POLITICA
Opinión

¿A qué se le parece este progresismo?

<p>El viento de cola sigue soplando a favor de la economía argentina, a pesar de las groserías cometidas por el gobierno K.</p>

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A pocos días del inicio de la primavera, el viento de cola sigue soplando a favor de la economía argentina, a pesar de las groserías cometidas por la administración regente. La abundancia de dólares le augura al gobierno kirchnerista continuar con el nocivo trabajo de imprimir pesos con total discrecionalidad, a expensas de un acelerado deterioro del salario real.

Es que la emisión monetaria descontrolada lanzada por la administración matrimonial no encuentra límite y le sirve de base para su plataforma electoral, sin tener en cuenta el daño que se le hace a la economía en su conjunto.

Más pesos en la calle es más inflación para un enfermo crónico de inflación. Mientras la CGT apunta ahora a quedarse con el botín de las ganancias empresarias, el salario real de los trabajadores es atravesado y pulverizado por una inflación que ronda el 30 por ciento anual.

De eso no se habla por la calle Azopardo donde los caciques sindicales se regodean y frotan las manos sin importarles la suerte del universo de los trabajadores. Y lo que es peor: ahora la inflación se mide en dólares y en estos términos, la Argentina vuelve a liderar el penoso ranking mundial. Hoy, en la Argentina, hay precios de bienes y de servicios más caros que en los Estados Unidos y Europa. El gobierno ha ratificado, con la presentación del presupuesto 2011 que la fiesta de la emisión de dinero espurio va a continuar, que el dólar estará por debajo de la inflación y que las tasas de interés estarán por encima del dólar. Una pista perfecta para poder desarrollar altas velocidades con la bicicleta matrimonial.

Al ritmo de compras de unos 100 millones de dólares diarios, el BCRA deberá emitir unos 8.000 millones de dólares para mantener el tipo de cambio al nivel actual. Sin embargo, esto no es todo. Se calcula que aun restan por distribuir unos 15.000 millones de pesos correspondientes a las utilidades del BCRA que van al Tesoro, más los adelantos transitorios y luego a la calle. Se especula con una masa de dinero que superaría los 35.000 millones de pesos, algo que resulta difícil de absorber, ni aún con una monumental emisión de LEBAC y NOBAC a un interés superior al 14 por ciento, generando un mayor déficit cuasi fiscal.

Este desequilibrio, según el criterio del BCRA, no es por emisión de pasivos monetarios, sino que se trata de instrumentos reguladores de la oferta y demanda de moneda. ¿Acaso no funcionaba igual la nefasta "Cuenta de Regulación Monetaria", prohijada por el tándem Adolfo Diz-Christian Zimmerman, durante el régimen militar? En la medida que las reservas no crezcan a la misma velocidad que los saldos en pesos, los precios van a aumentar en dólares aún más.

Otro de los peligros que enfrenta el modelo bicicletero es la sobreestimación del crecimiento económico para este año que lo ubica en casi 9,5 por ciento. Sólo el justificativo invocado por la presidenta del BCRA, Mercedes Marcó del Pont, de expandir la base monetaria acorde con las necesidades del Tesoro, puede servir de base para semejante estimación.

De cumplirse ese pronóstico, se pasaría de una caída del PBI del 4,5 por ciento en 2009 a una positiva del 9,5 por ciento, esto es en 2010, la economía bicicletera tendría que crecer 14 puntos, unos 45.000 millones de dólares (¿?). ¿Como alcanzar semejante objetivo en momentos en que el saldo del intercambio comercial muestra un severo deterioro respecto del año anterior? Con un dólar freezado y con inflación en aumento, los costos de producción salen de competitividad, la importación se adueña del mercado y se pierden puestos de trabajo.

¿Acaso esto no ocurrió bajo la batuta de José Alfredo Martínez de Hoz? Con tasas de interés positivas frente al tipo de cambio y un dólar freezado, los capitales golondrinas llegan a un paraíso primaveral donde la bicicleta resulta el vehículo ideal para el bolsillo de unos pocos. ¿No era este el elixir de la época de la Plata Dulce? íNo! ¿Esto es progresismo?

 

(*) Agencia DYN