Veintiún días y tres discursos le bastaron a Cristina Fernández de Kirchner para despertar a la
oposición, generar malestar dentro de sus filas y debilitar la imagen del Gobierno. El acto que
montó la Presidenta el martes en Plaza de Mayo para mostrar un oficialismo unido, fuerte y con
apoyo popular quedó en la antítesis del estado de ánimo que exhiben los gobernadores e intendentes
que, por lo bajo,
murmuran su descontento con el hegemónico manejo K.
Ni la fotografía con los gobernadores en el acto de apoyo evitó un segundo cachetazo: el de
las encuestas que muestran la abrupta caída de la imagen de la Presidenta.
Aprovechando las grietas del kirchnerismo, los gobernadores peronistas salieron por primera
vez a marcar la cancha.
Algunos mandatarios provinciales ya pusieron sobre la mesa la discusión de la coparticipación
de los fondos que ingresan a las arcas nacionales; otros más osados, hasta se animaron a pedir
cambios y apuntaron sus cañones contra Alberto Fernández.
La
decisión de José Manuel de la Sota de competir en las presidenciales de 2011
insinúa una ruptura mediterránea definitiva con los K. El gobernador de Chubut,
Mario Das Neves, también aprovechó el estado de debilidad del Gobierno y lanzó su
artillería contra el jefe de Gabinete. “No es contra el kirchnerismo, pero Alberto maneja mal
determinadas relaciones. El no está sumando al proyecto y vamos a plantear disidencias”,
explicó a PERFIL un íntimo de Das Neves, que
ya lo mide para 2011 junto a Daniel Scioli.
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