OPINIóN
Economía

Riesgo país, el miedo es el nombre del juego

Si bien los factores externos no ayudaron en las últimas jornadas, desde enero sobre todos los activos argentinos están jugando un partido aparte y sufren al compás del pulso político y las sorpresas inflacionarias.

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El pánico al riesgo argentino no dejó activo sin golpear. Si bien los factores externos no ayudaron en las últimas jornadas, donde se destacó la apreciación global del dólar, desde enero sobre todos los activos argentinos están jugando un partido aparte y sufren al compás del pulso político y las sorpresas inflacionarias. Todo esto en un entorno donde la sobrecargada posición técnica de los grandes inversores resulta desfavorable al riesgo argentino. Lo notable es que a nivel fundamental pocas cosas cambiaron desde enero, cuando el Riesgo País rondaba los 600 puntos. Incluso hasta algunas mejoraron, como el saldo comercial o fiscal. 

Pero ya nada de eso importa. El miedo es el nombre del juego. En este marco, la enorme caída que sufrieron los bonos argentinos -sobre todo los más cortos- no refleja tanto un mayor temor por la capacidad sino más bien por la voluntad de pago del próximo gobierno. Pero sería muy miope centrar el análisis solamente en ese aspecto, porque el problema es más amplio. Un factor de peso tanto o aún más importante es cuál será la capacidad política del próximo gobierno, cualquiera sea, para llevar adelante reformas difíciles e impopulares en un contexto donde el consumo tendrá poco espacio para crecer. Nadie lo sabe, pero seguro que no será fácil. Mientras tanto, todos sí sabemos que la experiencia de nuestro sistema político trabajando bajo situaciones de estrés en lo económico no es particularmente bueno. 

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Una pregunta interesante es si el programa vigente con el FMI amplifica o no estos temores. Se insiste con que el acuerdo debería permitirle al Banco Central intervenir con más fuerza y libertad para reducir la volatilidad del tipo de cambio en jornadas como la de este jueves. Probablemente una banda cambiaria en serio, bastante más acotada y con más potencia para intervenir sería hoy algo deseable, si bien es difícil que el FMI acceda. 

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No obstante, el meollo del asunto es que el financiamiento del FMI es para apoyo presupuestario. Los desembolsos en el segundo acuerdo se adelantaron -y ampliaron-porque la preocupación era que podían llegar demasiado tarde sobre todo en 2020. Ese temor fue removido. Pero ahora en el tercer acuerdo se permitió que una buena parte de los dólares se vuelquen al mercado cambiario para fondear las necesidades en pesos de este año. Entre líneas y a regañadientes, para de paso también contribuir a estabilizar el mercado cambiario. Pero, con una cosecha récord y un tipo de cambio real ya alto, ese financiamiento podría haber venido de mayores emisiones de deuda en pesos. Vender los dólares no era la idea original del acuerdo y no me gustó. Desde que se anunció esa medida a principios de marzo, el riesgo país no paró de subir. Los bonos más cortos han sido los más castigados. El miedo no es todo electoral.

PM CP