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Estaban a punto de realizarle una operación a corazón abierto, pero se abrazó al running y salvó su vida

Estaban a punto de realizarle una operación a corazón abierto, pero se abrazó al running y salvó su vida. <b>Galería de fotos</b>.

Liz Maiuolo, runner.
"El running me dio el poder de tomar mi cuerpo para mí. Empezar a correr fue muy difícil, pero lo hacía feliz. Sentía que mi cuerpo volvía a ser mío", expresa Elizabeth. | Instagram

Liz Maiuolo se fue a probar suerte a Estados Unidos y estaba viviendo su propio sueño americano, hasta que un día se descompuso sin previo aviso y se despertó en terapia intensiva. “Llegué a tener ataques de pánico porque sentía que estaba perdiendo el control de mi cuerpo y de mi vida”, describe la maratonista. Hoy inspira a más de 43.800 personas en Instagram.

Caminó las tres cuadras que separaban a su antigua oficina del hospital como pudo, ya sin fuerzas, ya sin aire. Elizabeth Maiuolo nunca pensó que su corazón iba a poner en jaque su calidad de vida. Tenía 28 años, llevaba una vida sana, estaba entusiasmada con su trabajo y no tenía ninguna enfermedad previa. Pero tuvo un ataque cardíaco.

“De un momento a otro sentí que no podía respirar y me asusté. Llegué al hospital muy descompuesta, con mi corazón funcionando al 22% y una presión en el pecho que era cada vez más intensa. Estuve varios días en observación en terapia intensiva, mientras los médicos intentaban dilucidar qué me había pasado, hasta que decidieron adjudicarle todo a una bacteria y me dieron el alta. Lo único que entendía era que tenía en mis manos un arsenal de pastillas y que el próximo paso sería una operación a corazón abierto”, recuerda la bonaerense.

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“A los dos meses de dejar el hospital, tiré las pastillas y salí a correr.”

American dream

En ese entonces, Liz vivía en Filadelfia. “En 2001, justo antes de la crisis, la compañía en la que trabajaba me propuso trasladarme a Estados Unidos y así llegué a Pensilvania”, resume. En Buenos Aires, la traductora e intérprete de Inglés estaba a cargo de la sede argentina de la empresa, especializada en eventos de educación continua para médicos. “Cuando me acercaron la propuesta, me pidieron que me hiciera cargo de las 154 sucursales que en ese entonces tenían en todo el mundo, así que no lo dudé”, explica.

Al llegar, se enamoró de la ciudad y empezó a rearmar su vida, hasta que su cuerpo le puso un stop. “Cuando me dijeron que me iban a operar en la Mayo Clinic de Chicago, me asusté mucho. Estaba sola, lejos de mi familia, y empecé a tener ataques de pánico: sentía que estaba perdiendo el control de mi cuerpo y de mi vida”, comparte.

Liz participó de varios desafíos, como New York City Marathon, Boston Marathon, Berlin Marathon, Boulder Bolder, Knickerbocker 60K y Empire State Building Run Up.

Como no sabía quién era, Liz se angustió y dejó de tomar todas las pastillas que le habían recetado. “Los medicamentos tienen efectos colaterales y yo la estaba pasando mal. A los dos meses de dejar el hospital, tiré las pastillas y salí a correr.”

La determinación fastidió a su cardiólogo. “Cada seis meses volvía al hospital para hacerme un control y él me preguntaba para qué iba si no le hacía caso, pero yo estaba convencida. Mi línea de pensamiento fue: ‘El corazón es un músculo, así que tengo que ejercitarlo, masajearlo y moverlo para que comience a funcionar mejor’. El problema es que yo estaba tan mal que caminaba media cuadra y quedaba exhausta”, relata.

Plan de acción

Si bien la intención de la joven era entrenar, su cuerpo no respondía como ella quería. “Al principio hacía un cuarto de milla en la cinta y me volvía a mi casa”, describe.

Lejos de frustrarse, Liz convirtió a las millas en un objetivo personal: quería superarse día a día. “Después de vivir cuatro años en Philly, me mudé a Nueva York, muy cerquita del Central Park. En el medio del parque, a la altura de la calle 90, hay un reservorio que tiene una milla y media de largo, y siempre pasaba por ahí. El primer día que terminé esa vuelta entera, me recibí de otra persona”, cuenta.

La maratonista se formó como coach de Biomecánica, es tester de ropa deportiva y Sports Social Media Consultant.

La vida en millas

 

“Yo sentía que lo tenía que hacer a mi manera”, repite Liz cuando le preguntan por qué se arriesgó a dejar las pastillas. Seguir su instinto la fortaleció: “Después de cinco años del ataque cardíaco, mi médico me dijo que ya estaba totalmente recuperada. La gente que tiene lo mismo que tuve yo, por lo general, no se recupera tan rápido, menos sin medicación”.

A una década de haber corrido su primer maratón (42K), Maiuolo asegura que correr le da libertad. “A esta altura de mi vida, ya con 43 años, no puedo pensar al running como una profesión porque no soy lo suficientemente rápida. Corro porque siento que mientras voy hacia adelante estoy dejando algo atrás”, ilustra.

Después de varias carreras y algunas ultramaratones, Liz se abocó a la industria del Deporte. “Me involucré como voluntaria en varias organizaciones, como Girls on the Run y Achilles International. Ahora me desempeño como Development Manager de Team UP! con Autism Speaks para avanzar en la investigación y sensibilización del autismo a través de eventos solidarios relacionados con el running”, asegura la ex bloggera de Runners World.

Actualmente, Liz comparte contenido en su propia web, http://runningandthecity.com/, e inspira a 41,3 K de seguidores en su cuenta de Instagram (@emaiuolo). “Las redes te permiten conectar a mucha gente. Es increíble que cada cosa que cuento tiene un impacto determinado y puede cambiar el día de otra persona. Muchas veces lo que muestran las redes no es real y nosotros, como sociedad, tenemos que empezar a ser más realistas. El otro día subí un post con una foto donde se ve mi cola bastante caída y aplastada, que es la posición natural que toma cuando corro, pero no reparé en eso. La gente me empezó a escribir para agradecerme por mostrar mi cola así y yo no lo podía creer: elegí esa foto porque se me ve en acción, yo no soy modelo y esa es mi realidad. Salgo a correr porque me hace bien, no para que me miren u opinen sobre mi cuerpo. No voy por la vida con un filtro y mi familia me quiere igual, mis amigos me quieren igual y yo me quiero igual.”