OPINIóN
Elecciones 2019

Elecciones y lecciones

Hasta octubre, se buscarán votos, pero evita hablar de cómo se van a superar los problemas estructurales de nuestra economía.

Mauricio Macri en la última reunión de Gabinete ampliado
Mauricio Macri en la última reunión de Gabinete ampliado | NA

La efervescencia electoral calienta el frío clima argentino. Mientras tanto, se hacen análisis tendientes a favorecer al mismo que los realiza. Danzan y danzarán hasta octubre, opiniones y operaciones para inclinar, para un lado o para el otro, la balanza de los votos. Este adagio que deslumbra a los medios, evita hablar de cómo se van a superar los problemas estructurales de nuestra economía.

Una andanada de medidas inconexas, aisladas, y con poco sustento técnico, inundaron las noticias en un intento del gobierno para rescatar el favor de las clases medias. Pero el paquete que se presentó como la solución para revertir la dura derrota electoral de Mauricio Macri, un disfraz de empatía ante la severa realidad de la gran mayoría de argentinos, está sustentado, nuevamente, en un grosero error de diagnóstico. Y, otra vez, como una patología, no se profundiza en los temas más importantes.

 

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La discusión política es casi inexistente, el pulso se mide por cuestiones vanas y eso se refleja en el estado de nuestro país. Mientras tanto, nos carcome una inflación, en palabras del presidente era “fácil de bajar”, pero contando la brutal devaluación de los últimos días -hecha a propósito según Martín Redrado- estará por encima del 60% anual, un desempleo de dos dígitos y una devastadora caída en la calidad de su calidad, una pobreza muy por encima del 30%, Agustín Salvia -director del observatorio de la UCA- ya adelantó que el número rondará el 35% y que probablemente se acerque inmoralmente al 40%. La fuga de dólares que pasó de U$S 8.520 millones en 2015 a 27.230 millones en 2018, evidenciando un severo problema estructural.

La capacidad instalada por la mitad, un complejo científico derrumbado, un voraz endeudamiento, que, en el primer trimestre de 2019, el stock alcanzó los 324.898 millones de dólares y, según un cálculo de la consultora Ecolatina, significa un 88,5% del PBI. El nulo crecimiento económico, negativo crecimiento para ser más exacto, porque el año pasado, el PBI cayó un 2,6% y para 2019 y 2020 se esperan dos años más de caída de la economía.

 

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Por acá se podrían explicar parte de las razones de lo que ocurrió el 11 de agosto. Pero el gobierno desiste de la oportunidad de intentar cambiar alguno de estos problemas estructurales, por lo menos como un acto patriótico, y poner primera para romper con todos estos inconvenientes. En cambio, se prefirió subestimar a la población con medidas que poco y nada van a ayudar.

En un país donde el 14,9% de los chicos de entre 2 y 17 años (1,6 millones) no realiza al menos una de las cuatro comidas diarias, sostener con bombos y platillos que la eliminación del IVA en alimentos bajará sus precios es una obscenidad.

Pero acá quiero creer que se debe, como dije más arriba, a un error de diagnóstico y no a un último esfuerzo por una transferencia de ingresos hacia sectores empresariales.

Ninguna de las medidas adoptadas hace eje en el verdadero problema y como tal, pueden ser presas de este. Las medidas paliativas son necesarias, pero tal como está planteada la cosa, abre, por lo menos, incógnitas de que no vayan a empeorar.

La propuesta del IVA no llegará al consumidor final, por la propia dinámica del impuesto, y se perderá en la cadena de comercialización. Está demostrado que la eliminación no se refleja en una reducción del precio, sino en un incremento de la ganancia por parte de las empresas productoras y comercializadoras.

 

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Los alimentos son indecorosamente altos en nuestro país, y con cada centavito que el dólar le roba al peso, suben más que otros bienes, inelasticidad se llama. Entonces no importa cuántos impuestos recorten o cuánta plata quiera volcar en la economía, lo que el gobierno debe hacer es controlar el dólar, lo que es necesario es saber cuánta leche se puede comprar con los pesos que tenemos y éste número no empeorará, si no sube el dólar.

Las naftas congeladas son otro ejemplo. Antes de congelar el precio, se debería generar las expectativas suficientes para que se le crea al presidente cuánto va a estar el dólar mañana, y escalonadamente ir llegando a un equilibrio, porque la espiralización puede estar a la vuelta de la esquina.

La volatilidad cambiaria es hoy, en una economía con fundamentos en muy mal estado, el mayor problema de corto plazo, no identificar esta dificultad y solo pensar en la elección sería gravísimo. La coyuntura política y económica, pero mucho más los argentinos, piden a gritos un modelo económico serio, sólido, que se sustente en la idea de pensar en la próxima generación y no en la próxima elección

Es imperioso controlar las expectativas devaluatorias, utilizar la robustez del Banco Central para despejar cualquier duda y que si “se decidió” que el dólar a $60 está cerca del equilibrio, se lo mantenga en ese orden, porque si el dólar vuelve a escaparse, la potenciable peligrosidad de dolarización masiva es grande y ahí el escenario es impredecible y que eso no ocurra tiene un solo responsable, Mauricio Macri.

* Analista Económico

@leoanzalone