En un contexto mundial signado por una gran efervescencia colectiva, se alzan las voces del complejo entramado social, en pos de manifestarse y reclamar colectivamente. Los reclamos se orientan a señalar la injusticia social, la contaminación, el calentamiento global y la falta de equidad de género.
Todas estas problemáticas inciden en el diseño y desarrollo de los productos de consumo. La moda es imitación colectiva (Roland Barthes en “El sistema de la moda”), y siempre funcionó como termómetro de la realidad social. Es por eso que vemos cómo adopta estos manifiestos y se los apropia.
En el Fashion Revolution (movimiento global que realiza campañas para concientizar y reclamar mayor transparencia en la cadena de suministro de la moda) ,pocos días atrás, la sostenibilidad tuvo un enfoque clave. El origen de los materiales, la transparencia en los procesos productivos, el comercio justo, la inclusión social, el rescate de las artesanías, la veracidad en la comunicación de marca, la ausencia de estereotipos dictatoriales y la actitud reflexiva de los consumidores fueron algunos de los temas que se debatieron en cada uno de los eventos realizados.
El diseño éticamente responsable surge de la necesidad de proclamar una ética en el consumo, impulsado por una generación que intenta contribuir y construir una sociedad más justa.
Cómo son los argentinos a la hora de reciclar
La Generación Z y los millennials constituyen, hoy en día, el 75 por ciento de la fuerza laboral en el mundo, según un informe de WGSN. Estos jóvenes y grupos que antes no tenían voces, dando un nuevo sentido de vitalidad y cambio, con poderes nuevos, optimistas y con aspiraciones, exigen transparencia, ética y conciencia social a las empresas y a los productos que consumen.
Tanto las nuevas generaciones como las comunidades marginadas encuentran y utilizan sus voces y poderes para instigar el cambio. Requieren que las corporaciones practiquen la responsabilidad social y sigan un código de ética claro.
De este modo, el diseño se centra en apoyar la creatividad local y conectarla a escala global, además de aprovechar el poder de las empresas para crear un cambio real en la sociedad, capacitar a los grupos desfavorecidos e incluso solucionar problemas sociales más amplios, desde la vivienda hasta el bienestar de la comunidad.
Esa actitud de “hacer” es cada vez más reconocida en los mercados emergentes como una fuerza impulsora en la creatividad global. Algunas marcas ya vienen avanzando fuertemente en la implementación de estos conceptos. Por ejemplo, Adidas desarrolló el nuevo modelo de calzado “Futurecraft Loop”100% reciclable. H&M realiza prendas con desechos cítricos para su línea “Conscious Exclusive”.La empresa suiza de accesorios Freitag lanzó una nueva línea de ropa 100% biodegradable a partir de un nuevo tejido compuesto por fibras vegetales que, una vez terminado su ciclo útil, sirven de abono para las plantas. Patagonia, finalmente,continúa con el “Worn Wear Tour”, permitiéndoles a sus clientes reparar indumentaria dañada de cualquier marca, fiel a su lema de alargar la vida de los productos.
Estos desarrollos demuestran que, cada vez más, las empresas deben escuchar y evitar los clichés publicitarios con mensajes fabricados. Es que la nueva generación de consumidores exige evidencia, no retórica.
* Diseñadora de indumentaria especializada en sustentabilidad, docente e investigadora de la Universidad de Belgrano.
