda coaliciones personalistas, que mudan de ideología, nombres de frentes u oferta electoral según los cambios de época.

¿Se rompen las coaliciones?

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Si esto es así, Cristina con sus última intervenciones lo dejó más que claro y puso en su real dimensión y lugar a Alberto Fernández. El problema es que además pone contra las cuerdas al presidente que ella eligió en la fórmula y tiene a parte de su grupo en el mismo poder ejecutivo que expresa no ser funcional, es decir, ejecutivo.

Cristina en este sentido, a diferencia de el ex presidente Néstor Kirchner, maneja una administración de egos más cercana a la de intereses en dónde el conflicto puede escalar a puntos impensados por que entiende que son peleas entre personas que no comprometen a las instituciones en tanto son las personas las que restituyen el poder al sistema. Se ordena lo político y la política desde la voluntad, no desde  la ley, importa el líder y el populismo no la constitución y los roles de los poderes.

Esta visión, pragmática, no es tributaria únicamente del Kirchnerismo pero hoy es quien está en el poder con el liderazgo de Cristina y la puesta en escena institucional del presidente bajo fuego amigo o comunicación negativa del propio grupo ideológico.

 

Tenemos sin duda coaliciones personalistas, que mudan de ideología, nombres de frentes u oferta electoral según los cambios de época.

 

Así, todavía hoy, cuesta ver un doble comando, un poder bicéfalo. Lo fue en la conformación de la fórmula para las elecciones pero después de la salida de la pandemia ese esquema de poder dejó de existir. Lo que no sabemos es como van a cohabitar en este extremos de tensión que propone a diario el liderazgo de Cristina. ¿Habrá una colisión finalmente o una nueva coalición de personalismos que evite el crash institucional? No sabemos.

Lo que si podríamos comenzar a pensar es que desde Juntos por el Cambio, esta lógica también puede ser una dinámica preocupante de darse en iguales condiciones en tanto hay muchos liderazgos y todos se aprestan a pensar con alguna razonabilidad que el sillón de Rivadavia va a ser ocupado por otra persona.

En este caso, el Radicalismo rejuvenecido, el Pro nuevamente empoderado y Carrió, que ya avisó que la república la necesita, tiene en su interna potencialmente el mismo problema que debe ser regulado y con reglas fuertes para no hacer eclosionar este otro gran espacio de pugna de intereses en coalición. De no ser así los acuerdos electorales no durarán mucho por que lo que se viene para gestionar es penuria.

 

El Frente de Todos y la necesidad de un verdadero gobierno de coalición

Entonces, la foto final nos muestra que hoy la política se volvió una micro política de un nivel bajo, de corto aliento, sólo de gestión de intereses y en dónde los proyectos macro no emergen ni las políticas públicas o de Estado están sobre la mesa. Más que gobierno tenemos administraciones ocasionales y de baja calidad en la provisión de bienes públicos a un costo social altísimo. 

De ser así, no sería raro pensar en que nos encontremos cada vez más con escenas en una sociedad más que expectante, desesperada, más que movilizada, indignada, poco alentada por participar y debatir en sus municipios, gobiernos provinciales o instituciones nacionales, y por ende más expuesta por imperio de la grave realidad a exigir, demandar, sin medias tintas. 

Todo esto es un fenómeno resultante de dos décadas de grieta, sin dudas, que se muestra como atomización y que comienza a evidenciar que el 2001 no fue suficiente como lección para la clase política y entonces los egos de los outsiders, los extremistas, los variopintos vecinalismos, incluso los que rememoren los 90 y los desencantados o apolíticos, sean los que definan la elección y determinen la gobernabilidad en todos los niveles de gobierno en el 2023. 

Si el poder tiende a huir del vacío es muy probable que ahora la gente también se oponga a buena parte del establishment exigiendo más macro política pública y menos administración que sólo gestiona intereses de turno

 

Javier Adrián Cubillas

Analista de Asuntos Públicos