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Emilio Monzó: “Las hegemonías de hoy pueden diluirse de un día para otro”

El armador de Cambiemos consideró que “la política empieza a ser un espectáculo que se consume” y anticipó que los períodos dominantes de cada partido serán cada vez más breves.

Emilio Monzó junto a Jorge Fontevecchia.
Emilio Monzó junto a Jorge Fontevecchia. | Cedoc

Emilio Monzó, presidente de la Cámara de Diputados de la Nación y uno de los principales armadores políticos de Cambiemos, habló con Jorge Fontevecchia, CEO de Perfil Network, sobre el sistema político argentino y el futuro del bipartidismo.

—Usted ve, en general, más fragmentación política. El bipartidismo sería cosa del pasado.
—Esto es así y no tiene retorno, salvo que ocurra un hecho excepcional: una guerra, una catástrofe, algo así. En situación normal, la diversidad será el denominador común. Dicho esto, lo que sí no debemos descuidar es en el diálogo permanente. Las redes sociales, como dice Bauman, son cómodas porque uno elige la comunidad, se sitúa en la zona de confort y cree que con la comunicación virtual se puede consolidar un poder. Pero el poder se consolida con un diálogo no virtual, con un diálogo vincular. Ahí es donde se afianzan las estrategias, los lazos con actores que piensan diferente. Es la manera de consolidar un espacio político, acá y en cualquier parte.

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—Usted el año pasado, en un reportaje de Perfil dijo: “Cambiemos fue un esquema electoral con éxito, no seamos hipócritas, hay mucha distancia en que se transforme en un cuerpo sólido como partido político. Hoy el común denominador es la responsabilidad de gobernar, no hay que tener prejuicios de sumar dirigentes”. Casi un año después, ¿piensa igual? ¿Qué le cambiaría, o qué le agregaría?
—Sigo pensando parecido. Este Congreso ha sido un ejemplo en donde se ha unificado un bloque, que es Cambiemos. Uno advierte que será sostenible en el tiempo, pese a que son 90 diputados y hay diputados que piensan diferente. Pero todos entienden que el proyecto es superior al pensamiento de cada uno. Y esto es así porque se ha logrado amalgamar Cambiemos dentro del Congreso. ¿Por qué dije que fue un esquema electoral? Porque se armó como tal. Yo, que tenía cargo, conocí a la mayoría de los actores en ese proceso, no los conocía de antes. Entonces no podemos decir que algo es tan sólido cuando se construyó con un objetivo electoral. Después hay que agregarle otros factores. Cuando todo está bien, esto que dije no se nota; pero en los momentos de crisis se necesita tener muy sólido el espacio porque es cuando tiene que aguantar, tiene que poner el hombro.

—En el gobierno sostienen que la marca y repito, la marca Cambiemos se consolidó en estas PASO. Definirlo como marca, ¿Es un indicativo de que se busca más construir un movimiento que un partido? ¿Qué es una marca en el sentido de que existe el PRO como partido y Cambiemos como, digamos, un movimiento aglutinador de distintos partidos? ¿El partido no es tan importante como lo que hoy se llama marca y quizás Perón llamaría movimiento?
—Esa expresión no sé quién la dijo, pero es la verdad, la verdad de hoy. Hoy leía que el respeto necesita distancia y que el espacio público ha sido invadido por el espacio privado y ya no hay distancia entre lo público y lo privado: se pierde lo público y lo privado termina siendo lo público. La política empieza a ser un espectáculo que se consume, que se vende en el mercado. Hablar de una marca es hablar de esa concepción. Una estructura partidaria le generaría mayor seguridad al elector porque tendría el sustento ideológico del dirigente que elige. Eso sería lo ideal, pero hoy no tiene rating. Lo que vende es algo más efímero, más flexible. La marca. Insisto: esta concepción va en desmedro del estadista, del que tiene una concepción ideológica. Pero es muy efectiva desde el punto de vista de la captación del elector. Y este espacio tiene gente inteligente que hace que la marca sea aceptada por la sociedad.

—Sonrío mientras lo escucho. Cambiemos, como marca, parece ser finita, porque algún día, si tiene éxito, habremos cambiado. Por lo que, como marca, a largo plazo, me parece que tiene una finitud. O fracasa, o tiene que acabarse.
—Es así. ¿Y sabe que parte de eso yo lamento?

—Que usted se educó en otra cultura política.
—Ahí está. Siento el dolor de haber vivido otro tipo de política. Pero ese dolor no me impide reconocer que los tiempos cambian y que hoy vivimos en esta realidad.

—Antes mencionó a Bauman. Probablemente el hecho de que sea una marca, algo tan líquido, digamos, tan indefinible, tan escaso de densidad ideológica, pueda permitir la idea de abarcar más…
—Lo comparto. Porque trabaja directamente con el objetivo y el elector, sin intermediación. Ahora en el medio, en el Estado, existen intendentes, gobernadores, diputados y hay que generar vínculos, una relación vincular no virtual para fortalecer el espacio. ¿Por qué es líquido el nombre? Porque la demanda tiene esa liquidez. Si uno se pone rígido no puede responder a toda la demanda. Desde el punto de vista del marketing usado en la política, estoy ciento por ciento de acuerdo.

—Después de ganar las primeras elecciones legislativas, Alfonsín soñó con un Tercer Movimiento Histórico, después de Yrigoyen y Perón. Kirchner, al ganar las legislativas de 2005 en las que se saca de encima a Duhalde, sueña con 16 años de kirchnerismo, alternándose él, su mujer y la transversalidad. Ahora Macri dice: “Se inicia un proceso de 20 años de crecimiento”. ¿Percibe algún dejá vu de esas primeras elecciones legislativas donde los dirigentes se imaginaban a sí mismos, o a sus proyectos, con una longevidad que después nadie consiguió?
—No, para nada. La expresión de Macri tiene que ver con un deseo personal de él. No tiene nada que ver con la perdurabilidad en el poder. No está preocupado en la perdurabilidad, sí en hacer las cosas bien. Esos 20 años son una expresión de deseo: quiere que el país no vuelva para atrás.

—Bueno, pero supongamos que no sea un deseo de cada uno de los dirigentes. Ahora, después de cada cambio de ciclo, lo que se observa es que la oposición se atomiza. En elecciones ejecutivas de 1995, Bordón por el Frepaso, y Massaccesi por el radicalismo, fueron debilísimos y el menemismo obtuvo más que la suma de ambos. Las del 2007, que fueron la casi reelección de Kirchner con Cristina, Carrió y Lavagna sacaron, cada uno, menos de un tercio de los votos de ella, y en 2011 Binner y Alfonsín sacaron aún menos votos. La oposición se atomiza y queda un oficialismo hegemónico. ¿Es una sensación de fragilidad de la democracia? ¿No es algo natural la fragmentación de la política? ¿Es así como las nuevas democracias van a funcionar? Cuando usted decía que no habrá más bipartidismo: si no lo hay, entonces, el partido del poder alcanza una hegemonía que no responde a la idea del sistema democrático. Si no hay un balance...
—Si tengo que describir la realidad de hoy, es casi eso. Porque sí hay una hegemonía. En la atomización es cuando uno aprovecha para cambiar el capital político e ir por las reformas estructurales. Muchas de esas opciones tuvieron ese sentido porque veían la oportunidad de ampliar el capital político y, por supuesto, ser un proyecto hegemónico. En este país ampliar ese poder es lo único que permite hacer las reformas estructurales que nos harán salir, de una vez por todas.

—Sonrío por lo que me transmite la idea… Hoy se dice “No hay más matrimonio para toda la vida”, y que eso se ha sustituido por monogamias sucesivas. La persona es monógama, fiel, vive en una familia normal, pero en su vida cambia tres veces de pareja. ¿Puede ser que lo que vivamos, en el fondo, sean hegemonías sucesivas? Un lugar de oposición y gobierno que se van alternando...
—Creo que sí, vamos a vivir...

— Hegemonías sucesivas.
—Justamente, por la diversidad, por los indignados que aparecen en el mundo y a partir de una cuestión superficial forman un partido y terminan con bancas, como una opción política. Como el poder es tan diversificado, el que gana se convierte en hegemonía, por la atomización.

—Una hegemonía breve.
—¡Ahí está! Una hegemonía que puede diluirse de un día para el otro. Es breve, no es sólida. Debe ser ágil, rápida, responder a toda esta demanda, porque la atomización puede terminar en cualquier momento con esa hegemonía. Se acabaron los contratos para siempre.

#PeriodismoPuro es un nuevo formato de entrevistas exclusivas con el toque distintivo de Perfil. Mano a mano con las figuras políticas que marcan el rumbo de la actualidad argentina, Fontevecchia llega a fondo, desmenuzando argumentos y logrando exponer cómo piensan los mayores actores del plano del poder. Todas las semanas en perfil.com/PeriodismoPuro.