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Daniel Scioli: "En las PASO es evidente que hubo manipulación de datos"

Scioli recordó la noche del ballotage, donde reconoció la derrota a las 21.33 y la compara con las PASO, donde le recomendó a Cristina que aguarde para salir a hablar.

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Scioli, en conversación con Jorge Fontevecchia recordó la noche del ballotage y la comparó con las PASO. | Perfil

#PeriodismoPuro es un nuevo formato de entrevistas exclusivas con el toque distintivo de Perfil. Mano a mano con las figuras políticas que marcan el rumbo de la actualidad argentina, Fontevecchia llega a fondo, desmenuzando argumentos y logrando exponer cómo piensan los mayores actores del plano del poder. Todas las semanas en perfil.com/PeriodismoPuro.

—¿Hubiese sido mejor separarse del kirchnerismo dos años antes de las elecciones del 2015 y tratar de construir algo como el sciolismo, alguna fuerza propia que le generara, frente a la opinión pública, una mayor independencia? 

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—¿Usted recuerda todas las críticas que recibí porque decían que tomaba distancia, hacía las cosas a mi manera, por mi manera de vincularme con los medios de comunicación o con los distintos sectores? ¿En qué quedamos? ¿El problema era que estaba lejos o cerca? Nunca tomé un posicionamiento político pensando en las personas desde el punto de vista del kirchnerismo, el duhaldismo o el menemismo, sino a partir de las ideas. Eso me lo enseñó el padre de la democracia, Raúl Alfonsín. Discutir ideas, no personas. ¿Yo estaba de acuerdo con el desarrollo de la industria nacional? Sí. ¿Estaba de acuerdo con un proceso de distribución del ingreso? Sí. ¿Estaba de acuerdo con el desendeudamiento del país? Sí. ¿Quería una agenda de ciencia y tecnología de vanguardia? Sí. ¿Creía en las nuevas universidades? Sí. ¿Creo en el rol del Estado que debe acompañar hasta sacarte adelante? Sí. ¿Creo que un sector financiero tiene que estar integrado al mundo de la producción y del trabajo? Sí. Mucha gente decía que yo hacía “la campaña del miedo” y ahora me dicen en la calle: “Tenías razón”. Pero no me gustaría que me vuelvan a darme la razón con el ajuste que se viene”. No es que el gobierno tenga malas intenciones, nadie llega a presidente para embromar a la gente. Pero ellos creen que por este camino, y con estos instrumentos, van lograrán que la gente viva mejor, en ese “efecto del derrame”. Eso me preocupa, y siento que la mejor manera de ayudar al gobierno, particularmente en la elección de octubre, es que tengan un llamado de atención. Desde Unidad Ciudadana decíamos en las PASO: “Si querés revertir esta situación, el voto que más va a escuchar el gobierno es el de Unidad Ciudadana”. ¿Qué municipios visitaron una semana después de las PASO el presidente Macri y la gobernadora Vidal? Florencio Varela, donde perdieron; Pilar, perdieron; Quilmes, perdieron; Lanús, perdieron. Es bueno que ellos piensen “Bueno, che, acá pasa algo, ¿qué pasa que la gente no nos votó?” Ahora, si ellos sienten un respaldo, pensarán: “Estamos haciendo todo bien”. Y yo siento que hay cosas que se están haciendo bien y hay cosas que hay que corregir. Las consecuencias que puede traer este nivel de endeudamiento, la situación de desprotección de la industria nacional y el mercado interno, pueden agudizar los problemas que tenemos. Lo digo con una actitud constructiva, no destructiva. Pueden contar conmigo, con mi experiencia ante situaciones de máxima tensión, que la he forjado en la adversidad, en las peleas que tuve que dar en mi vida. Veo, inclusive, un cambio en la propia ex presidenta, en Cristina, y lo ha dicho de distintas maneras, haciendo autocrítica, reflexionando: “Hay que reconocer que a veces no fuimos humildes”. Haciendo un llamamiento trascendente, anunciando que el nuevo ciclo político que se iniciará, que tiene que ver con el trasvasamiento generacional. En su última carta escribió: “Nadie tiene que renunciar a sus ideas y a sus aspiraciones futuras, porque de eso se trata”. Que la gente confíe: cada voto que no vaya al gobierno será utilizado para revertir y reorientar esta situación. L a sociedad nos va a exigir. 

—Usted no quería separarse del kirchnerismo porque comparte con ellos un conjunto de ideas que son esenciales.

 —El 49% del país, ¿es kirchnerista? No creo. En la elección representé una amplia diversidad de sectores: la mayoría del peronismo, organizaciones sociales, ciudadanos independientes, una diversidad de sectores. Hice acuerdos con cada una de las provincias que fueron reflejados en el Acta Compromiso, una agenda internacional que incluyó reuniones con distintos líderes que fueron públicas. Dijimos: avanzamos hasta acá, esto lo vamos a corregir de tal manera y después lo completaremos de esta otra. Por ejemplo, el tema de las tarifas. ¿Recuerda una de las primeras discusiones que tuve con Néstor Kirchner? Fue en el año 2003, por ése tema, justamente. Después nos dimos la oportunidad y tuvimos una charla interesante. Alfonsín ayudó mucho en ese momento. Me dijo: “Te voy a contar, Daniel, mi experiencia como ex presidente, las charlas que tenía con Víctor Martínez donde le pedía que no hiciera públicas las diferencias, que las hablara en privado. Le conté esa experiencia a Néstor y a partir de ese momento ordenamos la cuestión. Yo veía que el tema de las tarifas podía ser una olla a presión, porque es bueno el instrumento del Estado del subsidio para un momento determinado, para apuntalar el consumo interno, pero en algún momento había que ir regularizándolo la situación, en forma gradual. Pienso que entre dejar las tarifas congeladas y aumentarlas al mil por ciento hay otra manera de hacer las cosas. 

 —¿Creía que las tarifas congeladas eran como el dólar congelado, otra forma de convertibilidad que más tarde o más temprano iba a ser insustentable? 

—En forma equitativa y gradual, había que ir saliendo de ese congelamiento y buscar que los subsidios se orienten a aquellos que más lo necesitaban. Se dieron gran cantidad de ejemplos de hogares que estaban subsidiados sin necesidad. 

—En el ballotage usted admitió su derrota muy temprano

—¡Cómo me critican todavía por eso! Y a la luz de lo que pasó en las PASO, mucho más. 

—A partir de esa experiencia, cuando veía cómo se venían dando los resultados de las últimas PASO, ¿Pensó que podía pasar lo mismo que sucedió en 2015, o que Unión Ciudadana terminaría arriba de Cambiemos? ¿Lo sorprendió el resultado final? ¿Cuál fue tu analogía entre una elección y la otra? 

—Era medianoche estaba en Arsenal, no había hablado con Cristina todavía. Sabía que estaba ahí pero ella estaba su gente más íntima, analizando la situación. Los candidatos estábamos en otro lugar. En ese momento sentí, porque alguna información también tenía, que había que esperar. No anticiparnos a un reconocimiento de algo que podía ser de final abierto. Pedí hablar con ella, me hizo subir y tuvimos una charla. Le dije: “Mirá Cristina, creo que hay que esperar que carguen mesas de otros barrios, de municipios importantes, no nos apresuremos por más que haya mucha presión, porque esto me hace acordar lo que me pasó a mí”. 

—En 2015 usted habló a las 10 de la noche. 

—Desde la junta electoral, a las 21:33. Lo recuerdo bien porque hace poco fui a buscar el video y vi la hora exacta. Lo hice por muchas razones. Advertía una situación de tensión y quería contribuir a la paz social, a la armonía. Me pareció que por la información que me daban desde la junta electoral que la tendencia era irreversible. Y en realidad no lo era porque después se demostró cómo se fue achicando el resultado. Con esa experiencia vivida le hablé a Cristina y además recuerdo que le dije: “Acordate que Trump le habló al pueblo norteamericano recién a las cuatro de la mañana”, cuando decían que ganaba Hilary, que estaba todo preparado. Y ella me contestó: “Entonces me quedo toda la noche, hasta que no estén todos los votos contados no me voy”. Y así fue. 

—Aportó su experiencia. 

—Contribuí a mantener un espíritu y una expectativa que se corroboró después. Es evidente que hubo una manipulación de los datos. Cargaron los municipios y las mesas de los barrios más favorables al gobierno. Fue lamentable lo que pasó porque hay muchas cosas se les pueden criticar a los gobiernos nuestros, pero siempre fuimos muy respetuosos en los comicios. Cuando Néstor pierde la elección legislativa por una mínima diferencia en 2009 salió a reconocerlo; cosa que hice como candidato presidencial. No solo eso: fui a la asunción de Macri, fui a la audiencia con él y muchos aliados fundadores de Cambiemos me reconocieron la actitud. 

—¿Por qué lo criticaron tanto por reconocer la derrota a las 21.33? 

—Me dijeron: “Te apuraste mucho, Daniel”. Yo también lo sentí después, cuando llegué a mi casa a las 12 y media de la noche y veía que la diferencia cada vez se achicaba más. 

—¿Qué sintió en ese momento, cuando veía eso? ¿Qué pensó? 

—En la gente que sufría porque estuvimos ahí, muy cerca; en la frustración de mucha gente, en los jóvenes que vi llorando. Me sentía responsable. Pero me dije, bueno, tengo que tomarlo con entereza, con grandeza y ver de qué manera puedo ayudar. La experiencia del deporte me curtió, en esa cultura de tomar las victorias con humildad y las derrotas con grandeza. Fue muy duro, porque me preparé para eso toda mi vida y sentía que el ciclo democrático que venía no era para andar como el péndulo. Argentina fue de una economía de hiperinflación a la convertibilidad, después fuimos de la convertibilidad al endeudamiento, después pasamos por un rol casi omnipresente del Estado y de repente volvemos al liberalismo. Yo sentía que, tomando en cuenta los ciclos históricos, venía una etapa para poner todo el esfuerzo en el desarrollo productivo, en hacer crecer, en atraer inversiones, en unir. Eso quería hacer. La mejor manera de unir no es con las palabras, con las intenciones, la mejor manera de unir es estar atento a los que se quedan atrás. Hay algo que me influenció mucho y me permitió ser el candidato a presidente del consenso. Algo que le daría como una sugerencia al presidente Macri en este momento. Un libro de Basil Liddell Hart de estrategia que el papa Francisco me recomendó leer cuando le conté la dificultad que tenía para integrar algunos sectores del kirchnerismo y el progresismo que resistían mi candidatura y decían que yo era el primero que los iba a traicionar. Mire usted dónde están hoy los supuestos leales y dónde está el supuesto traidor. ¿Cuál es el fondo de este libro? Acercarse a lo que uno tiene lejos, entenderlo, comprenderlo. Conseguí el libro y en la Cumbre de la Juventud en Río, me acerco al papa que estaba con Dilma y le digo: “Leí el libro y entendí que lo que tengo que hacer es lo que usted está haciendo”. Cuando Francisco asume tiene gestos muy claros: se acerca a los jóvenes, a otras religiones, a la comunidad gay, a los divorciados. En estos momentos, lo que Argentina necesita esa clase de gestos, especialmente un gobierno que a través de sus decisiones demuestra que gobierna para un sector concentrado y que busca imponer el orden de cualquier manera. Deberían hacer un esfuerzo y entender el origen de eso, que ganaron con el 51% y hay un 49%, y en esta elección un 60% en la provincia de Buenos Aires, que votó en contra del ajuste. Habría que descomprimir, desestresar a la Argentina. Yo quiero ayudar a eso. Me preocupa la tensión que veo.

Leé la entrevista completa de Jorge Fontevecchia acá.