Los últimos meses en la vida de Mirta Schossler (30) habían sido lo más parecido a una pesadilla. Atrás habían quedado los sueños que compartía junto a su marido, Daniel Aguirre (33), cuando llegaron a la Capital Federal desde Misiones. Hasta esta mañana, el único lazo que los unía era una demanda por maltratos familiares y la promesa de una despedida pacífica. Pero cuando llegó a su casa para sacar sus pertenencias, ese mal sueño de verano se convirtió en una película de terror, que terminó con los dos muertos a puñaladas, desangrados, en plena Recoleta.
Un día, Mirta, cansada de la constante humillación por parte de su marido, decidió iniciar una demanda judicial por maltrato familiar y se fue de su casa. Hoy, como había convenido, debía retirar sus cosas del departamento de Arenales 1594, donde antes vivía con su pareja, encargado del edificio, y sus dos hijos, de 8 y 11 años.
Llegó temprano, junto a su hermana y dos policías de las comisaría 17º, con la orden judicial en mano. Aguirre abrió la puerta y los dejó pasar a ella y a uno de los uniformados. Su hermana se quedó afuera junto con el otro oficial. Todo transcurría con normalidad hasta que se desató la tragedia. Mirta abrió su valija y se dispuso a guardar sus cosas y Daniel se acercó con la excusa de ayudarla. En cuestión de segundos y sin darle tiempo a nada, la degolló con un cuchillo de cazador tipo machete y luego la apuñaló varias veces en el pecho hasta que el policía intentó detenerlo.
Enajenado, con el rostro perdido, el hombre se abalanzó también sobre el oficial y lo apuñaló en el costado izquierdo del torso, a la altura de la cintura. Cuando pretendía ultimarlo de otro machetazo, el policía que estaba afuera, ya alertado por los gritos, entró y no dudó en dispararle, para salvar la vida de su compañero. Con un balazo pudo salvar de una muerte segura a su compañero y sacarlo a la rastra del lugar, llevandolo hasta la puerta del edificio, donde pidió refuerzos.
Todo pasó muy rápido, en una fracción de segundos. Mientras afuera trataban de asistir y calmar al policía herido, adentro del departamento, el portero, herido de bala, decidió degollarse a sí mismo, como había hecho minutos antes con su esposa. Terminó con su vida de la misma manera en la que había acabado con los sueños de Mirta, cortando su cuello de izquierda a derecha. Murió desangrado.
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La investigación quedó a cargo de la comisaría 17º y los hijos de la pareja están bajo la custodia provisoria de la hermana de la mujer asesinada. El oficial herido fue llevado en helicóptero al Hospital Churruca y está en terapia intensiva.
