POLITICA
miguel angeL pichetto y jaime duran barba

Debate sobre la nueva y la vieja política

El jefe de los senadores peronistas y el principal asesor de Macri hablaron de las elecciones 2019, Bolsonaro-Lula, el dólar, el Papa, Cristina, Carrió, los cuadernos y la Justicia.

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“EL PERONISMO no tiene nada que ver con sectores de izquierda o movimientos que creen que la violencia o la calle van a solucionar los problemas argentinos. (P) | Marcelo Aballay

—¿Cuántas veces se han visto en el pasado?
PICHETTO: En octubre de 2017. Estuve de espectador, digamos, de sus reflexiones, cuando lo reporteó Julio Blanck, al cual respetaba mucho.
—¿Y después de esa vez?
DURAN BARBA: No. Miguel Angel me parece uno de los legisladores valiosos, que conoce doctrina jurídica. Esas cosas están bien en desuso últimamente.
—Vos también la conocés, Jaime.
DB: Sí, soy abogado, aunque nunca ejercí. Tuve profesores estupendos que nos enseñaron mucho la doctrina jurídica, pero los apuros de la política hacen que la gente olvide.
P: Sí, hay también una complejidad desde el funcionamiento comunicacional y hay una Justicia instantánea que muchas veces gravita sobre los ciudadanos.
—¿Qué los impulsó a aceptar este reportaje-debate?
P: El debate enriquece, y me parece interesante hacerlo con un hombre al cual respeto intelectualmente.
DB: Lo mismo. Soy fanático del intercambio de ideas. De lo único que estoy seguro es de que no tengo la verdad. Es más: estoy seguro de que la verdad no existe. Dialogar siempre es bueno, y Miguel Angel me parece una persona valiosa con la que va a salir algo de este diálogo.
—Comencemos por lo que supongo que pueden ser algunas coincidencias. ¿Qué opinión tienen del papa Francisco?
DB: Ha tenido un gobierno desafortunado. Tenemos un seguimiento de la confianza institucional de todo, Iglesia, partidos, sindicatos, congresos, y los números de la Iglesia en México, Ecuador y la Argentina son los más bajos en la historia. Me parece una pena.
P: Es una figura de trascendencia, fundamentalmente, su apostolado está ligado a los más pobres. Tiene una visión muy clara. Está en deuda con la Argentina, habría sido importante que viniera, y su voz, proyectada hacia la unidad nacional, habría sido un aporte valioso.
—Y, ¿sobre la Iglesia Católica en general y en la Argentina?
P: Cuestiono mucho el silencio en algunos temas. Hace poco, publicaste en Noticias una nota muy importante sobre hechos muy graves que han ocurrido en la Iglesia argentina. Y el Episcopado, que tiene una vigorosa voz en lo social, en este tipo de temas ha carecido de autocrítica. Hechos como el del Próvolo de Mendoza necesitarían palabras de repudio. Es importante que a nivel institucional la Iglesia exprese un repudio a hombres que han cometido delitos de carácter aberrante. La veo más comprometida, siguiendo los mandatos del Papa, en un trabajo social, con mucha presencia en las villas.
DB: Fui a escuela, colegio y universidad jesuita. Conozco muy por dentro la Iglesia. Me da pena que esté en una crisis tan complicada. Tendría que aggiornarse, por lo menos, desembarcar en el siglo XX, si no lo hace en el XXI. Hay una serie de cosas que vienen del Concilio de Letrán, siglo XIII, confirmadas por el Concilio de Trento, sobre la sexualidad, el matrimonio, etcétera, que creía la gente cuando suponía que la Tierra era plana. La Iglesia tiene que aggiornarse porque, si no, seguirá perdiendo a muchos fieles y, desgraciadamente, lo que crece no necesariamente es el racionalismo. Parte del fenómeno de Brasil se explica por la enorme presencia de las Iglesias evangélicas: el 40% de la población de Brasil se dice evangélico, y, en parte, Bolsonaro se explica por la crisis de la Iglesia.
—Ambos estuvieron a favor de la despenalización del aborto. ¿Hicieron todo lo que estaba a su alcance para que se lograra aprobar la ley?
DB: Estoy más dedicado a pensar y escribir, pero no contacto con personas, no hago política. Debo confesar que no hice nada.
P: En el Senado expresé desde el primer minuto una voz muy clara. La interrupción voluntaria del embarazo, la decisión de la mujer sobre su cuerpo, los derechos que tienen que ver fundamentalmente con la salud pública, la no penalización tanto del médico como de la mujer son temas que se van a tratar en el corto plazo en el Congreso. El triunfo del no es pírrico. Dejó abierto todo este debate. Coincido en que la posición de la Iglesia atrasa en este tema. La Iglesia tiene que comprender el mundo en el que vive, que es el siglo de la mujer. Imparable. Pasa más por el reconocimiento que por los derechos, y el reconocimiento significa ponerse más en el lugar del otro, no solo reconocer el derecho.
—Otro tema en el que puede haber coincidencias es la eventual prisión preventiva y desafuero de la ex presidenta Cristina Kirchner. Miguel Angel, en el último reportaje que te hice, marcaste lo que era una doctrina dentro del Senado. Hoy, ante los hechos nuevos que se han producido, ¿seguís pensando lo mismo?
P: Sigo pensando lo mismo. Lula fue condenado en primera instancia y en el tribunal de segunda instancia, e hizo una apelación ante la Corte Suprema que fue rechazado. Y recién entonces, Moro lo manda a detener. ¿Qué quiero decir? Había sentencia efectiva, firme. Macri estuvo procesado en primera instancia, ratificado por la Cámara Federal, y cuando fue electo presidente, en junio de 2016, el Tribunal lo absolvió. ¿Qué quiero decir? Que tiene que haber un mecanismo de sentencia previa firme y no el pronunciamiento de un auto de prisión preventiva en la etapa de investigación.
—La diferencia con el sistema brasileño es que aquí tendríamos Casación y Corte, ¿no?
P: Acá, con la Casación y el rechazo del recurso extraordinario, está cumplido. El proceso judicial puede acortarse sensiblemente con un compromiso del Poder Judicial.
—Jaime, ¿qué pensás respecto del eventual desafuero de Cristina Kirchner?
DB: Coincido con Miguel Angel por la doctrina jurídica. No se puede proceder contra alguien que, en principio, es inocente mientras no sea declarado lo contrario. A mí me parece que es culpable, y a otros les parece que no. Pero hay que defender el sistema jurídico más allá de que ayude a Cristina, a Macri o al Pollo Sobrero. Si no tenemos instituciones y si no se respeta la ley, el país va a terminar en ningún lado. En algunos de mis libros decía que la política es una enorme puerta giratoria en la que hay muchos tipos corriendo. Al rato unos persiguen a otros y al rato esos mismos son perseguidos por los otros. Tengamos instituciones para que todos miremos dentro de un marco racional de funcionamiento. Las instituciones son lo central para que un país funcione más allá de cualquier simpatía o antipatía.
—Cuando entrevisté a Sergio Moro en Curitiba, me dijo que en Brasil los juicios duraban veinte años, entonces las condenas se convertían en abstractas. Aquí, tenemos la misma situación con lo que pasó ahora con Menem.
DB: La doctrina jurídica dice que no podés apresar a alguien que no está declarado culpable. Si las leyes no funcionan bien, el Congreso puede cambiarlas.
P: El proceso judicial y las leyes están correctos. Es imprescindible que los jueces actúen en tiempos razonables. Es imposible sostener 23 años a una persona con una acusación. Casación dijo que estaba cumplido el plazo razonable en un fallo de unas 280 páginas, que me pareció importante. Yo estoy con el cumplimiento de los procesos, los principios de garantía. La ruptura de la inocencia se da con una sentencia firme. Acá y en cualquier otro lugar del mundo. En Brasil es cierto que el plazo fue más corto, pero hubo sentencia de primera instancia, de segunda y de la Corte.
—¿Tiene razón Carrió al sospechar que el Gobierno no quiere que Cristina vaya presa porque teme que victimizándola aumente su  intención de voto?
P: Puedo hacer un análisis más objetivo sobre que al Gobierno le conviene mantener la centralidad de la ex presidenta en el escenario político electoral. Eso también impacta de lleno en el peronismo, en que se renueve, encuentre un marco de contenido democrático, un conjunto de ideas y valores para reconciliarnos con la sociedad. Al Gobierno esto le interesa.
—Pero no que fuera presa.
P: Agrandaría su figura. Ahí entramos a jugar con algunos valores argentinos que son complicados. El tema de la muerte, el de la cárcel, tienen un esquema donde funciona cierta solidaridad. Esto ha ocurrido. Pero yo creo que las sociedades no vuelven al pasado.
—Jaime, a vos se te acusa de ser el autor intelectual de la teoría de que Cristina tiene que mantenerse muy visible, pero no tanto como si fuera presa porque así podría ganar más votos.
DB: Las proscripciones son una trampa, endiosan a los proscriptos, y en la Argentina tenemos a Perón, del cual se dijo cualquier cosa, se le borró del escalafón militar, se le persiguió 18 años, y a los 18 años volvió y, además, se reincorporó a las Fuerzas Armadas y fue ascendido. Hay que tener elecciones libres en las que la gente pueda participar, y si ganan los que no nos gustan, hay que colaborar para que les vaya bien en su gobierno. Políticamente, las proscripciones solo traen desastres. Qué hará la Justicia, no lo sé. No es un tema mío.
—¿Si Cristina fuera presa aumentaría su intención de voto?
DB: Sí.
—¿Creés que a Lula el estar preso le generó un aumento en la intención de voto?
DB: A Lula le aumentó, no al PT. Fue impredecible hasta dónde iba a llegar la consecuencia del Lava Jato. Llegó también al PT. Que Dilma no logre una banca es dramático. Pasó algo semejante a lo que pasó en Italia con el Mani Pulite, donde desapareció el Partido Socialista, la Democracia Cristiana, los dos partidos comunistas, todo. Hay una reacción que tiene que ver más con una sensación que con un concepto. Es “que se vayan todos” los que eran parte del gobierno. Entonces, el PT termina pagando, se hizo pedazos.
—En Brasil existe una ley que llevó adelante Lula, la de Ficha Limpia, por la cual alguien que tiene una condena no puede ser candidato. Sí no existiera esa ley, Lula, aun detenido, habría podido ser candidato. Jaime, ¿creés que hoy sería presidente de Brasil?
DB: Sí. Lula tiene una fuerza enorme. Estudié mucho a Brasil en 2010, y en la pregunta “¿Usted votaría por cualquier persona que quiera Lula?”, decía que sí el 60% de los brasileños. En “¿Votaría por un candidato del PT?”, decía sí el 40%. Lula siempre estuvo muy por encima del partido.
—¿Qué piensan de Carrió?
DB: Nada.
P: La respeto por la trayectoria. Lo que me planteo, desde un partido más comprometido con el ejercicio del gobierno, es esta pugna entre la responsabilidad y la ética, lo que a veces entra en contradicción y que determina pérdida de cohesión en el Gobierno.
—¿Es imposible una Carrió en el peronismo?
P: Difícilmente en el ejercicio del gobierno. Cuando ejerce el poder, el peronismo tiene esa estructuración de mayor cohesión. Reconozcamos que Carrió viene de otra fuerza política, y que ha hecho de esos valores un ejercicio de su acción política. Es respetable. A veces, genera cimbronazos en el Gobierno y esto es complicado en la Argentina, donde la cuestión del liderazgo y el ejercicio del poder político del Presidente son trascendentes.
—¿Macri protege a los empresarios de los cuadernos, como ella da a entender?
P: No. Sí espero que el juez actúe con la mayor autonomía e independencia, que también analice una empresa que formó parte de la estructura familiar. Me preocupa más, y al Presidente también le debe preocupar, la continuidad de las empresas. A mí me preocupan Techint y Rocca, no por Rocca, sino por lo que significan como generación de empleo. Me preocupan los trabajadores. Vamos a tener que hacer un esfuerzo de imaginación porque no es de aplicación la ley penal empresaria, que es posterior a los acontecimientos penales que están siendo investigados.
—En el caso de los cambios de AFIP, ¿hay, como dice Carrió, una intención de restringir la información sobre las coimas de Iecsa para proteger a la empresa del primo del Presidente?
P: La AFIP es un organismo que tiene un nivel de jerarquía con gente capacitada. Esas aseveraciones públicas deben ser clarificadas y analizadas en el marco de la investigación judicial. Si fuera cierto, sería grave.
DB: No tiene ningún sentido. No es algo que se converse en el Gobierno ni que comente a Mauricio. Comparto la inquietud de Miguel Angel sobre las empresas nacionales. Que quienes delinquieron paguen es lógico. Que empresas que se crearon del viento por favoritismo del Estado sean tratadas de una manera está bien. Con otras que no solo están en la Argentina, sino también en el mundo con inversiones descomunales, yo creo que hay que tener cuidado porque no podemos destruir a las empresas argentinas. ¿Para que vengan empresas extranjeras a ocupar su lugar?
—Entrevisté a Moro pocos días después de que se vendiera Iecsa, y le pregunté si, para que continuaran siendo brasileñas, se obligará a las empresas que habían estado condenadas por juicio de corrupción a que sus accionistas desinvirtieran y otros comprasen.
Moro me dijo que una empresa como Odebrecht, que en ese momento tenía 250 mil empleados, o sea, cuatro veces Techint, no hubiera tenido comprador y habría que dividirla. Que él se conformaba con que quienes fueron directivos dejaran de serlo, que los accionistas se corriesen del día a día y que crearan una oficina de compliance. En el caso de la Argentina, ¿te parece que también esa sería la solución? No me refiero a las que fueron creadas nada más que para delinquir.
DB: Empresas que consiguieron contratos pagando coimas es un tema. Que sobrepreciaron los contratos para hacerlo es otro. El caso de Techint, que dicen que lo que pasa es que Chávez secuestró a argentinos y pagaron un rescate, y había otra más que no me acuerdo...
—Impsa.
DB: No es lo mismo conseguir un contrato con coimas que pagar un rescate. Hay que ver en cada empresa qué pasó. Hay casos, por lo que he leído, de empresas que recibieron dinero y, además, no hicieron nada.
P: En primer lugar, no debería ser una preocupación del juez. En segundo lugar, los gobiernos deben buscar resolver la continuidad de las empresas. Lo que conversaste con Moro podría ser un mecanismo de salida. Como país, hay que defender la construcción de una burguesía nacional. Muchas de las burguesías en el mundo se construyeron con barro. La diferencia entre el padre de John Kennedy y Al Capone es que uno fue a Sing Sing y otro fue como embajador a Inglaterra. La consolidación de una burguesía nacional para un país me parece central, y la defensa de los intereses nacionales me parece gravitante. Los orígenes pueden ser, muchas veces, digamos, cuestionables. Pero bueno...
—¿No tendría que ser un problema judicial sino legislativo? ¿El Congreso tendría que votar una ley que marque cuáles tendrían que ser las responsabilidades de las empresas que pagaron coimas para que quede asegurada su continuidad, y, al mismo tiempo, exista un razonable castigo social?
P: Sí. La ley de responsabilidad penal empresaria no es de aplicación porque los hechos se descubrieron antes, con lo cual el Congreso tiene que construir, con el Gobierno una salida. Es fundamental cuidar la continuidad de las empresas argentinas, del empleo argentino y salvaguardar también la obra pública. El PPP era una puesta importante del Gobierno con inversión privada y financiamiento, y hay algunas empresas que, lamentablemente, hoy están en debilidad con el sistema financiero.
—¿Una ley que, así como la responsabilidad empresaria resuelve hacia delante, resolviera hacia atrás?
P: Exactamente.
—Jaime, el juez Bonadio fue nombrado durante la presidencia de Menem por Corach e integraba su “servilleta”. El fiscal Stornelli fue ministro de Scioli. ¿Te transmite garantía un juez y un fiscal con estos antecedentes?
DB: ¿Cómo encontrás a alguien que nunca haya sido algo?
P: Las pertenencias, las historias personales, me parece que le dan un valor a la persona, no la menoscaban.
—En tu caso, Miguel Angel, se te asocia al juez por su pertenencia peronista y se comenta que Bonadio cuida al peronismo no kirchnerista.
P: Es totalmente inverosímil que el juez pueda actuar bajo la influencia de un sector político. ¿Cómo no lo voy a conocer? Estuve en el Consejo de la Magistratura cerca de ocho años. Ahora, pensar que un juez va a actuar a pedido para tratar de proscribir a algún candidato o favorecer a algún sector me parece obra de alguna mente interesada en producirme daño desde algunos sectores de La Cámpora, porque hicieron correr este argumento.
—Jaime, ¿por qué Carrió te odia a vos en particular?
DB: Ni idea. Nunca la he visto. No tengo idea de quién es.
—Miguel Angel, en mayo, en el Senado, dijiste que Duran Barba destruye las instituciones del Congreso, al que considera un espacio de degradación y que desde las usinas del poder alimenta la destrucción de la política y de los representantes del pueblo. En agosto, en un debate dijiste: “Más allá de lo que pase esta noche, lo que hay en la calle es una sociedad viva y hay gente que está comprometida con este debate. Es algo que viene bien para los pensadores de Cambiemos, el Laclau de Cambiemos, que también construye la grieta y dice que en el Congreso se discuten estupideces y que los senadores no leen libros de historia. Sí, es para Duran Barba. Para que él vea que el Congreso tiene un nivel intelectual que debate temas importantes y lee libros”. Y muchas veces focalizás en él las críticas al Gobierno. ¿Por qué? ¿Te parece un adversario intelectualmente atractivo?
P: Lo es. Tiene una percepción y una construcción inteligente, y creo que gran parte de los actos, no solamente en el plano electoral, sino muchas veces en el ejercicio de la acción política, tienen que ver con su construcción. Algunas cosas que mencionaba ahí forman parte del contenido que publica tu medio, y que me dedico a leer los domingos.
—Te cito textual: “El Gobierno ha tenido todos los apoyos en las principales leyes, todos los instrumentos que le planteó al Congreso nacional. El peronismo ha votado todo, ha tenido prudencia, ha discutido, ha dialogado, ha soportado el agravio de muchas situaciones. Uno tiene que ser prudente  (...) No vamos a tratar de ver si podemos mezquinamente usufructuar las falencias y la mala praxis o falta de gestión del Gobierno en materia económica”. Y dijiste que la Jefatura de Gabinete es una usina que confronta permanentemente con el peronismo, que no hay que gobernar con focus groups; dijiste también, y cuestionaste, la “pavada duranbarbesca porque es echarle la culpa al peronismo de la situación económica, lo que es una mentira o una injusticia”. ¿Sentís que han maltratado al peronismo?
P: Hay una construcción inteligente, desde el punto de vista de los intereses del Gobierno, de colocar al peronismo como el causante de todos los males que ocurren en este país. Indudablemente, tenemos que hacer la autocrítica de lo que nos pasó en los últimos años, del no crecimiento de la economía, del cepo, de una economía dirigista y casi intervencionista. Analizo desde el momento que asume el presidente Macri, hablo del peronismo que nosotros aspiramos a representar, que está un poco sintetizado en el espacio de los gobernadores, una visión federal, la foto reciente con dirigentes jóvenes. Este peronismo ha tenido una conducta responsable en un plano institucional, acompañando en los grandes temas, no ha determinado un esquema de bloqueo. El peronismo no es responsable del ejercicio de la economía ni del rumbo económico. Sí, indudablemente, hay parte de la estructura económica del país que venía arrastrándose. Pero reconozcamos que hubo algunas cuestiones de mala praxis que han empeorado la situación económica. Y no es atribuible al rol del peronismo en el Congreso. El Gobierno tiene problemas desde el punto de vista de su construcción política. Como diría Michel Foucault: carece de conceptos, muchas veces es falsa la comunicación porque no explica las cosas y en general, siendo un gobierno que tiene minoría en ambas cámaras, debería haber consolidado la idea de construir sobre bases de grandes acuerdos de política de Estado. Faltó el talento para lograr lo que hizo en el primer año. Abandonaron esa senda después de octubre de 2017.
—¿Qué pensás acerca de esta crítica de Miguel Angel?
DB: En general, el peronismo ha tenido una actitud democrática, que es no ser parte de un gobierno porque no ganó las elecciones, pero no bloquearlo. Y no veo en ninguna de las personas del Gobierno una obsesión con el peronismo. Hay muy poco espacio en la mente de esa gente para pensar en si Cristina, si el peronismo, si el trotskismo. Están pensando en qué hacen ellos, no mucho en los otros.
—¿Compartís la idea de que el peronismo es responsable de que la Argentina haya quedado por debajo de su potencial a lo largo de décadas?
DB: Tenemos una cultura en la que muchísima gente, si no la mayoría, tiende a no cumplir con las normas, con las leyes. En una encuesta reciente, ante la pregunta “¿A usted le parece que hay que cumplir con las leyes o es mejor hacer avivadas?”. El 76% dijo que es mejor la avivada.
—¿Y eso tiene que ver con el peronismo?
DB: El peronismo ha sido la expresión política de la anomia, y por eso es una expresión tan clara en la Argentina. La anomia es esa enorme cantidad de personas que viven en la economía informal. Mucha gente vive con su economía en negro. Tiene trabajo en negro, ahorra en negro. Yo estudié acá cuando era pibe y me compraba todos los dolaritos que podía cada semana para tenerlos en negro bajo mi cama. No hay culpables. No hay un malo. El país ha sido así, y el peronismo ha expresado mucho ese país.
—¿El peronismo es la consecuencia y no la causa?
DB: Sí. Expresa esa realidad, una cultura anómica, y por eso tiene tanta fuerza.
—Cuando te define como el Laclau del Gobierno, ¿te parece un elogio o un insulto?
DB: Me parece un elogio porque me encanta Laclau. Piensa todo lo contrario de lo que yo pienso, pero me encanta porque es un tipo muy inteligente.
—Miguel Angel, ¿qué es el peronismo?
P: Es un partido con una visión nacional. Tiene componentes de origen: se construyó desde el Estado, es un partido de Estado. Es conducido por un militar: tiene una estructura de verticalismo. Así como tenemos que hacer autocrítica, también debemos asumir que el peronismo es parte de los mejores días de sectores del trabajo, del acceso a la educación, de la consolidación de un esquema de justicia social. Perón era un militar, pero era un pensador y un hombre de una lectura extraordinaria. Planteó el debate del medioambiente en el año 70.
—Cuando empezaste a describirlo dijiste “nacional”, ¿es correcto decir que a lo largo de la historia argentina hubo un conflicto entre lo nacional y lo liberal visto como cosmopolita y universalista, y que lo que más representa al peronismo es “lo nacional”?
P: Sin duda. El peronismo nunca fue un movimiento de izquierda. Siempre tuvo un ala izquierda y un ala derecha, pero era el centro. El peronismo no es el PC capitalino ni tiene nada que ver con movimientos de ruptura como el Partido Obrero o sectores de la izquierda dura que creen que el conflicto, la violencia o la calle van a solucionar los problemas argentinos. Yo digo que el peronismo es un partido de base democrática. En general, ha sido víctima de los golpes. La izquierda universal, acá el PC, siempre estuvo en contra del peronismo.
DB: Participó en los dos golpes.
P: Exactamente. Y el PC estuvo al lado de la dictadura cuando exportaban trigo a la Unión Soviética.
—¿Y es posible el nacionalismo en el siglo XXI, cuando la tecnología eliminó la distancia?
P: Perón decía que la más importante de las políticas era la política internacional. Macri tuvo una visión en 2014, cuando construye su campaña presidencial. Era un mundo global, el de Obama, del intercambio, que empezó a cambiar con el Brexit y con el triunfo de Trump, y se ratifica con el triunfo de Bolsonaro, con Salvini, con las complejidades que tiene Merkel en Alemania por los crecimientos de los grupos duros de la ultraderecha. Una Europa que se cierra frente a la inmigración pobre africana, los países cuidan sus empresas nacionales. Trump dice: “Primero Estados Unidos, después las empresas, después los trabajadores”.
—¿Tu visión del nacionalismo no es contradictoria con la de integrarse al mundo?
P: No, porque es impensable el cierre de la economía. La Argentina necesita tener una economía abierta e interactuar con países compradores. También debe tener un cuidado mayor en esquemas económicos de cuidado con las estructuras fabriles, como la textil china, que tiene esa mezcla del capitalismo con mano de obra barata, donde no se puede competir y destruye a las empresas que están en el país. No se debe importar tomates porque tenemos una empresa como Arcor, que produce tomates. No se debe importar cerdo de Dinamarca porque producimos cerdo. Los europeos defienden a los productores locales. Tenemos que defender a los productores locales.
—Jaime, ¿qué es el peronismo? Cuando te lo preguntan en la Universidad de Washington, donde sos profesor. ¿Qué explicás?
DB: Es difícil explicarlo desde afuera. Para mí es más fácil entenderlo porque estudié acá y llegué cuando Cámpora ganó las elecciones. Todos los jóvenes eran peronistas, yo también era peronista. Sentí el peronismo, que es más un sentimiento que una ideología, y me pareció lindo, genial.
—¿Cómo explicarías de forma racional ese sentimiento?
DB: Tiene raíces históricas válidas. Perón hizo cosas muy importantes, como la organización del movimiento obrero, las leyes sociales. El tema de la mujer: le dio el voto a la mujer. Sobre esa base de avances objetivos que hubo con el general Perón, está esa emoción de la gente que construye ese sentimiento a partir de esos hechos afectivos. Eso hasta la Revolución Libertadora, que viene la proscripción, y cuando le aplastas tanto a alguien, la gente termina sospechando que es mentira. Eso volvió más fanática a la gente peronista. Los 18 años de proscripción fortalecieron a Perón y lograron que se convirtiese en una leyenda. Coincido con Miguel Angel en que no fue un movimiento de izquierda. Y cuando vino el último peronismo, que lo viví directamente, tampoco eran los Montoneros los que daban la línea del movimiento. El asesinato de Rucci fue vital para que Perón retomara la cosa y diga basta de extremismos. Fomentó la resistencia de los Montoneros en la medida en que estaba proscripto. Pero no era un hombre de guerrilla.
—Jaime, para que el peronismo no kirchnerista emerja, ¿es necesario que le gane a Cristina Kirchner sacando más votos en primera vuelta  o alcanzaría con que Macri derrotase a Cristina en un ballottage?
DB: Es muy difícil saberlo. Si fuera Miguel Angel, tendría un buen equipo que piense, investigue, haga encuestas, focus groups para entender qué está pasando. ¿Qué distinción hay entre quienes se dicen peronistas, entre peronismo democrático y el kirchnerismo? Me sorprendió cuando empezó el proceso de los cuadernos que Cristina Fernández subiera cuatro puntos. Mientras más escándalo había, subía más. Hay que entender el fenómeno de Cristina Fernández. Hay que entender el fenómeno del kirchnerismo. Yo creo que vale la pena que el peronismo democrático, para ponerle un nombre, entienda bien tanto la identidad de los kirchneristas como su propia identidad para ver en qué espacio pueden crecer. La política es pasión, pero cuando se complementa con la razón, se vuelve un tanque.
—Cuando al aparecer los cuadernos Cristina aumenta cuatro puntos, ¿se la convierte en el anticandidato, antisistema como Bolsonaro, Lula preso, o Trump?
DB: Todos los medios intelectuales estaban en contra de Trump. Y ganó. Algo semejante pasa con Bolsonaro. Hace tres meses se presentó una encuesta en la universidad nuestra sobre la actual popularidad de Trump. Veías a todas las áreas urbanas importantes en las que hay más densidad de intelectuales, contra Trump a muerte, y todo el resto, pro Trump.
—También lo geográfico marca diferencias en Sudamérica: en Brasil el nordeste vota por el PT como en Argentina el Conurbano vota kirchnerismo.
DB: En Brasil no fue el Estado el que armó lío, sino las empresas. En la Argentina, tiene otras características. Habrá que ver hasta qué punto el escándalo de los cuadernos contagia el sistema político. Hasta dónde esto se convierte en un “que se vayan todos”.
—Cristina Kirchner, atacada especialmente, ¿puede convertirse en el anticandidato?
DB: Está comprobado también que el tema mujer mueve elecciones por todos lados. Si atropellas a un hombre, mala cosa, pero no es tan grave. Si atropellas a una mujer, eso es un desastre. Si esa mujer además es viuda, peor. Hay elementos que en la antigua política no pesaban y ahora sí. No estoy en contra de ese cambio, pero si uno no percibe que estamos en esta sociedad con estas nuevas normas de juego, puede meterse en líos.
—¿Hay riesgo entonces de que Cristina pueda convertirse en una anticandidata?
DB: Sí.
—Miguel Angel, para que el Peronismo Federal se consolide, ¿es imprescindible que le gane a Cristina Kirchner?
P: Sin duda que una fuerza política tiene que tener un trabajo de evaluación técnica, de focus group, de asesoramiento, y también creo en el valor de la palabra, en la construcción del mensaje. También está la construcción de la intuición. A veces, para gobernar, hay que dejar de lado los focus groups, y el estadista tiene que trabajar contracorriente, no como dicen las encuestas porque eso es lo que puede producir el cambio.
—¿Y esa intuición de político de raza qué indica sobre cómo el Peronismo Federal puede lograr una identidad distinta de la de Cristina Kirchner y vencerla?
P: El pensamiento intelectual a veces contradice el espíritu de mayoría. Y hay también finales de época. En la Argentina, nada dura más de diez años, y la cuestión de los ciclos es un dato muy vigoroso. Y también que las construcciones políticas electorales se hacen en el último año o en los últimos ocho meses. Macri consolidó su perspectiva en los últimos seis meses. Macron se construye como líder en seis meses con el partido en marcha. Por Bolsonaro, hasta hace poco nadie daba... Digo que analizar la política de la Argentina de cara al año que viene con la mirada del 2015 o 2016 o 2017 puede ser una mirada equivocada.
—¿Pensás que hoy Cristina Kirchner tiene más intención de voto que un candidato del Peronismo Federal o democrático, pero cuando se esté a seis meses de las elecciones, la situación puede ser muy distinta?
P: Digo que tiene una base muy dura de piso, y techo muy cercano, con tendencia a la baja. Hay un fin de ciclo ahí. Así como en los principios de la década del 2000 gravitaron fuerzas de conformación de gobiernos populares, más de orientación a la izquierda, reivindicación de valores con derechos humanos y todo ese escenario que se dio en Ecuador, Bolivia, Nicaragua, en Brasil con Lula, me parece que hoy hay un proceso de plano declinante.
—Será uno de los cuatro referentes del Peronismo Federal que se juntaron para la foto o podría surgir como candidato un cisne negro?
P: Tenemos por delante un año muy complejo en lo económico, en lo social, con una dinámica muy importante donde nada está cerrado, tampoco para el Gobierno. Si el Gobierno corrige, tal vez todavía tiene posibilidades. Recientemente, cometió un desatino con el tema del gas, al transferirles el costo de la empresa a los usuarios. Implica una fuerte desconexión con la realidad por las medidas que se toman y las posibilidades de la gente de poder soportarlas.
—¿Esperás que de acá a las elecciones el Gobierno pueda cometer muchos errores?
P: Hay un escenario abierto en la Argentina para el año 2019, en donde el Peronismo Federal puede ser una opción de triunfo. Así como el último período de la ex presidenta fue malo y no creció ni la economía privada ni el empleo, en la gestión económica, este gobierno no acertó, y los efectos han sido negativos en fuertes sectores del electorado que votó al presidente Macri.
—Jaime, ¿qué impresión te causó la foto de los cuatro dirigentes, Miguel Angel, Schiaretti, Massa y Urtubey?
DB: La foto era muy pobre para la alternativa que ellos tienen. Una mesa muy aburrida con cuatro personas no motivaba ninguna emoción, y desde el punto de vista técnico, es muy malo. En cuanto al espacio del Peronismo Federal, no dudo de que existe ese espacio. Hay gente despechada del kirchnerismo por todo lo que ocurrió, pero coincido con Miguel Angel en que hay un piso muy fuerte. En los estudios cualitativos, se ve que las personas que están en esa tendencia, lejos de ablandarse, se fanatizaron, están mucho más violentas. Ahora, no todo lo que fue el peronismo se expresa con kirchnerismo, es mucho más amplio. Cuando anduve en el peronismo, estaba con la izquierda, me parecía muy buena, pero no era muy peronista. Eso es real. El gobierno de Cristina Fernández, al subir tanto el tono de la reivindicación de los 70, se salió un poco del peronismo de Perón y queda un espacio. ¿Qué puede pasar con ese espacio? Depende de cómo trabajen. Hay gente valiosa ahí, son un bloque muy importante en el Congreso, tienen gobernadores, están en las provincias. Hay que ver cómo se manejan para tener una alternativa sensata. Les recomiendo mucho un libro que es dúctil, de Duran Barba, y que es muy práctico.
P: “El arte de ganar”.
DB: Sí.
P: Lo hemos leído.
—Jaime, esa cristinización del kirchnerismo, ¿podría obedecer a que prefieran que gane Macri antes que el peronismo no kirchnerista?
DB: No. Tienen una fe muy fuerte en su líder. Los seres humanos no somos muy racionales. Hay personas que creen que ella fue una dirigente que les dio cosas que no esperaban, y están agradecidos.
—¿Estarían dispuestos, si ven que no puede ganar Cristina Kirchner, a unirse con el peronismo?
DB: No sé. Habría que medir qué tan útil sería porque la votación de un candidato es positiva y negativa. Mi impresión es que la gente que no quiere que ella vuelva va a votar por Macri, no porque les guste Macri, sino para pararla a ella. Es peligroso unirse. Las sumas son peligrosas. Y, si no, veamos el caso de Alckmin en Brasil. Sumó todo lo que pudo, y lo hicieron pelota. A Bolsonaro no lo apoyó nadie y puede ser presidente de Brasil.
—Miguel Angel, ¿Tinelli tiene alguna posibilidad de ser candidato que le sume votos al peronismo?
P: Hoy sería una figura atractiva, es interesante para una fuerza política la sumatoria de perfiles y de figuras que tienen un fuerte arraigo popular.
—Lo de Bolsonaro en Brasil, ¿demuestra que los partidos políticos son cada vez menos importantes?
P: El sistema político brasileño tiene una gran fragmentación. Bolsonaro seguramente va a ganar la segunda vuelta, y va a tener graves dificultades para posicionarse en el Congreso. Creo que en una Cámara tiene el 10% y en la otra, el 5% de sus adeptos.
—Una cosa es ganar y otra cosa es gobernar. ¿Tinelli necesita al peronismo para ser candidato o podría crear un partido a lo Bolsonaro?
P: Hay más tradición ligada a los partidos en la Argentina. La crisis tampoco ha sido tan profunda y no creo que ocurra un fenómeno parecido al del Lava Jato, que abarcaba a casi todos los partidos. El escenario de credibilidad en el sistema de partidos, en el mundo, está debilitado y hay construcciones cada vez más rápidas. La ex presidenta, para ser preciso, ha construido un partido político. El peronismo es otra cosa.
—Cristina Kirchner también construyó su propio partido político en seis meses.
P: Exactamente. Unidad Ciudadana es una expresión del centro, centroizquierda y de izquierda, tiene más que ver con eso que con el peronismo, que tiene que expresar una visión de un capitalismo moderno que defiende las empresas nacionales y el trabajo argentino. Tiene que confrontar desde las ideas con el Gobierno y con ella. Hay una opción que no es por la avenida del medio, sino por una propuesta ligada a las ideas. El problema de la Argentina es que hay gente que tiene pocas ideas, y si las tiene, no las pone en el debate.
—¿El PRO es más un club de amigos que un partido? ¿Podrá ser como un partido  tradicional en el futuro?
DB: Tradicional, no. Es un partido del futuro.
—¿Y eso cómo sería?
DB: En vez de comités barriales, tiene gente que se comunica por la red. En vez de militantes, tiene voluntarios. Es una organización horizontal. Alquilamos un edificio en la calle Balcarce que no tiene oficinas, son islas de computación en las que se sienta igual Mauricio, que María Eugenia, que yo, que cualquiera, como en las empresas modernas. Es la experiencia más notable que se hace en América de un partido del futuro.
—¿Hay internas en Cambiemos?
DB: Sí, pero no tienen internas dañinas. No dudo de la total lealtad de unidad que tienen Mauricio, María Eugenia, Horacio o Marcos, y te podría decir diez nombres más del núcleo de Cambiemos.
—Miguel Angel, ¿se lleva mejor el peronismo con funcionarios que pasaron por el peronismo, como son Frigerio, Rodríguez Larreta?
P: Me llevo bien con todos los que quieren dialogar. Hay esa visión de que la oposición tiene que ser salvaje y votar todo en contra. Creo en el arduo trabajo de la negociación y del acuerdo en función de realidades políticas. El diálogo es un elemento central.
—¿Pero notás diferencias en las personas que han pasado por la política?
P: Tengo mucho respeto por Horacio Rodríguez Larreta. Por María Eugenia Vidal también. Han gobernado en territorios importantes, y tienen esa ductilidad, flexibilidad, comprensión de la realidad. Ahora, el Gobierno y Cambiemos tienen un líder que es Mauricio Macri. Si el proceso económico se deteriora gravemente en los sectores populares y en los sectores medios, que son su principal activo, las consecuencias electorales pueden ser complicadas para todos.
—Jaime, si el kirchnerismo, desde tu perspectiva, representa el pasado y el Peronismo Federal no alcanza a tener una identidad, y asumiendo que la democracia exige recambio, ¿quién va a suceder en 2023 o dentro de  2019 a Cambiemos?
DB: Imposible saber. También es aventurado decir que el kirchnerismo se murió. Tiene un arrastre para caminar, el PRO mismo tiene el suyo. También es posible que asuma una nueva fuerza. En América Latina, intentar predecir lo que ocurrirá en dos años es demasiado aventurado.
—¿Y qué va a pasar con el radicalismo del pos Macri?
DB: Hasta donde veo, están bastante integrados a Cambiemos, ¿no?
—¿Ves a Cambiemos como algo permanente?
DB: Parecería que sí. Pero todo puede pasar. Que mañana, por alguna razón, termine el Gobierno unido al peronismo democrático no me parecería loco. Que termine unido a Cristina es un poco más difícil. Pero la política es así: no hay absurdos, no hay imposibles ni hay verdades definitivas.
—¿Qué futuro les asignás a Massa y Urtubey?
DB: Sergio tendría que reflexionar sobre qué le pasó. Es lo que en mi profesión se llama un candidato tobogán: siempre empieza altísimo y termina por el piso. Si corrige algunos defectos, puede irle mejor. De Urtubey no podría decirte mucho. Lo conozco por televisión.
—Miguel Angel, en un reportaje de estos largos de PERFIL, Marcos Peña marcó un proceso de evolución del PRO al dejar atrás una etapa filoperonista, la alianza que tuvo con De Narváez y con Felipe Solá en 2009 y con Massa en 2013 en la provincia de Buenos Aires. Además de que Duhalde le había ofrecido en 2003 a Macri ser candidato para jefe de Gobierno de la Ciudad por el peronismo. ¿Hay genes peronistas en Macri y puntos de contacto con algunas ideas del peronismo?
P: No. Es una construcción de ponerle distancia al peronismo, incluso a la política tradicional. Algunas alianzas que se podrían haber formalizado en el proceso previo a las elecciones de 2015, los dirigentes más importantes y el propio Macri las descartaron.
—¿Te definirías de derecha, centro o izquierda?
P: De centro. En algunos temas, soy un liberal del estilo americano, creo en una sociedad más libre, con más derechos, con más garantías, con reconocimiento al diferente. He votado por la ley de matrimonio igualitario, por la interrupción del embarazo y todas las leyes que tienen que ver con la igualdad de género, todos los temas que son parte de una sociedad moderna, más libre. Soy un sujeto contradictorio. Pertenezco a una fuerza política con un esquema de conducción vertical, pero reconozco que a veces, eso genera algunas taras, algunos temas ligados al autoritarismo.
—Alguna vez dijiste que el peronismo tiene que curar su “tara autoritaria”.
P: Tiene que ver con sus orígenes, con la estructuración de partido de Estado, de conducción militar, con distorsiones que llevan a generar discrecionalidades, a que a veces las mujeres no llegan por un mérito propio, sino por vínculos conyugales. Son cuestiones que hay que revisar a la luz de nuestra estructura histórica, de cómo se construyó el poder.
—¿Es una evolución posible para el peronismo lo que el partido laborista de Inglaterra realizó en los 90? ¿Hay algún punto de contacto entre los que ustedes encarnan en el Peronismo Federal y lo que hizo Tony Blair en el partido laborista?
P: También lo vivió el PSOE con Felipe González. El peronismo siempre comprendió los fenómenos mundiales. En los 90, Menem interpretó un proceso de terminación del debate ideológico, de un capitalismo que se acentuaba con la caída del Muro. Hubo una primera etapa del gobierno de Menem que fue buena, de estabilidad.
—Néstor Kirchner también interpretó...
P: Interpretó también el proceso de ese mundo que, además, tenía para la Argentina una base de apoyo en la producción agropecuaria, en el crecimiento del valor de esas commodities. Fue un gran gobierno el de Néstor Kirchner después de la crisis de 2001.
—¿Y ese Néstor Kirchner era peronista?
P: Siempre tuvo un gran respeto por el peronismo, por las estructuras sindicales: nunca rompió con los sindicatos. En la última etapa, rompimos con todos. Nos peleamos con los sindicatos, con la Justicia, con los medios, con el campo por la 125, que todavía es una fractura. Para ser opción de poder, nuestra propuesta implica la reconciliación con vastos sectores de la sociedad y que vuelvan a confiar en nuestra palabra, en una visión de un capitalismo de mercado integrado al mundo, pero con defensa de los intereses nacionales en algunos temas, la tecnología, Invap, la producción de Vaca Muerta, el petróleo, el gas, con la minería cuidando el medio ambiente. Hay que dar un debate con la Iglesia, con la Laudato si’.
—¿En qué se diferencia esa mirada moderna de la economía de Cambiemos?
P: El Gobierno no alcanzó a percibir el cambio que se provoca con el Brexit y con Trump. Siguió atado a la visión de la globalización, por lo que ingresaron productos que destruyeron empleos y fábricas.
—¿Difieren en el grado de la  apertura al mundo con Cambiemos, pero mucho más con el kirchnerismo?
P: Una economía cerrada, con intervencionismo, casi colectivista, con control de importaciones, con cepo, era una economía que atrasaba sesenta años. La economía de Kicillof atrasaba sesenta años. Este gobierno tiene al presidente y a la vicepresidenta del Banco Central como historiadores económicos, cuando lo que tienen que hacer es trabajar muy bien el mercado y cómo interviene el Estado en la utilización de la importancia que tiene el dólar en el intercambio comercial argentino.
—¿Qué sería diferente hoy en la economía si el peronismo estuviera en el poder?
P: Es cierto que el Gobierno asume con problemas estructurales graves que no explicó. Una de sus falencias es la no explicitación de los problemas y la falta de una comunicación certera de hacia dónde vamos. Esta visión de que los problemas iban a solucionarse resolviendo el tema del default, que iban a llover las inversiones, fracasó. Querer gestionar lo público desde la visión privada fracasó. Tuvo un presidente del Banco Central con ataques de pánico. Caputo ha sido lamentable. El Gobierno todavía tenía una posibilidad de ir al mercado privado y de no haber ido al Fondo. Caputo lo hace ir al Fondo, fragilizó la economía.
—¿Habrías preferido que mantuviese a Sturzenegger?
P: No, tampoco. Sturzenegger tiene que ser evaluado por su mala praxis. En una semana, se fugaron 12 mil millones de dólares. Habría buscado alguien con conocimiento profundo, y le habría dado más centralidad a la economía. El Presidente nunca apostó al crecimiento de la demanda interna. En general, la política fue paritarias a la baja, ajuste, apertura. Fueron elementos que se sumaron a la fragilización por el sistema de Lebacs de Sturzenegger, con fondos de inversión que venían de cualquier lugar a invertir con tasas elevadísimas que ni en el Africa se daban, y que hoy mismo la pregunta es si se puede crecer desde la economía con tasas de interés del 75%. Puede ser para una coyuntura muy especial, para contener el dólar, pero no es permanente.
—Jaime, te acusan de haber sido la persona que aconsejó al Gobierno no decir la gravedad de la situación económica recibida. Hoy, en retrospectiva, ¿pensás que se hizo bien?
DB: Quienes estudian psicología y comunicación saben que diciendo las cosas no se explican. Este gobierno comunica de otra manera. Por eso le fue bien en la Ciudad, por eso ganamos las elecciones. Han comprobado que la comunicación por las palabras no es la comunicación mejor.
—¿Cómo se podría comunicar bien que el Gobierno termine su primer ciclo de cuatro años con una inflación igual o mayor que la que recibió, con el doble de deuda y un producto bruto menor?
DB: Sería muy complicado.
—¿Podrías decir que Macri, como ingeniero, endeudó al país para hacer obra pública e invertir en Vaca Muerta y energía, aumentando los subsidios para poder aumentar las tarifas? ¿Que el pasivo de la deuda tiene un activo en infraestructura y la recuperación del potencial energético, como fue el entubamiento del arroyo que eliminó las inundaciones en Buenos Aires, y sus beneficios se verán en producto bruto futuro?
DB: Sí, pero no solamente es eso. La Argentina es distinta en un montón de cosas más, como en la libertad de prensa que existe. Hay cantidad de cosas en las que se avanzó muchísimo.
—¿Y económicamente?
DB: De economía no sé mucho.
—¿Para qué duplicó la deuda externa?
DB: Supongo que la economía sirve para que el país funcione, y mucho de ese dinero que vino debe estar ahí. Veo que en su conjunto el país avanza hacia donde pensábamos que debía ir. Pero no hay cómo cambiarlo de un día para el otro.
—Miguel Angel, ¿cómo te  explicás la deuda externa que hoy tenemos?
P: Sirvió para el sostenimiento de políticas del Estado. Uno de los problemas que nadie afronta son los gastos de seguridad social. No digo que haya que eliminarlos. Lo que digo es que son sostenibles en el mediano y largo plazo en la medida que la Argentina crezca. Cuando analizamos el presupuesto, el 60% es seguridad social.
—Estaban con Cristina Kirchner.
P: Estaban, y este gobierno también los sostuvo y los incrementó. Lo que digo es que el endeudamiento no fue canalizado a la inversión, a las grandes obras de infraestructura que el país necesita y tampoco a Vaca Muerta. La inversión de Vaca Muerta fue de carácter privado.
—Para que la inversión privada se produzca tienen que aumentar las tarifas. Para  amortiguar el aumento de las tarifas en los consumidores, aumentaron el asistencialismo. En lugar de invertir el Estado en desarrollo energético hizo que fuera negocio para los privados e invirtió más en asistencialismo.
P: Tampoco es mi especialidad. Cuando se ajustan tarifas, impacta en la industria; cuando se dolarizan las tarifas y los salarios aumentan con paritarias por debajo de la inflación, impacta en el poder adquisitivo, en la demanda interna. Al Gobierno le faltó una conducción más estratégica en el plano de la economía que tenga que ver con el crecimiento del país, con el desarrollo.
—El Gobierno recibió por endeudamiento medio producto bruto de un año y ese volumen de dinero no fue a consumo.  
P: Al contrario. El consumo se ha deteriorado fuertemente y el impacto sobre los sectores en relación de dependencia y los sectores medios ha sido fenomenal. Atacó a la propia base de adhesión al presidente Macri.
—Si sumás el pago de intereses de la deuda existente en dólares que dejó Cristina, el pago a los fondos buitre para salir del default, dividenendos de multinacionales retenidos también por Cristina más el crecimiento del turismo al exterior,  no llegás a la mitad de la deuda tomada. El  único plan económico del Gobierno fue inversión de capital: un poco más de obra pública y amortiguar parte del aumento de tarifas para que los privados inviertan en energía.
P: Sí, para que los sectores ligados a la inversión energética tengan el incentivo de tarifas dolarizadas. Podríamos explicarlo así.
—¿Tenemos un presidente ingeniero que solo piensa en inversión en infraestructura?
DB: Parte de ese dinero fue a los subsidios y jubilaciones y demás que suponen un porcentaje muy importante del Presupuesto. ¿Eso debe seguir así para siempre? Me parece que no. Hay que lograr un país productivo que logre que haya menos subsidiados y más personas con trabajo digno. Se dice rápido y fácil. No es tan fácil, pero hay que ir hacia eso. Creo que uno de los postulados de Macri, el de la pobreza 0, es central. Hay que acabar con la pobreza porque si no, el país no puede funcionar. No puede seguir la mitad de la población subsidiando a la otra mitad. No digo con eso que se corte mañana.
—Todos estamos de acuerdo con los fines. Lo que se discute son los medios para lograrlo. Jaime, a vos que naciste en Ecuador, un país que tiene el dólar como moneda, ¿qué experiencia te dejaron estos veinte años de vivir sin una moneda nacional?
DB: El 95% acuerda con la dolarización totalmente, y la economía logró estabilizarse con el dólar. Con algunos presidentes aventureros que hubo, que habían dado a mover la maquinita, el país estaría destruido sin la dolarización. En Ecuador fue bueno, con eso no digo que se debe exportar a otros países.
—¿Tiene que tener la Argentina un plan económico heterodoxo? ¿Hay una problemática psicológica con el dólar en un país con el default que hizo Argentina?
P: Ha sido frustrante muchas veces para los que ahorraron en pesos. El de 2001 fue el fenómeno más duro. Creo en políticas económicas que tengan que ver con el crecimiento y el desarrollo. No creo que los procesos o los modelos de ajuste terminen generando espacios de sostenibilidad política y de validación institucional.
—Si tu partido fuera gobierno, ¿el dólar no sería libre?
P: No. El dólar tiene que tener un escenario de flotación con una intervención del Banco Central en el mercado. Esa es la mecánica que puede permitir tener un dólar razonable. A la Argentina le conviene un dólar alto y competitivo porque la obtención de este recurso escaso que es el dólar tiene que ver con sus exportaciones. Cuando el tipo de cambio fue a la baja, generó procesos tremendos, complicados. En el primer escenario, aparecen las economías regionales quebrándose, después pasan las economías centrales, afecta el turismo. Ya lo vivimos. Fuimos al Fondo por 30 mil millones este año; 15 mil millones se habían ido por turismo al extranjero; 17 mil millones más por ahorro de la moneda. Tenemos que trabajar los argentinos en un modelo de país que tiene que tener su propia moneda. No comparto la idea de la dolarización.
—Jaime, el Presidente dijo que fueron los peores cinco meses de su vida. ¿Está deprimido?
DB: No. Ser presidente es un trabajo espantoso. Cada presidente envejece cinco años por año. Es un hecho físico. Se lo ve. La política es ingrata. Si haces algo bien, la gente dice “Pero, obvio. Tenía que haberlo hecho”. Si algo sale mal: “Ese es un tarado”. Eso hizo que Mauricio, que es una persona muy sensible, más allá de que parece que no, viva en tensión. Tiene mucho temperamento. Es un individuo que sigue metas, y las consigue a largo plazo. Lo angustian las cosas inmediatas, pero tiene metas de mediano plazo. ¿Que ha tenido meses angustiosos? Sí, sin duda.
—Durante estos meses angustiosos, ¿Vidal y Rodríguez Larreta tuvieron la misma actitud? ¿Algunos se asustaron, se angustiaron o sufrieron más?
DB: La crisis los tomó por sorpresa. En mi caso, cuando era jefe de Gabinete en Ecuador, venían los tanques a dispararnos. Pero los dirigentes del PRO no tenían esa experiencia política muy violenta y les golpeó más. Para ser político, se necesita tener la piel muy dura, tanto para afrontar circunstancias como para no enojarse por las cosas que a uno le dicen.
—¿Tiene algún fundamento la versión de que hubo discordia entre Vidal y Marcos Peña?
DB: No. Soy parte de ese grupo, se llevan muy bien, normalmente, desde 2004. Es gente que ha tenido mucha relación desde el inicio de un proyecto que, al principio, todos creían que no tenía ni pies ni cabeza. En 2005, si decías que Mauricio iba a ser presidente, te mandaban al Borda. Es gente que no tiene mucha vocación política en cierto sentido. Me encanta estar en México, pero ahí cada uno quiere ser presidente y está dispuesto a ponerle una bomba al de al lado. Acá no. Es un equipo que trabaja, que tiene discrepancias, porque si no hay discrepancias en un grupo humano no sirve para nada. Un grupo uniforme es una tragedia.
—Miguel Angel, ¿quién de todos los economistas que actúan en el Gobierno te transmitió mayor seguridad?
P: Desde el punto de vista personal, Prat-Gay y Dujovne son personas correctas. Pero creo que la política económica, en los grandes trazos, ha fracasado. Hay un antiguo dicho griego que dice que ningún navegante puede aprovechar los vientos favorables si no sabe a dónde va. ¿Adónde va el Gobierno? Esta es una demanda, casi una ansiedad, de saber hacia dónde. Hay que hacer un esfuerzo, hay que salir de esta tormenta. Bueno, ¿pero hacia dónde vamos? Inmolarse en el altar del déficit fiscal no suena muy utópico ni muy atractivo para ganar elecciones.
—¿Lavagna está dispuesto a sumarse al gobierno del peronismo federal en 2019 sin ser presidente?
P: No puedo responder eso, pero sí digo que Roberto Lavagna, si se acentúa la crisis en materia económica, es un activo muy importante del espacio federal, no precisamente para ocupar un cargo secundario en un gobierno, sino también para ser alternativa.
—¿Schiaretti podría ser candidato a presidente por el Peronismo Federal o Córdoba no es lo suficientemente importante?
P: Después de Buenos Aires, es el principal estado argentino. Es una decisión que tomará Schiaretti, que tiene alta experiencia. Fue funcionario en el gobierno de Menem, ligado a la producción, a todo lo que tiene que ver con  la industria argentina, y tiene una trayectoria política brillante.
—¿Cómo resolvería el Peronismo Federal las candidaturas? ¿Cómo resolverán que Schiaretti, Lavagna, vos, Urtubey, Massa se distribuyan en lugares que no sean competitivos y se anulen en las primarias?
P: Se pueden articular cosas por consenso. La resolución final puede ser vía primarias de fórmulas que compitan, de construcciones que se hagan. Lo que hay que hacer primero es construir un programa.
—¿Es posible que Massa vaya a la provincia de Buenos Aires para contribuir al triunfo?
P: Creo que tiene aspiraciones presidenciales. No puedo opinar por Massa. Es una figura joven, como Urtubey, muy interesante, fundamentalmente en el espacio de captación de votos de los sectores medios.
—Jaime, los indicadores de los últimos meses muestran que la crisis afectó la imagen del Presidente y la de Vidal, pero no la de Rodríguez Larreta, que aumentó en lugar de bajar. ¿A qué lo atribuís?
DB: Ha sido gobierno en la Ciudad, en la cual estuvo Mauricio ocho años. Había unas bases importantes. No estoy diciendo nada contra
Horacio, pero que jugó en una cancha mejor que la que tuvo María Eugenia es clarísimo. La Provincia estaba muy mal, y esta Ciudad estaba caminando, entonces Horacio podía hacer las cosas positivas. En la Provincia es mucho más difícil, y el Presidente siempre baila con la más fea porque tiene que tomar las malas medidas, y eso hace que tenga más desgaste.
—¿Es posible que si la economía no logra mejorar el Presidente pueda ver que es mejor candidato otra persona de Cambiemos como, por ejemplo, Rodríguez Larreta, o considerás imposible cualquier alternativa que no sea Macri?
DB: En política nada es imposible, pero es muy poco probable. Macri es el líder de este proyecto. Si las cosas, supongamos, se ponen tan mal que Macri se hace pedazos, tampoco tiene un espacio mejor. Por otro lado, no son cifras demasiado grandes. Veo una encuesta diaria, y la oscilación de Rodríguez Larreta es un poco más arriba, pero Macri tiene muy buenos números. Y no veo ninguna razón para que esto cambie.
—He escuchado a personas de Cambiemos decir que la mejor estrategia sería ganar en primera vuelta con 40% y 10% de diferencia de los segundos, y tener al peronismo y al kirchnerismo compitiendo con veintipico, porque en una segunda vuelta sacar más de 50% puede ser más difícil que sacar más de 40% en una primera. ¿Compartís esa tesis?
DB: Es una hipótesis. De lo que estoy seguro es de que Macri va a ganar en primera o en segunda. En primera, llegar a 40% no es difícil por lo que ocurrió en 2015, en 2017, pero soy enemigo de elucubrar mucho hacia el futuro. El actual alcalde de Quito, seis meses antes, tenía 6% y su adversario, que era el alcalde que se reelegía, tenía 60%. Y le ganó. No hay cosas definitivas.
P: Macron no existía ocho meses antes. Fue una construcción para derrotar a Le Pen.
—Siguiendo el planteo, le pregunto a Miguel Angel, ¿creés que es más fácil para el Gobierno tratar de ganar la primera vuelta con 40% y 10% de diferencia con el segundo que ganar en segunda vuelta con más del 50%?
P: El mérito de un consultor es también el optimismo. Veo  que no hay primera vuelta para nadie. El voto de 2015 y el de 2017 fueron ratificatorios de un cambio político. El voto de 2019 va a tener que ver con una valoración económica del Gobierno y de cómo ha vivido la gente estos cuatro años. El Gobierno todavía tiene tiempo, pero no es mucho, para cambiar las condiciones y que la gente sienta que hay una percepción de mejora. Si eso no se da, creo que puede tener dificultades en las urnas. Hoy tenemos un escenario de tres tercios: un espacio para consolidar entre dos posiciones que tienen liderazgos personalizados, el de Macri y el de la ex presidenta.
—¿Descartás que Cristina Kirchner no sea candidata?
P: La veo candidata. Creo conocerla, cómo funciona y cómo piensa, y hay mucha gente que la rodea que no tendría ninguna posibilidad de ser protagonista sin ella. Por otra parte, algunos números que aparecen también le indican la posibilidad de serlo. Y el Gobierno tiene un solo candidato, un solo liderazgo, Macri. Si la cosa le va mal, por más importantes que sean los otros, caen con él.
—Jaime, ¿vos también descartás que Cristina no sea candidata?
DB: Con el porcentaje que tiene, con la fuerza que tiene, es obvio que creerá que va a ganar.
—¿Hay un mensaje para Cristina Kirchner en las elecciones de Brasil respecto de cómo afectó el Lava Jato al PT y cómo pueden afectarla aquí los juicios que va a enfrentar en el año electoral?
DB: Y un mensaje de qué le pasaría si manda un candidato que no sea ella. Si se consigue un Haddad, está en el horno. Si fuera su asesor, le diría: “Usted tiene que ser. Porque si lo pone a Máximo, él no va a sacar los votos que usted sacaría”.
—¿Afectarán sus chances electorales el avance de los juicios y que se conozcan cada vez más pruebas, o nada las modifica?
DB: ¿Cuántos de sus partidarios votan por ella porque le creen impoluta a esta altura de la vida? Creo que se ha ideologizado demasiado hacia la izquierda, es una imprudencia de su parte, pero hay más gente con bronca contra el establishment.
—¿Los juicios de Comodoro Py, a tu criterio, no tendrán efecto electoral?
DB: Sí, tienen el efecto de darle más fuerza a ella y más fuerza a Macri.
—Polarizar más.
DB: Claro, hay gente que tiene una bronca terrible y dice “Estos no vuelven más. Voto por ese tipo aunque me caiga mal”. Y hay mucha gente que cree que todo lo que sale de Comodoro Py es mentira. Cuando se reúnen un rabino, un cura católico y un cura musulmán a dialogar, no lo hacen para ver cuál es el Dios verdadero. Van a seguir creyendo cada uno en el suyo. Las creencias son creencias, y hay mucha gente que cree en la señora Kirchner. 
P: Reconozcamos que este escenario binario, de confrontación con el pasado, es el que le conviene al Gobierno. Pero puede haber otra forma de construir en términos de la política en la Argentina.
—Felipe Solá fue candidato junto a De Narváez en las elecciones de 2009 y ahora aspira a representar a una parte del kirchnerismo. ¿Esto muestra que es posible una eventual unión entre el kirchnerismo y el peronismo federal?
P: El concepto de la unidad, por sí mismo, como un valor fundamental, no resuelve el problema que tiene el peronismo. Tenemos por delante un debate por identidad, por lo que representa, y será cuando tenga que ser, cuando recuperemos la confianza ciudadana en el proceso electoral. El peronismo perdió elecciones cuando no comprendió que los ciclos habían finalizado. Menem lo intentó, tuvo un piso muy importante de casi 25 puntos en primera vuelta, pero perdía en la segunda.
—Jaime, el porcentaje importante de la sociedad argentina que viene representando Cristina Kirchner, ¿se irá reduciendo en el futuro o es un colectivo sólido que trascenderá los límites biológicos de la ex presidenta?
DB: Ella no es una ficción creada por los medios o por nadie. Hay amplios sectores, 30% de la gente, 5% de la gente, que se identifica con ella. No porque alguien lo crea, sino porque ella los representa. Eso crecerá o decaerá. Depende en gran parte de la economía. No es predecible. Sí es importante lo que dijo Miguel Angel recién, que es el tema de la identidad. Un grupo político que no tiene identidad está frito. Tiene que ser algo, lo que sea. Y si a algunas personas les gusta eso, pues vota por eso. Siempre creí que el PRO tenía que ser lo que era, una alternativa distinta, horizontal, una nueva experiencia. No puede cambiar su esencia. Mi impresión es que
Cristina Fernández se salió del progreso. Surgió como una manera peronista, se izquierdizó y terminó siendo una ciudadana que no es una expresión típica de la cultura peronista. Es otra cosa. Los peronistas que no están ahí deben tener una identidad que, probablemente, recupere parte de su historia. Si se unen a Unidad Ciudadana, van a terminar absorbidos por Cristina Fernández y van a no ser nada. Creo que en el caso del Peronismo Federal hay que trabajar esa identidad. No está tan clara, pero si no hay éxito en proponer una identidad, perdonen el consejo, pero creo que van mal.
P: Coincido.
—La polarización de Jaime se parece un poco a la U de Porter que utilizamos para explicar el posicionamiento político de Massa en 2015. Si la polaridad está entre Macri y Cristina, el Peronismo Federal, ¿qué representa? Algo más cercano a Macri o a Cristina o, finalmente, parte de sus potenciales votantes será cooptada por uno o por otro.
DB: Tiene que representar una tercera cosa. Tiene un fundamento, símbolos importantes. Tienen más historia que Unión Ciudadana y que el PRO.
P: También es importante para el sistema político general. Debería ser una preocupación del Gobierno la construcción de un sistema de partidos que conviva en el modelo democrático. No que algunos estén girando por el borde de la mesa o en la periferia del sistema planteando la colisión, casi el conflicto de la calle como resolución de los problemas argentinos.
DB: Es posible perfectamente que haya un sector importante de electores que digan: “Me cae mal esta polarización. Busco una cosa intermedia”. En el caso del peronismo, tiene una historia y una sustancia que no tienen otros grupos.
P: Tres, cuatro puntos, tiene la izquierda. Cinco de abstención. Hay tres tercios en este escenario. Me parece importante en el debate político argentino que el Gobierno instale, más allá de la grieta y la polarización, la visión de la unidad nacional, cinco o seis grandes políticas del Estado, la recuperación de las Fuerzas Armadas, la reconstrucción del sistema de producción para la defensa… Hay grandes temas que debemos debatir en la Argentina.
—Para terminar vamos a las preguntas que le quiere hacerle Miguel Angel a Jaime, y las que Jaime le quiere hacer a Miguel Angel que previamente me enviaron por escrito. Primero a Jaime. ¿Ha sido beneficioso para el gobierno nacional haber privilegiado el cálculo político a la convocatoria a acuerdos de largo plazo con el PJ que privilegió la gobernabilidad?
DB: No  creo que en la mente del Gobierno haya estado el cálculo político. Mauricio, Marcos, Horacio no están pensando en mantener el Gobierno, están pensando en cambiar el país.
—¿Creés en un gran acuerdo nacional, como en el caso de La Moncloa, que casi siempre se menciona?
DB: En un acuerdo nacional de ese estilo, no. No cabe hacer un solo partido. Además, si hubiese un acuerdo nacional como el de La Moncloa, tendría que incluir al kirchnerismo, y no veo en qué punto habría que estar de acuerdo con el kirchnerismo. Ir a un país unitario en que todos pensamos igual y soñamos con un partido único es una barbaridad. Es bueno que haya conflicto, pero debe ser un conflicto dentro de la democracia, en el que respetamos normas, y si mañana gana quien sea, estamos dispuestos a colaborar con el gobierno de quién sea, para no obstruirlo y que haga lo que pueda, y después disputarnos otra vez el poder. La democracia es alternabilidad. No significa que todos nos unimos a una cosa porque eso es antidemocrático. Y si PRO se convirtiera en un único partido que monopolice el poder, me volvería en contra enseguida. 
—¿Se hace política con lo que supuestamente la gente quiere escuchar o hay que privilegiar decisiones aún cuando conmuevan a la sociedad? Dicho de otra manera: ¿Es recomendable gobernar exclusivamente en función de los resultados de los sondeos de opinión y dejar supeditada la decisión política a lo que ellos marquen?
DB: No hay que gobernar con los sondeos de opinión. Una cosa es que para manejar un avión consigas una brújula para orientarte, y otra cosa es que porque tienes la brújula vayas siempre al Este. Las encuestas sirven para ver qué está pasando y si está pasando una cosa torpe, para ver cómo se hace para convencer a la gente de lo contrario.
—La experiencia de los últimos dos años y medio ha demostrado que en la Argentina es posible la gestión de un gobierno en minoría. ¿A qué considerás que obedeció que haya sido posible cuando la historia argentina demostraba no tener grandes esperanzas al respecto?
DB: Fue posible que un gobierno de minoría funcione en el Congreso porque las fuerzas de oposición no son salvajes, no son antidemocráticas. Dialogan y apoyan lo que es posible. Así es la democracia. No tenemos tanta cultura democrática, y nos parece extraño que funcione. Un gran avance es saber que el gobierno de Macri termine normalmente, entregue el bastón de mando al nuevo presidente, si es que es otro. Que haya instituciones. Una de las cosas que más aprecio en Miguel Angel es ésa. Le han dado palos por muchas declaraciones, pero nadie está pensando en la doctrina jurídica y para mí es eso central. Tiene que haber instituciones que todos respetemos.
—En Estados Unidos, en las transiciones presidenciales, el mandatario saliente le deja una nota al entrante. Extrapolando muy libremente esa tradición a este reportaje, Pichetto te pide qué recomendación el consultor le dejaría al precandidato presidencial con el que está debatiendo hoy.
DB: La central es la del método. Hay que investigar lo que pasa, no para hacer lo que diga la investigación, sino para remediar. La primera vez que hicimos la campaña con Macri, en el año 2005, él tenía 65% de rechazo. Teóricamente, vos decís: “Bueno, entonces debería retirarse”. No, hay que trabajar. Pero hay que tener una visión. Deberías tener mediciones tuyas, permanentes. Ver cómo estás subiendo, cuántos te conocen, cuántos te ven mal. No para hacer lo que las encuestas dicen, sino para sacar de ahí un diagnóstico y tener un plan de acción. Yo tengo mediciones tuyas desde hace algunos años. Sé que en tal fecha medías tanto, en tal otra tanto, en tal otra tanto, así sé cómo vas evolucionando. Más allá de que dicen que amo a las redes, nunca tuve Twitter. No tengo ni idea de cómo funciona el Instagram. Me dedico a escribir en este periódico y a leer libros porque mi vida fue eso. El libro de papel, además. Los medios escritos son una parte central del futuro, no solamente las redes ni la radio. El medio escrito es el único que permite pensar. A mí me sirve mucho lo que hago para PERFIL porque pongo en orden mis ideas. Es central leer, meditar, estar en contacto con la prensa escrita, investigar. Tú eres
una persona preparada, he oído varias cosas de las que dices, pero mi consejo sería sistematizar eso. Y me parece también que eres una persona sin mucho prejuicio, que conversas con otros. Y eso es central. He conversado con Verbitsky, un tipo muy inteligente, muy preparado. Me parece genial. ¿En qué estamos de acuerdo? En casi nada. No importa. Y con sacerdotes muy vinculados al Papa, también. Porque es bueno oír a los otros. Y, por cierto, hemos conversado esta vez y cuando quieras volvemos a conversar.
—La utilización de las redes sociales en una campaña electoral genera nuevos desafíos. Noticias falsas, fuentes apócrifas, sustitución de identidad, satirización de los sectores políticos. ¿Creés que las redes sociales enriquecen el debate, afectan la transparencia, ves que transgreden los límites de las campañas?
DB: Son elementos distintos. No enriquecen el debate porque no están para debatir. Nada más torpe que el Twitter, una fuente de mensajes fanáticos de tipos que se insultan. No sirve para nada. Las redes sirven para comprender a la gente, para analizar de qué están hablando, para preguntar más que para difundir propaganda. Originalmente, la política se hace por medios escritos que son los medios para debatir y para pensar. Así nació
la política, con libelos que se distribuían en las tabernas, con los periódicos. La televisión se hizo para divertir, no para pensar ni para debatir. No sirve para eso. Por eso tienen tan poco rating los programas políticos donde reflexionan. La radio se hizo para leer periódicos, originalmente. Internet no se hizo para pensar, para reflexionar. Herramientas de comunicación, sí son. Te permite con esa odiosa palabra yanqui, “targetizar”, direccionar el mensaje a grupos de tal tipo. Sirven para estudiar la sociedad, pero no para reflexionar. No hay nada más para reflexionar, en mi criterio, que el texto escrito. El libro, el periódico, porque quien escribe reflexiona y quien lee reflexiona. Por eso creo que la prensa escrita no va a de-saparecer nunca. Si desaparece, nos fuimos al horno. La prensa escrita permite debatir con uno mismo. Cada vez me enamoro más de lo que hago para PERFIL, porque cuando escribo digo “estoy pensando mal, a esto hay que darle otra vuelta”.
—Vamos ahora con las preguntas de Jaime a Pichetto. Cuando hablás de largo plazo y de construir el peronismo de largo plazo, ¿a qué te referís? ¿Cuándo es el largo plazo para vos?
P: Así como creo en la diversidad, también creo que los países crecen cuando hay políticas de Estado que logran mantenerse en el tiempo. En el corto, el mediano y en el largo plazo. Uno de los problemas del atraso y la decadencia argentina es la falta de consistencia en la continuidad de estas políticas. Por dónde crecemos, poner nuestra mirada respecto de los recursos naturales, cuál es nuestro centro gravitacional de la economía en materia de producción agropecuaria, qué valores industriales le agregamos, qué hacemos con nuestra industria. Políticas de Estado. Uno de los temas que permitió su triunfo fue la temática de la seguridad que abordó Bolsonaro. Tal vez desde una visión de la extrema derecha, pero que recoge en el inconsciente colectivo los problemas que vive la ciudadanía brasileña con respecto al tema del narcotráfico, de la violencia en la calle. Algo también está pasando en la Argentina con este tema. El que interprete esto, va a tener más potencia electoral.
—Para hacer política, ¿interesa lo que piensa y siente la gente común o solo interesa lo que piensan los dirigentes?
P: Importa lo que piensa la gente. También implica tomar muchas decisiones, a veces que van contracorriente. Son las que diferencian al seguidor de encuestas del estadista.
—¿Usás encuestas, estudios cualitativos? Si los usás, ¿para qué? ¿Cómo sabés cómo evoluciona la percepción de la gente acerca de los líderes y de los temas que tienen que ver con las políticas?
P: Sí claro. Leo encuestas y por supuesto que tengo algunos datos. Hay que ser realista y hay que seguir esos lineamientos. En la política, la voluntad es un factor: si le diera mucha importancia a las encuestas, tal vez estaría arreglando el jardín y cuidando al perro. También creo que pensar, externalizar ideas, construir un mensaje, valorizar la política son temas centrales. Después vamos a ver hasta dónde llegamos.
—¿Existe o no una crisis de representatividad en los partidos políticos y una autonomía creciente de la gente común que rechaza la representación de los partidos políticos? Esta crisis, de existir, ¿es común a los países de la región y a la mayoría de sus partidos?
P: Y al mundo. Hay un pensador español, que tiene un apellido difícil, Daniel Innerarity (N.d.R: autor de La política en tiempos de indignación) que dice que crece el espacio de la indignación y la pérdida de sustento de los partidos tradicionales. Lo que pasa en Italia con Salvini, la experiencia de Podemos… Hay todo un esquema comunicacional que alienta la indignación, la pérdida de credibilidad. Y hay fallas propias que tiene el sistema político en el mundo moderno. Gobernar, es una visión un poco escéptica o cínica, pero es administrar la decepción.
—¿Cuánto pesan los discursos, cuánto pesa la propaganda, cuánto pesa el marketing político?
P: Si un gobierno no tiene acciones y no genera marcos de satisfacción, difícilmente tenga discurso. Las redes son importantes, el mensaje es importante en la medida en que se pueda comunicar algo. Creo en el discurso. Volviendo a Kennedy, el discurso, el mensaje en la política genera expectativas. Y sin éxito, en un mundo donde los resultados económicos producen insatisfacción, es muy difícil construir un discurso. Es muy difícil construir propuestas alternativas electorales con ajuste o proceso de crisis económica.
—La última pregunta de Jaime se conecta con una que vos le hiciste a él. Las redes han convertido a todos en opinólogos universales.  Cada vez hay menos comprensión y respeto por la teoría, por la doctrina jurídica. ¿Qué podemos hacer en ese contexto para construir instituciones?
P: La Argentina merece un poco más que no sé cuántos caracteres son en Twitter. Hace poco tengo Twitter, lo tengo porque me suprimían la identidad. Me la falsificaban. Con el tema del aborto, pasó eso. Me hacían decir cosas que yo no pensaba para descalificarme. La comunicación en política es muy importante y los medios de comunicación hay que utilizarlos todos. Creo en el espacio de la televisión y de la radio. Y creo en el deber del gobernante de decir hacia dónde va. Hay medidas que deben ser explicadas para que la gente las comprenda. Veo con cierta crítica que hay un desprecio de los medios de comunicación tradicionales. El espacio prime time de la televisión construye muchas veces visiones sobre determinados temas que pueden llegar a ser perjudiciales en la acción del Gobierno. Y los medios gráficos tienen hoy problemas graves de financiamiento porque el Gobierno les pone mucha plata a Twitter y Facebook, y no les da importancia a los medios gráficos, que hay que defender. Son fundamentales en el mundo libre, y tienen que ver con la construcción de las ideas. El país muchas veces carece de ideas.
—Terminamos el cuestionario y parece haber habido  más coincidencias que divergencias.
DB: Sí, en esto último, pienso como Miguel Angel, totalmente. Detesto la sociedad superficial en la que cualquiera va al Google, pone “deuda externa”, y ya es un experto. El mal uso de las redes que hace que cualquier persona opine sobre cualquier cosa con una solvencia brutal, y es una barbaridad. Es importante lo de los medios escritos y también es importante algo que es poco frecuente en la Argentina y en América Latina: espacios en los cuales se pueda conversar entre diversos. No el seminario del PRO, no el seminario del peronismo. Un espacio en el cual personas que no pensamos lo mismo podamos reunirnos, conversar, y probablemente no terminemos de acuerdo, pero esa es la riqueza. Se necesita más diálogo, se necesita más pensamiento. Algo que ha repetido Miguel Angel varias veces, coincido plenamente y creo que es uno de los problemas más graves de América Latina: la falta de ideas. Vivimos de mucho eslogan, de mucha cosa superficial y del grito. ¿Por qué no pensamos un poco? Hay varias cosas que son tremendamente tontas, y hay gente que las defiende. La realidad existe. Estamos ante un mundo complejo en el cual el largo plazo es el día mismo. En diez años más, puede ser que no haya más camioneros en la Argentina. Puede ser que la carne se produzca en una impresora 3D en la cocina. El mundo está evolucionando a una velocidad descomunal. Los últimos experimentos de fabricar edificios con impresoras 3D están. Tenemos también que tomar eso en cuenta porque la tecnología se reproduce, se expande a una velocidad descomunal y estamos obligados a pensar un mundo que no podíamos imaginar hace cinco años.
—Y, en ese sentido, esta experiencia contribuye a esa posibilidad de debate. ¿Algo más que quieran agregar?
P: No. Agradecerte el espacio. Me pareció siempre una muy buena idea alentar este tipo de discusiones en éste casi reportaje a dúo que has hecho. Me parece muy interesante.