POLITICA
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Corea del Centro

No es una posición cómoda porque se reciben críticas de ambos lados de la grieta.

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Tono de las notas | Sergio Ucedo

“Desde que asumió este gobierno estoy en carne viva, y particularmente sensible a todo intento de borrar los logros del pasado para justificar el desastre del presente, y me entristece la hipocresía con la que los medios cubren de lodo el pasado para que el barro del presente parezca oro”, me escribió un profesor de la universidad pública hace unos días criticando a PERFIL.

Casi al mismo tiempo, el feriado del 25 de Mayo, Luis Majul publicó en La Nación una columna criticando a quienes –como PERFIL, entre otros– no aceptamos ser arrastrados por el discurso de moda de esta época. En sus palabras: “Sólo están ocupados en que no se los etiquete. No quieren que se los confunda con el periodismo militante K. Y tampoco desean que se suponga que están de acuerdo con un gobierno ‘de derecha’. (...) Entonces un día fuerzan un argumento anti K y al siguiente sobreactúan una crítica al Presidente. Se presentan a sí mismos como neutrales, pero en el fondo son dogmáticos. Hay una broma para identificar su equidistancia de ‘mentirita’. Se dice de ellos que no pertenecen ni a Corea del Norte ni a Corea del Sur, sino a un país que no existe: Corea del Centro” (lanacion.com.ar/2027133-la-falsa-grieta-de-la-prensa-argentina).

El concepto de Schmitt amigo-enemigo, que el kirchnerismo, potenció lo continúa el macrismo en el plano electoral

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El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
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No es una posición cómoda la de ser “Corea del Centro” porque se reciben críticas de ambos lados de la grieta, pero es la manera en que PERFIL entiende que puede cumplir su mandato de ser contracíclico para sumar al debate público siempre aquello que falta. Ser anticíclico fue criticar al kirchnerismo cuando nadie lo hacía durante los primeros cinco años. Y ser anticíclico hoy no sólo es criticar a Macri, porque, a diferencia de lo que sucedió con el kirchnerismo, los principales medios también le hacen críticas a Macri a pesar de que lo apoyan, sino también animarse a reconocer aquello bueno que hizo el kirchnerismo cuando la mayoría de la audiencia de los grandes medios pide reducir el período 2003-2015 sólo a casos de corrupción. Animarse a incomodar los prejuicios de nuestra audiencia (y también los nuestros) para contribuir a su progreso.

Claro que mejora a los grandes medios que ahora haya críticas a Macri desde el comienzo y los diferencia de Página/12, donde no hay críticas al kirchnerismo. Pero debemos reconocer que no tenemos suficiente polifonía de voces sino que unas predominan sobre las otras. Usando el ejemplo del diario donde escribe Majul, las investigaciones de Hugo Alconada Mon o algunas columnas críticas de Carlos Pagni no impiden ver que la línea general del diario aprueba como legítimo el relato del actual gobierno. Lo mismo le cabe a PERFIL, donde el hecho de que escriban regularmente Artemio López o Bernarda Llorente y Claudio Villarruel, por ejemplo, no alcanza a equilibrar la línea crítica del kirchnerismo.

 Puesto en perspectiva antagónica con la prensa profesional de los grandes medios, se podría argumentar que Página/12 asume su papel de prensa militante seria con honestidad, mientras que nosotros tratamos de disimularlo. Y un reclamo que se nos hace siempre es que asumamos el lugar desde donde escribimos haciendo pública nuestra preferencia política como lo hacen los grandes diarios de Estados Unidos, que recomiendan en su editorial votar por tal o cual partido antes de cada elección. Pero que un medio que haga verdadero periodismo explicite su preferencia electoral no implica que omitirá las críticas a su sector de afinidad. Ni siquiera en los medios más asociados, que cubren la política en forma de espectáculo, como podría ser Fox News, se omiten críticas a Trump, como lo demuestra el gráfico de esta columna.

Majul se queja de que les damos relevancia comparable a los bolsos de José López y al caso de las acusaciones al director de la AFI, Gustavo Arribas, de haber recibido 800 mil dólares por la misma ruta del dinero con la que Odebrecht pagaba sus coimas. Y remarca la abrumadora mayor magnitud de los casos de corrupción del kirchnerismo, entre ellos el reciente procesamiento de Hebe de Bonafini por la estafa en la construcción de viviendas sociales, que son incomparables con los de este gobierno. Tiene razón, pero a los casos de corrupción, como a cualquier noticia, se les aplica el criterio de proximidad, en este caso temporal: se pondera más lo que sucede ahora (Panamá Papers, Arribas, Iecsa, etc., aún sin comprobación) que lo que sucedió hace años, por eso fue más valioso periodísticamente denunciar cómo se usaba el prestigio de las Madres de Plaza de Mayo para otros fines en 2007, como hicieron este diario y la revista Noticias, cuando atreverse a criticar a las organizaciones de defensa de los derechos humanos generaba un repudio generalizado.

A las diez reflexiones del maestro de periodismo Ryszard Kapuscinski, quien decía que para ser buen periodista primero había que ser una buena persona, se podría sumar que para ser un buen periodista hay que rebelarse al cómodo monologuismo del discurso dominante, que sólo retroalimenta el cambiante humor social de cada época. En la Argentina actual, la posición contracíclica en periodismo es justamente ser “Corea del Centro”. Esta sola metáfora que peyorativamente indica como únicos lugares verdaderos a Corea el Norte y Corea del Sur (no hay un pueblo más dividido y enfrentado que las dos Coreas) demuestra cómo se intenta mantener y profundizar la grieta.

Kim Jong-un, como el kirchnerismo, y Cambiemos, como Corea del Sur, son el paroxismo de la grieta

En lo contrario, contribuir a la reducción de la grieta, es en lo que PERFIL continuará perseverando. Esta semana, con pocas horas de diferencia, me tocó como invitado dar la misma clase sobre “Subjetividad en periodismo” en la Universidad de La Matanza y en la de San Andrés. La Matanza, quinta mayor universidad del país, con 50 mil alumnos, es el símbolo de las universidades populares del Conurbano, donde el 90% de los padres de sus alumnos no fueron universitarios. San Andrés, con poco más de 2 mil alumnos, es el símbolo de la más exclusiva de las universidades privadas, cuyo rector, Carlos Rosenkrantz, pasó a integrar la Corte Suprema.

No hubo ninguna diferencia en las preguntas que me hicieron los alumnos de ambas universidades, quienes además mostraron el mismo interés por un periodismo alejado de los extremos. Es que el lugar del periodismo es, justamente, ese no lugar de “Corea del Centro”.


Continúa en: “Blindaje mediático”