OPINIóN
CENTENARIO DE EVA PERÓN

Evita desafía el camino único

En sólo siete años de vida política entró para siempre en el corazón del pueblo peronista, en la memoria de los argentinos y en la historia universal.

Eva Duarte de Perón
Eva Duarte de Perón | CEDOC

Si Eva Duarte hubiese aceptado ir por el único camino asignado a las mujeres en la Argentina de su época, nunca hubiese sido Evita.

Manuel Belgrano podría haber pensado que el camino de ser abogado en la colonia era menos riesgoso que ser un revolucionario. Juana Azurduy no quiso ser capitana de su patio, por eso reunió a diez mil combatientes luchando por nuestra libertad. Si el coronel Perón hubiese aceptado que su único camino terminaba en la Isla Martín García nunca hubiese sido el General.

Evita no quiso ser una mujer al margen del poder. En sólo siete años de vida política entró para siempre en el corazón del pueblo peronista, en la memoria de los argentinos y en la historia universal. Lo hizo desafiando a los poderes tradicionales, esos que siempre ensalzan la quietud porque quieren que las cosas se queden como están. Es decir, que las cosas se queden tal y como las ordenaron ellos, “orden de arriba y lágrimas de abajo”.

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En esa Argentina nadie esperaba de una esposa presidencial ese espíritu rebelde. Ninguna primera dama había restituido el litigioso lenguaje de la política y sus símbolos.  Un inmenso pueblo desposeído encontró en esa joven veinteañera la voz que su dignidad necesitaba. Evita le puso corazón al peronismo. Fusionó la política con el deseo, la responsabilidad con la pasión. Eso explica en parte la dimensión del amor y del odio que su figura despierta.

Las mujeres insumisas como ella abren nuevos caminos y encuentran siempre la resistencia de la envidia, de las inseguridades y del machismo. Eso sigue pasando, pero pasará cada vez menos. Es nuestra contemporánea, porque su camino hace retornar en clave de género los principios de soberanía económica, de independencia política y de justicia social, que brota del sentimiento de solidaridad. De nada valdría un movimiento de mujeres en un mundo sin justicia social, supo anticiparnos.

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Evita politizó a las mujeres y feminizó la política. Por eso está viva. Enlazó por siempre la posibilidad de realización con la existencia de justicia social. Por eso nos inspira en la búsqueda del bienestar general.

Evita supo que había otros caminos. Y si hay otros, entonces no hay un único camino.