Alejandra Castro Rioseco: "La educación está hecha para formar obreros, no artistas y pensadores"

Chilena de nacimiento y ciudadana del mundo por trabajo y placer, Alejandra Castro Rioseco es una ingeniera civil y mujer de negocios a quien el mundo del arte la ha atrapado por completo."Siempre llevé lo llevé en la sangre, porque mi familia estuvo relacionada; pero cuando nació mi hija hace 14 años cambió por completo la perspectiva". En ese momento creó "Mujer Opina", una ONG que busca empoderar a la mujer actual y ese trabajo le permitió vivenciar la desigualdad que existe en el mundo de las mujeres. Para esta joven chilena ser solidaria es una obligación, apoyar a otras mujeres un deber.

En diálogo con Perfil USA desde el Met de New York, a donde viajo para asistir a la apertura de la muestra de Lucio Fontana dijo "Hay mucha desigualdad en el mundo de las mujeres. Se ve en los planos de la educación, del trabajo, de los sueldos que cobran las que trabajan. En ese tiempo fui conociendo todo tipo de mujeres y vi que el arte, sobre todo hecho por mujeres, es muy potente para retratar esas brechas". 

A su vez, comenzó a coleccionar arte hace 17 años, "Siempre me incliné a ver lo que hacían las mujeres", cuenta con pasión y va relatando cómo fue ingresando de a poco en directorios de diferentes museos, para estar en el lugar donde se toman las decisiones. Hoy forma parte del board del Museo del Barrio y del Guggenheim de Nueva York, también de la Fundación Chopin de jóvenes pianistas. Porque para poder cambiar algo, las mujeres debemos estar en los lugares donde se toman decisiones", dice con la firmeza y la cercanía que la caracterizan, recordando en cada frase que la lucha feminista es uno de los motores de su vida.

"El coleccionismo es una forma de vida, no es un negocio ya que el arte no es rentable. Generalmente el coleccionista es una persona de negocios y mediante ellos obtiene el sustento para dedicarse al arte y la filantropía. Al coleccionismo no lo mueve otra cosa que el puro amor por el arte. Pero no hay que dejar todo en manos de los que tienen dinero, aunque resalto que es una obligación. También se puede hacer mecenazgo en pequeña escala, donando un instrumento o siendo mentor", destaca Castro Rioseco.

La meta de Alejandra es poder armar una gran muestra de arte Latinoamericano hecho por mujeres en Argentina.

Consultada sobre el malestar que produjo entre la red de conceptualistas la venta del patrimonio del artista Juan Carlos Romero, dio una visión diferente. Lejos de escandalizarse, ella cree que se debe respetar los motivos de la familia para desprenderse de la obra. Y que reacciones semejantes no hacen otra cosa que poner una señal de alarma en los coleccionistas privados. "La familia tiene todo su derecho a vender como el coleccionista a comprar. Eso es algo entre ellos. Se podría negociar alguna forma de exhibición o una vía alternativa, pero no quitarle el derecho a la persona que ha adquirido esas obras en forma lícita. Hay que tener una mirada a largo plazo y no proceder de una forma violenta y vulgar, tan alejada de lo que es el mundo del arte", resalta. 

En cuanto a los programas educativos y el arte, la empresaria ve muy mal la forma en la que están planteados los programas: "La educación está hecha para formar obreros, no artistas y pensadores. Por eso me encanta la nueva generación que es totalmente libre y estudia lo que le gusta y no se ata a nada. En los programas educativos hay poca música, poco arte. En los concursos de piano los ganadores son asiáticos porque en América Latina se está dando poco espacio a la enseñanza de la música. Los colegios no tienen instrumentos, no tienen elementos de plástica...", se lamenta. 

Su agenda y sus planes están en movimiento permanente: su meta es poder armar una gran muestra de arte Latinoamericano hecho por mujeres en Argentina. Demuestra una gran admiración por el país y considera que Buenos Aires es el lugar indicado. Posee en su colección artistas como Mariela Scafatti o Marta Botto y sostiene que hay muchas más por descubrir y que necesitan ser apoyadas. Y para ello, desde New York, Dubái o desde donde la obligación y el arte la encuentren, estará ella.