POLITICA

Catering de campaña | El plato fuerte se lo guardaron para la elección general

La oferta en el búnker del PRO fue variada. ECO solo ofreció medialunas y alfajores, que se acabaron pronto. Las empanadas K.

La oferta en el búnker del PRO, en el predio Costa Salguero.
| Cedoc

Con el voto de las PASO porteñas dividido en tres partidos principales (PRO, ECO y Frente Para la Victoria), el foco de las elecciones estuvo puesto en los centros de campaña, muchas veces llamados “búnker”. Y, considerando que los resultados comenzaron a conocerse recién pasadas las 21, la atención de muchos de los presentes en cada evento estuvo concentrada en un elemento fundamental: el catering.

A la espera de una victoria segura, en el centro de campaña del PRO se prepararon para darle de comer a varios, y hubo de todo: en el predio de Costa Salguero sirvieron pizza de queso y cebolla, bocaditos caprese, medialunas de jamón y queso, churros rellenos y sándwiches.

Muy distinto fue el panorama en el búnker de ECO, que se instaló en el Salón Palais Rouge, ubicado en Salguero y Honduras, en el barrio de Palermo. A pesar de que el frente se ubicaría en el segundo puesto en la ciudad, su catering quedó muy por detrás del del PRO: hubo solo alfajorcitos y medialunas, que duraron demasiado poco. Todo regado de gaseosas, agua mineral y cafe.

Transcurrido un día de nervios y ansiedad, el apetito también afectó al búnker del Frente para la Victoria, ubicado en el hotel NH. Sin embargo, como ya es costumbre, las opciones gastronómicas no estuvieron a la altura de las necesidades de los concurrentes. Lo que se ofreció mientras se esperaban los primeros números oficiales fueron unas pocas empanaditas de carne y algunos sándwiches de miga, únicamente de jamón y queso. Las alternativas bebibles para acompañar la comida tampoco fue variada: gaseosas y/o agua.

El catering kirchnerista no desentonó con la oferta de hace dos años: en las elecciones legislativas de 2013, cuando el FPV también perdía en la ciudad, sólo se ofrecían empanadas. Muy distinto al clima de euforia y platos fríos y calientes de las victorias nacionales de 2011.