POLICIA
un asesinato brutal

El femicida de Castelar le aplicó nueve puñaladas a su mujer delante de su hijo

Lo reveló la autopsia. Tres de las heridas que presentaba la víctima estaban en el cuello. Testigos declararon que el asesino sospechaba de una supuesta infidelidad.

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Locura. Alejandra y Gustavo estaban juntos hace diez años. Vivían en la calle Capdevila al 1900, escenario de un ataque demencial. | cedoc

Un ataque de celos por una supuesta infidelidad. Ese sería el móvil en el femicidio de Alejandra Polizzi, la mujer de 48 años que fue degollada por su esposo el jueves pasado en su casa de la localidad de Castelar.

La pista surgió de las declaraciones de amigos y allegados a la pareja, quienes coincidieron en señalar que el homicida “estaba celoso de su mujer”.  

Gustavo Flores (38) fue detenido por la Policía dos horas y media después de cometer el femicidio. Su mujer alcanzó a llamar al 911 pero su pedido de auxilio no fue atendido a tiempo.

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“Me mata, me mata. Me quiere matar”, grita desesperada. Alejandra se comunicó con la línea de emergencias, pero no alcanzó a decir su nombre ni dónde se encontraba. La comunicación dura apenas veinte segundos. Después del desesperado llamado, su esposo, Gustavo Flores (38), la degolló en la habitación de su casa de la calle Capdevila, casi esquina Granada.

Flores, un empleado de una fábrica jabonera, también llamó al 911. Pero lo hizo varias horas después. En su llamado se muestra muy sereno: “Qué tal, buen día”, es lo primero que dice. Pero enseguida habla de un asesinato en su casa y pasa la dirección.

La operadora le pide que hable más fuerte.  “¿Qué es lo que pasó en el lugar?”, le pregunta desde el 911. “Un asesinato”, responde sin brindar mayores datos. Frente a la repregunta confiesa: “Mi mujer está asesinada. La maté yo”.

Autopsia. Alejandra Polizzi fue atacada con un cuchillo de cocina en la habitación de su casa y en medio de una discusión por una supuesta infidelidad. Según la operación de autopsia, el cuerpo de la mujer presentaba nueve heridas cortantes, tres de ellas en el cuello.

“¿Podría venir a Capdevila 1946? Mi mujer está asesinada. La maté yo”, fueron las palabras que utilizó Flores para confesar el femicidio.

El caso ocurrió el jueves pasado en una casa de ladrillos a la vista ubicada sobre la calle Capdevila, casi esquina Granada. Alejandra tenía 48 años y estaba casada con Gustavo, un empleado de la fábrica jabonera Alicorp, con quien tuvo un hijo (de 8 años) que estaba con ellos al momento del crimen.

La Policía llegó hasta el domicilio cuando Flores llamó al 911 y contó lo que había pasado. El cuerpo de Alejandra estaba en la habitación, sobre un enorme charco de sangre.

En el lugar, los peritos secuestraron el cuchillo de carnicero que utilizó Flores para degollar a su mujer. Se lo entregó él mismo a la Policía.

Según fuentes policiales, el femicida fue trasladado al Hospital Posadas, de Haedo, donde lo sometieron a peritajes psiquiátricos y psicológicos ordenados por la fiscal Marcela D’Asensao, ante quien se negó a declarar.

Flores y Polizzi estaban juntos desde hace más de una década. Los vecinos se mostraron sorprendidos por lo sucedido, y hasta coincidieron al declarar que no recordaban una pelea entre ellos.


Una película tras el crimen

Gustavo Flores demoró más de dos horas y media en dar aviso a la Policía. Y cuando llamó lo hizo con llamativa frialdad. “Qué tal, buen día”, le dijo a la operadora.

Después de confesar el femicidio por teléfono esperó paciente la llegada de la Policía. El cuerpo de su mujer estaba en la habitación de su casa. A su hijo, que fue testigo del brutal homicidio, le puso una película para que se durmiera.

“Esperó a la llegada de los efectivos de la comisaría de Morón y les confesó que había asesinado a la mujer”, reveló un investigador, quien agregó que mientras esperaba la llegada de los policías, se sentó frente a la televisión y se puso a mirar con su hijo una película para que se durmiera.

Flores fue detenido en el lugar y acusado por el delito de “homicidio calificado por mediar violencia de género”, que prevé una condena a prisión perpetua. Frente a los policías se mostró dispuesto a colaborar y hasta les entregó el cuchillo de cocina con el que asesinó a su esposa.