POLICIA
nuevos testimonios

Cartas revelan el horror de los abusos en el Newman

Fueron enviadas por ex alumnos a Rufino Varela, el primero de ellos que se animó a denunciar públicamente al sacerdote irlandés Alfredo Mac Conastair.

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Pasado. La foto es de 1944, cuando Mac Conastair estaba en Capitán Sarmiento. Después fue al Newman. | cedoc

El escándalo por los abusos sexuales en el colegio de Mauricio Macri no se detiene. Después de la denuncia realizada por un ex alumno del Cardenal Newman contra el cura Alfredo Mac Conastair, PERFIL accedió a las cartas que escribieron tres de las supuestas 22 víctimas, en las que cuentan con lujo de detalles los padecimientos que sufrieron hace más de cuarenta años.  

Rufino Varela (52) fue el primer ex alumno que se animó a dar la cara y denunciar los ataques sufridos cuando era niño. A partir de la difusión de su historia, las autoridades del  Newman “pidieron perdón sin reservas a todas las víctimas”  (ver aparte).

Dos de los relatos que se transcriben a continuación apuntan contra el cura Mac Conastair, y el restante a otro religioso conocido como “Brother Dherman”.

Testimonio 1. “Estimado Rufino, después de haber leído detenidamente toda la documentación que acredita los sucesos de torturas y abusos que sufriste en nuestro Colegio Cardenal Newman y que ahora son de público conocimiento me animo a dar testimonio de un descarado abuso sexual al que fui sometido en esa casa de estudios. (…) Te tengo que transmitir detalladamente y como apoyo lo que me sucedió en horario de clases en la residencia del Padre Alfredo en ese entonces capellán del Colegio Newman. Se me solicita mi presencia ante el cura sin motivo alguno aparente, cosa que me alegra ya que perdía la hora de clase sin saber aún con mi inocencia de adolescente que iba a la boca del lobo. Me apersono en su residencia bajo la capilla del colegio y me recibe cordialmente dándome el motivo de su llamado a una charla informativa de educación sexual.

Comienza con preguntas generales sobre sexualidad, masturbación, pecado de la fornicación, etc. La incomodidad comienza cuando me pide desnudarme ya que tiene que examinarme para chequear si mis genitales funcionaban bien. Allí viene lo peor, me acuesta boca abajo en su propia cama y después de manosear mis nalgas introduce en mi ano su o sus dedos provocándome un dolor intenso. Luego los retira y me dice que me vista y me vaya que todo estaba bien. Volví al aula avergonzado y confundido sin decir una palabra (…) Había sin yo saberlo sido violado!!”

Testimonio 2. “En los años 70 ingreso al Cardenal Newman (segundo grado), y permanezco en el colegio hasta 3er año del secundario, año en el que informan que no seré admitido para continuar en la institución. El año en que sufrí el abuso por parte del padre Alfredo me es difícil discernirlo, fue en una sola oportunidad, pero recuerdo de manera imborrable lo acontecido, y alguno de sus dichos y su rostro. (…) Al presentarme en la habitación del padre Alfredo, éste se presenta como ‘médico pastoral’, entiendo que para dar un marco al pedido de que fuera al baño, me bajara los pantalones y pusiera en erección mi miembro, sorprendido, aturdido, hago lo que me pide y vuelvo con los pantalones hasta las rodillas intentando mantenerlo en erección.

Se sienta frente a mi y me toca los testículos, me mira y hace un comentario acerca de las buenas piernas fuertes que tengo. No recuerdo nada más relevante que su mirada lasciva, (…) Creo que he vivido durante mucho tiempo negando el abuso del que fui víctima en el colegio”.

Testimonio 3. “Todo mi transcurso en el colegio fue tortuoso de principio a fin, al punto que no sé bien cómo soporté tantos años pasándola tan mal sin explotar. Hasta no hace mucho eventualmente soñaba que estaba en el colegio. Desde mi punto de vista hubo abusos de poder, de autoridad y particularmente en mi caso también sexual. Con el agravante por supuesto de ser una institución educativa y además religiosa. (…) Estaba el Brother Derham que en ese momento estaba al frente de una especie de biblioteca y era algo así como el cura bueno o amistoso con los niños. Lo que recuerdo es que un día en algún recreo pasé del otro lado del mostrador y estaba a su lado..., también recuerdo que no había nadie más (el timbre ya había sonado). Entonces me sentó en su falda y me dio un beso en la boca.

Recuerdo perfectamente la forma de su boca, la humedad de sus labios y una especie de grano que tenía. También recuerdo de vuelta al aula caminando ese pasillo desierto con una confusión mental importante. Bueno, todo eso quedó reprimido en algún lugar del inconsciente por muchos años. Un día en terapia yo ya tenía 23 o 24 años más o menos ese recuerdo salió a la luz. Fue revelador y realmente ahí empezó un proceso de ‘cura’ o no sé, desintoxicación”.