OPINIóN
Elecciones 2019

Comunicación política, la marioneta y los hilos

La baja calidad del debate mediático transformó la campaña centrada en contestar y destruir al oponente.

Campaña
en la comunicación política existe una ley fundamental: lo que un candidato diga tiene que importarle a alguien. | Néstor Grassi.

Pindonga y Cuchuflito aparecieron en el bosque. Miraron al Hada Virginal con recelo, que hacía corazones con la mano. Y mientras elegían productos de segunda categoría, escucharon al gato que decía: me siento bien porque es mi día y mi casa ya no se inunda”. No se trata de una historia de Disney, son las frases y dichos de nuestros candidatos, que compiten hoy por los puestos más importantes del gobierno Argentino. Bienvenidos al cierre de las PASO.

Spots cinematográficos con estética súper cuidada. Políticos con sonrisas hiper- entrenadas mediante largas horas de media coaching y oratoria. El público atento comienza a identificar  los hilos que mueven a las marionetas en el espectáculo de la comunicación política. Y esto es un verdadero desafío para la legión de consultores que rodea a los candidatos: de pronto, no alcanza con usar sólo maquillaje y usar las viejas fórmulas. Hay que hacer las cosas distinto.

Todas las fotos de las PASO 2019

Pero esta idea tuvo un límite claro porque las primarias 2019 estuvieron signadas por el pragmatismo, y esto afectó el estilo y las formas de la comunicación. Ambos márgenes de la grieta visualizaron desde el principio una polarización que los iba a llevar a un final cerrado e incierto. A partir de allí, la matemática electoral (cierre en Córdoba para Macri y en Rosario para Fernández)  dejó en evidencia esta idea de dejar la innovación de lado y contar los votos de a uno.

¿Qué comunicamos?

Los pocos spots publicitarios de prolija confección que fueron transmitidos, se sirvieron a la mesa acompañados por un variopinto conjunto de insultos, denuncias, chicanas y alguna metáfora de dudosa calidad. Y a su vez, estos fueron los disparadores de un gran caudal de noticias que se compartieron en medios de comunicación y redes sociales.  También, como el gran público anticipaba, se produjo una ausencia casi absoluta de propuestas concretas.

Y esto es un problema, tanto para las redes digitales o para los medios tradicionales. Porque en la comunicación política existe una ley fundamental: lo que un candidato diga tiene que importarle a alguien. La baja calidad del debate mediático en las PASO transformó la campaña en una rencilla endógena, más preocupada por contestar y destruir al contrario que por expresar algo que tuviera que ver con la realidad del ciudadano. Una suerte de dialéctica hegeliana devaluada y alejada de las inquietudes reales de las personas.

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El producto que nos deja esta experiencia es un cuerpo social absorto en las pugnas y ofensas que nuestros líderes políticos desplegaron entre sí. Y la sensación de que –gane quien gane- nadie comprende muy bien como se hará para sacar el país adelante.

El marketing político le ganó a la comunicación política: los candidatos se parecieron demasiado. Tuvieron las mismas actitudes. Se transformaron en productos de consumo masivo, disponibles en la góndola. Podríamos en este sentido declarar el fin de la personalidad del candidato y de las ideas motorizadoras que hicieron que un estudiante (the unknown rebel) se parara frente a un tanque Tipo 59 en la plaza de Tiananmén de la República Popular China en 1989. Doña Florinda y Don Ramón parecen quedar arrastrados por el hipnótico mesmerismo digital-audiovisual de la pantalla. Pero atención: aunque no lo parece, ellos ya están viendo los hilos que manejan la marioneta.

* Decano de la Facultad de Ciencias de la Educación y de la Comunicación Social Universidad del Salvador.