OPINIóN
La columna de la USAL

Formar gestores educativos competentes: de la demanda a la oportunidad de transformación

En los últimos tiempos hemos estado asistiendo a una serie de cambios constantes y vertiginosos que obligan a re-pensar y re-definir conceptos y estrategias educativas.

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Los estudiantes necesitan profesores métodos educativos modernos. | Pixabay

Sin duda alguna, en los últimos tiempos, hemos estado asistiendo a una serie de cambios constantes y vertiginosos que obligan a los hombres y mujeres de todas las regiones a re-pensar y re-definir conceptos y estrategias. Las nuevas tecnologías de la información y comunicación (TICs) nos acompañan hoy en forma casi omnipresente y nos convierten en parte de una “aldea global”. Los tiempos han cambiado, y mientras antes los parámetros que permitían reconocer a un individuo exitoso o una sociedad exitosa estaban fuertemente asociados al status económico y social, con el advenimiento de la postmodernidad, tales parámetros están comenzando a ser determinados por el nivel cultural y educativo, surgiendo así la llamada “sociedad del conocimiento”.  Los propósitos de una educación homogeneizadora ya no tienen lugar en una sociedad global en donde la premisa de atender a la diversidad se encuentra presente en casi todas las agendas educativas del mundo.

A partir de ese escenario, surge el interrogante acerca de qué significa hoy una educación de calidad. A los fines de aproximarnos a una respuesta posible, podríamos esgrimir varios argumentos pero, sin lugar a dudas, la problemática de la formación docente no puede estar ausente de esta discusión; y del mismo modo, la formación en gestión educativa. La dinámica del mundo actual nos exige ser ciudadanos competentes pero no podemos pensar en estudiantes y graduados competentes sin antes pensarnos como educadores y gestores educativos competentes. En este sentido, es menester tomar cuenta de estas transformaciones y demandas sociales que, como suele suceder, tienen su correlato en la arena educativa.

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Este cambio de paradigma educativo conlleva a la necesidad de adaptar el currículum universitario a estas nuevas transformaciones sociales, económicas y culturales que exigen una propuesta curricular acorde a los tiempos que corren y en línea con las demandas actuales. En consecuencia, se espera que los estudiantes del siglo XXI puedan movilizar los recursos que tienen a su alcance y decodificar los conceptos teóricos aprendidos a fin de poder aplicarlos en sus realidades cotidianas, construyendo su propio aprendizaje sobre la base de situaciones complejas que le permitirán poder resolver problemas en una situación real.

En virtud de ello, resulta necesario que todos los actores de la educación se encuentren preparados para dar paso a estas reformas y los tomadores de decisiones en todas las instancias del sistema educativo se encuentren capacitados, además, para gestionar y conducir estos cambios. Esto se presenta como un verdadero reto para educadores y gestores educativos que deberán dotarse de nuevos conocimientos, estrategias y recursos que les permitan hacer frente a nuevas demandas, como manejar con soltura entornos virtuales, liderar equipos de trabajo colaborativo, gestionar procesos de cambio, diseñar proyectos institucionales, entre otras.

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En esta línea, quienes nos asumimos como agentes de cambio, con todas las implicancias que ello conlleva, tenemos el compromiso de ser guía de nuestros estudiantes,  de aprender a lo largo de toda la vida con una mirada abierta a la innovación y a los procesos de re-estructuración que tales innovaciones generan, de constituirnos en un liderazgo facilitador y de desarrollar, al mismo tiempo, competencias ético-valorativas que colmen de virtud estos procesos.  Hoy tenemos por delante este desafío, esta oportunidad.

(*) Por Leticia Perez. Especialista y Magíster en Educación con orientación en Gestión Educativa. Coordinadora del Postítulo en Dirección de Instituciones Educativas y Codirectora de la Maestría en Dirección de Instituciones Educativas de la USAL.