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¿Cómo se llega a octubre con una lectura de la realidad que no cierra?

El Gobierno cree que este es el curso de acción necesario para ganar en octubre.

Mauricio Macri, presidente.
Mauricio Macri, presidente. | NA

Por la tarde del jueves 7 de marzo, en medio del fuerte temporal, un avión sanitario que llegaba a Aeroparque tuvo problemas en el aterrizaje y terminó entre los pastos al costado de la pista. El aeropuerto permaneció cerrado por cuatro horas, pero afortunadamente no hubo ninguna víctima que lamentar. Se inundó y quedó fuera de servicio la estación de trenes de constitución, con toda la inversión que se había hecho de ello y fue comunicada por todos los medios como un cambio y solución definitiva. Fue un cierre muy simbólico para un día en el que también aparecieron algunos nubarrones negros en la economía.

Me doy cuenta de que en Argentina hablamos mucho con metáforas aeronáuticas. El año pasado pasamos de las “turbulencias” a tener que “pilotearla”. En el círculo del poder, los ideólogos del macrismo empezaron a difundir la imagen del presidente como un “piloto de tormentas”. Este fue el apodo que en 1890 se le dio a Carlos Pellegrini, ni más ni menos que uno de los mandatarios más exitosos de la historia argentina.

Ya pasó casi un año desde los primeros grandes sobresaltos, y la economía sigue resintiéndose. El gobierno todavía asegura que la está piloteando, pero se hace difícil creerles mientras todas las alarmas están sonando en la cabina. La ciudadanía se debate ¿habrá que confiar en lo que nos dicen y seguir adelante, o será hora de cambiar al piloto?

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Más que manejarse bien en las tormentas, Macri es un especialista en decir que el día está soleado. Con la mirada puesta en el segundo mandato, nadie en el gobierno quiere aceptar la realidad. Prefieren seguir empecinados en su visión de la realidad, y guardarse las decisiones más duras, quizás, para el segundo mandato.

Los problemas de comunicación de Cambiemos vuelven a primer plano. Claro, siguen ahí y habrá que arrastrarlos por lo menos hasta las elecciones. En esta oportunidad, le tocó poner la cara al ministro de producción, Dante Sica, quien aseguró que el gobierno no está preocupado todavía por el alza del tipo de cambio.

Quizás Sica tiene razón en los papeles: el dólar se mantiene todavía más cerca del piso que del techo de la “banda de flotación” del Banco Central. Pero no es suficiente con razones teóricas para llevar calma al ciudadano que, después de toda una vida en Argentina, aprendió a desconfiar de los buenos augurios económicos.

Mientras tanto, Marcelo Tinelli aprovechó la oportunidad para presentarse como el abanderado de ese ciudadano común. “Ministro”, escribió en Twitter, “con mucho respeto, le digo que la gran mayoría de la gente está preocupadísima”. La repercusión de este tuit da cuenta de que en la política faltan liderazgos fuertes, capaces de abordar la situación (¿estará la mano de Durán Barba detrás, para restarle votos al peronismo?).

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A todo esto, tampoco es raro que se siga tratando de instalar la figura de Lavagna como posible candidato presidencial. Él también fue llamado “piloto de tormentas” cuando estuvo al frente del Ministerio de Economía, y mantiene una buena imagen, pero también un gran desconocimiento. Las aspiraciones lavagnistas dependen casi exclusivamente de que al gobierno no le cierren los números.

Tampoco hay que olvidarse que Lavagna pudo ser Lavagna porque antes que él hubo otro gran piloto de tormentas que fue Remes Lenicov, y que pagó todos los costos políticos, como cara de un ajuste feroz, mientras su sucesor se llevaba los laureles. Pero Lavagna no podría haber disfrutado del viento a favor si Remes no hubiera cumplido antes su penosa tarea.

Se dice que en el gobierno tienen muy presente esta historia, y especulan con una renovación de los ministerios si Macri logra la reelección. Sería el momento de deshacerse de los “Remes”, los ministros más asociados con el ajuste, para abrirle la puerta a los “Lavagnas”. Quizás le llegue el momento de Melconian, un tipo con calle y mística de victoria (recordemos que es hincha de Racing), y que sin duda cambiaría el humor de los mercados. Pero claro, primero hay que ganar.

Además, todo depende de que el gobierno tiene razón en lo que afirma con respecto a la crisis. La sociedad sigue sintiendo que no despega, que vive con tarifas del primer mundo y servicios del cuarto, que seguimos atando todos los problemas con alambre. El momento se presta para que aparezcan paracaidistas como Tinelli o para que los que delinquieron  y fueron responsables del desastre se nos aparezcan como angelitos, con grandes planes para volver y hacer borrón y cuenta nueva, blanqueo de imagen y olvido judicial.

El Gobierno cree que este es el curso de acción necesario para ganar en octubre, pero, ¿cómo se llega a octubre con una lectura de la realidad que no cierra? ¿Cómo decir que el aterrizaje va a ser tranquilo, cuando todo el mundo siente que se está por estrellar?