OPINIóN
Coronavirus en AMBA

La cuarentena peronista

Cuando los pueblos agotan su paciencia, hacen tronar el escarmiento. O el aislamiento.

martin insaurralde alberto fernandez 20200613
Marzo, 2020. El intendente se saluda con el presidente Fernández. La confirmación de su diagnóstico preocupó a toda la Casa Rosada. | Noticias Argentinas.

A excepción de un canal a veces oficialista, a veces opositor, ya nadie cuenta los días de cuarentena. ¿Para qué? Si no sabemos cuándo acaba ni cuándo llega el pico. Estar en el día 86 del aislamiento social, preventivo y obligatorio o en el día 200 en Buenos Aires no tiene grandes diferencias. Nadie en la región metropolitana tiene claro el esquema de restricciones entre Ciudad de Buenos y el conurbano. Tampoco los horarios de apertura de comercios ni los rubros habilitados. La crisis económica y la necesidad hicieron lo que la legalidad de los DNU todavía no permitió: abren todos, y con protocolo hecho a medida del dueño del local.

Lo sabe bien el ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Gollán. Lamenta la reapertura de hecho en ciertas zonas de la Provincia, donde algunos disfrutan de la pasión runner y las salidas recreativas como si vivieran en Palermo. La Provincia adelantó algunos protocolos y medidas de monitoreo en los municipios que avanzan en el control de la pandemia. Hace años, los viejos peronistas -grupo de riesgo en términos cronológicos pero siempre vigente en la rosca política- bromeaban con las frases del General. “No es que nosotros seamos tan buenos, sino que los demás son peores”. Hoy, “los peores” son el primer cordón del conurbano bonaerense, donde los contagios se extienden al precarizado personal de salud, las fuerzas de seguridad y hasta al intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde. En la revisión de los contactos estrechos alrededor del jefe comunal hay, por ahora, un sólo caso de COVID-19 positivo: el del vicepresidente de la Fundación BAPRO, Alejandro Alegretti. Ambos habían participado el miércoles de una reunión del Comité Operativo de Emergencia de la Municipalidad de Lomas de Zamora.

 

"Lo peor está por venir, no es momento de dilapidar lo que logramos entre todos"

 

La mala noticia de Insaurralde prendió el alerta en la Casa Rosada: el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, había estado con él días atrás. Cuando el intendente confirmó su diagnóstico, el titular de Desarrollo Social estaba en La Rioja con el presidente Alberto Fernández y otros integrantes del Gabinete Nacional. De ahí, planeaban ir a Catamarca, la única provincia que es ajena a la pandemia. La visita se canceló. El hisopado de Arroyo dio negativo y cumplirá aislamiento preventivo durante algunos días. Sin caer en deseos miserables ni humor sin gracia, hay un lado positivo en todo esto: discutir la imperiosa necesidad de hacer actos políticos presenciales. Semanas atrás, el presidente Fernández se abrazaba con el gobernador de Formosa Gildo Insfrán, en tiempos donde el barbijo bien colocado y la distancia social son determinantes para frenar el contagio. Se suponía que “el hombre es bueno, pero si se lo vigila es mejor”. Desde ayer, todas las piezas de comunicación gubernamental del intendente Insaurralde (y las presidenciales también) son revisadas con espíritu de VAR. Acaso sea la abstinencia futbolera, pero las imágenes no son alentadoras: los mismos que piden que nos quedemos en casa se tocan entre sí, se sientan a menos de un metro y medio de distancia y hasta hablan con tapabocas mal puestos o sin ellos. Algunos, hasta abrazan a vecinos y desconocidos para la foto. Concientizar a la población en torno a la prevención del coronavirus es una buena manera de cuidarla. Dar el ejemplo, también. Después de todo, lo que hacen es tan arriesgado como los desaforados amantes del deporte que coparon las plazas porteñas en las primeras noches heladas en la Ciudad.

Nosotros tan ASPO, ellos tan DISPO. El avance progresivo de la cuarentena -y los resultados en cada región del país- construyó un monstruo de variables que analizan nuevos contagios, tasa de duplicación, tasa de letalidad, mortalidad, etc. Detrás de ellos, el factor que puede tirar todo hacia atrás es, junto a los políticos hacinados para la foto, la responsabilidad ciudadana. Puede tirarlo y pudo. Necochea, un baby shower a escondidas provocó un rebrote: el bebé de la fiesta nació con coronavirus. Olavarría: próxima a reabrir, volvió a fase 1 después de una cadena de contagios. Con 80 casos confirmados, este viernes, registró el primer paciente muerto por el virus. Tenía 81 años y vivía en un geriátrico. Laprida, casi en fase 5, detectó 7 nuevos casos. Colón (Entre Ríos), amigos compartieron mates en un gimnasio. En una semana, registraron 18 contagiados. Aislados en un hospital, pidieron pizza y helado. Preocupados por su condición, subieron las fotos en redes sociales. Por suerte, la revista TIME no incluyó estas idioteces en su positiva evaluación sobre la experiencia argentina. Los del AMBA miramos con añoranza (y envidia), mientras nos convertimos en aspiracionales del DISPO, una etapa que parece no llegar nunca.

Este jueves, Nación autorizó al gobernador Axel Kicillof a actualizar las fases de acuerdo a la situación sanitaria en toda la Provincia. Este sábado, el ministro de Salud de la Nación, Ginés González García; el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y el gobernador bonaerense se reúnen por Zoom para analizar medidas conjuntas para todo el AMBA. Los operativos del Programa Detectar dieron los resultados esperados: la detección temprana del virus y el mapeo preciso de las zonas más calientes del AMBA. A 15 días de la próxima revisión del aislamiento, casi ningún partido del Gran Buenos Aires estaría en condiciones de pasar de fase.

Con cierta autocrítica por la demora en Nación para rastrear de forma activa los casos, González García advierte que “lo peor está por venir”. Un día antes, su par en Ciudad, Fernán Quirós, utilizó las mismas palabras. Alineado a ellos también está Gollán, que propone articular medidas equitativas para Ciudad y Provincia. Para alguien en aislamiento, no hay nada mejor que otro en aislamiento, y esa será la apuesta si no se desacelera el crecimiento de los contagios. El punto es el modo: aunque las autoridades se muestren unidas, ya no hay consenso social ni actitud responsable para volver a la fase 1.