POLICIA
un relato conmovedor

La impactante historia de una ‘mula’ embarazada que llegó a la televisión

Lidia Ríos fue condenada a cuatro años y seis meses de prisión por intentar traficar en su cuerpo cápsulas de cocaína. Su caso forma parte de un fuerte documental internacional.

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Nueva vida. Lidia dicta talleres de escritura y pensamiento en distintas unidades penitenciarias. | CEDOC

La desesperación es mala consejera. En 2007, Lidia Ríos estaba embarazada de tres meses. Tenía cuatro hijos y trabajaba como costurera en Moreno. Como a tanta gente, la plata a ella no le alcanzaba: era jefa de familia y cobraba apenas 150 pesos por semana. Pasaba casi la mitad del día en el taller textil pero apenas podía pagarle a la niñera que cuidaba a sus chicos cuando no estaba en su casa. Nunca había estado presa y nadie en su familia tenía antecedentes penales. Un joven de origen dominicano, con el que se había relacionado sentimentalmente en el pasado, le propuso un negocio tan arriesgado como tentador: convertirla en mula de cocaína a cambio de 10 mil dólares.

Lidia sabía el riesgo que corría pero no le importó. Pesó más su situación económica. En ese momento pensó que esa era la única salida para vencer el hambre y la desesperación, y así poder pasar más tiempo con sus hijos. “No lo analicé demasiado porque estaba desesperada. No me alcanzaban el tiempo ni la plata”, cuenta a PERFIL.

Su primer viaje como mula no fue el soñado: la detuvieron en el aeropuerto internacional de Ezeiza y la condenaron a cuatro años y seis meses de prisión. En su estómago llevaba 28 cápsulas de cocaína. En la cárcel parió y crió a su quinto hijo: una nena de 9 años que, según ella, no le guarda ningún rencor.

La impactante historia de Lidia es la más destacada en el documental Confesiones de mujeres traficantes, que Discovery Channel acaba de estrenar en su señal internacional.

La serie cuenta la historia de cinco mujeres de distintas nacionalidades en situaciones económicas difíciles que deciden arriesgar sus vidas a cambio de sumas altas de dinero por llevar drogas a otros países en su equipaje. Y en su cuerpo. Además del caso de Lidia, el documental –que todavía no tiene fecha de estreno en Argentina– trata la historia de Raquel, una española que luego de numerosos viajes fue capturada saliendo de nuestro país con 18 kilos de cocaína.

En primera persona. El caso de la mula argentina, sin duda, sobresale por la condición de embarazada de la protagonista, una situación grave y poco habitual que incluso le imposibilitó obtener el beneficio del arresto domiciliario cuando su hija nació en la Unidad 31 de Ezeiza.

En 2008, los jueces de la Cámara Nacional de Apelaciones coincidieron con el dictamen del fiscal al entender que Lidia “tuvo un total desprecio por la vida de la hija que se estaba gestando y sobre la que asentó su petición, al haber ingerido cápsulas de cocaína mientras estaba embarazada”.

Lidia cumplió casi toda la pena encerrada junto a su pequeña hija. “Ella salía una vez por mes cuando la pasaba a buscar mi mamá para que pueda estar  con todos sus hermanitos”, recuerda a PERFIL, y dice que ahora que tiene 9 años no le reprocha nada. “Lo asume bien. La tiene muy clara y gracias a Dios no le afecta en nada”, asegura.  

Pruebas e intento. La mujer que protagoniza uno de los capítulos del ciclo recuerda cómo fueron esos días en los que la prepararon para que tragara la cápsulas.

“Me hicieron pruebas con uvas y zanahorias. Yo en un primer momento dije que no, pero con el correr de los días me di cuenta de que mi situación era bastante desesperante y entonces cambié de opinión. En ese momento ganaba 150 pesos a la semana, tenía cuatro hijos, tenía que pagar una niñera, tenía que comer, viajar. Trabajaba todo el día en el taller, desde las 7 de la mañana hasta las 6 de la tarde, y además tenía dos horas de viaje hasta llegar a mi casa.No tenía opciones. No conocía mucha gente. Hacía poco tiempo que estaba en Buenos Aires”, rememora Lidia, que llegó a la Ciudad en 2005 procedente de la provincia de Misiones en busca de un futuro mejor.

Sobre el narco de origen dominicano que la contrató dice que no supo más nada. “Nunca lo identificaron ni detuvieron. Me había dicho que se iba a hacer cargo de mis hijos si me pasaba algo, pero se borró”, asegura.

El frustrado viaje a España era el primero que iba a realizar. Los narcos la habían ayudado a tramitar el pasaporte y le entregaron los pasajes a Madrid. Allá –le prometieron– la iban a estar esperando para llevarla a un departamento a expulsar las cápsulas. Una semana después debía regresar para recibir los 10 mil dólares. Pero nada de eso pasó.

 

Reinventarse en la cárcel

Lidia encontró una salida laboral en la misma cárcel. Si bien hace varios años que recuperó la libertad, todas las semanas regresa a la Unidad Penitenciaria 31 de Ezeiza para dictar un taller de escritura y pensamiento.  “La idea es brindar herramientas para que sepan que hay otras opciones al delito”, explica ella. Estando detenida se capacitó. “Aprendí programación de computadoras y eso me dio la posibilidad de dictar un taller afuera y también en el Modulo Nº 1 de Ezeiza”, dice sobre su paso por prisión. Sin embargo, no fue fácil conseguir trabajo en la primera etapa en libertad. “Me ayudó mucho la organización Yo No Fui, que cuenta con talleres de tejidos y serigrafía, entre otros. También conocí mucha gente y conseguí un préstamo para un microemprendimiento”, afirma a PERFIL.

Lidia, que además es pastora de jóvenes en una iglesia evangélica junto su marido, también forma parte de la organización cooperativa "ELBA", que "genera trabajo afuera" y brinda talleres en los penales de Marcos Paz y Devoto. "Tenemos gastronomía y hacemos una revista que se les entrega a los que participan del taller para que las puedan vender afuera". 
 

 

La madrina de la cocaína

El oscuro y peligroso negocio de los narcotraficantes es una usina permanente de inspiración para los guionistas en tiempos de Netflix. La oferta es de lo más variada e incluye historias reales adaptadas a la ficción, como las series “El Patrón del Mal” o “Narcos”, las dos versiones más famosas de la vida del capo del cartel de Medellín Pablo Escobar Gaviría.    

Lo mismo sucede en el cine. “Cocaine Godmother” es una película de la cadena Lifetime a punto de estrenarse que cuenta la historia de Griselda Blanco, la narcotraficante colombiana conocida como “la madrina de la cocaína”, pionera del crimen organizado en Miami en los años setenta, y a quien le atribuyen más de 200 asesinatos.  Blanco -personificada por la actriz Catherine Zeta -Jones- utilizaba bellas mujeres, anciano y hasta niños como mulas para el envío de la droga. Su organización fue la primera que comenzó a contrabandear drogas en dobles fondo de valijas, un método que todavía sigue vigente.