POLITICA
Eduardo lopez, 23 aos, Concordia

El cartonero que encontró la muerte bajo la persiana de un supermercado

Vivía en una precaria casilla sin luz y sin agua. Murió electrocutado debajo de la puerta metalica de un Carrefour. Quería comprarse un carro para juntar cartones.

Victimas. Durante los incidentes, Eduardo Cáceres (abajo con su madre) recibió un tiro durante los incidentes y tiene muerte cerebral.
| AP

Desde Entre Ríos
Eduardo López tenía 23 años. Nunca habrá imaginado su repentino final, ni que su nombre recorrería los medios del país.
Aún nadie ha dicho cómo terminó en la puerta del supermercado Carrefour de Avenida Eva Perón de Concordia en aquella tormentosa madrugada del lunes 9 de diciembre de 2013. En un momento peligroso, en la noche equivocada. Justamente él, cuando sus días transcurrían tan grises, alejados de las tentaciones de la colorida cadena de supermercados.
O lo pasaron a buscar, o se enteró, o le avisaron. Lo cierto es que entre las 2 y las 3 estaba allí, con otros tantos para abrir la enorme puerta, sin observar que caía el portón de chapa, debajo del cual apareció el cable traicionero.
“Muere joven electrocutado durante un saqueo en Concordia”, dijeron los titulares. Era él. Ya nada pudieron hacer cuando llegó al hospital Massvernat.
Eduardo López vivía en el barrio Villa Gobernador Cresto, zona noroeste de Concordia. Solo, en una casilla de dos metros por tres.
Su madre murió cuando él tenía apenas 4 años. Su papá, Ramón López, crió a los 9 hermanitos en el barrio de casas humildes, de calles de tierra, de pastos altos, de palos de luz que sobresalen y dibujan un paisaje despintado y singular, verde, blanco, marrón y celeste.
Trabajó como zafrero, y cada día comía en la soledad de su casilla de lo que conseguía entre cartones y basurales, cuando salía en el carro de su hermano mayor.
Distante del ingrato expediente final de fondo blanco y letras negras, y de los titulares donde no se destacaba su nombre. Al fin y al cabo, Eduardo López no era nadie, nunca o siempre fue nadie.
El padre, Ramón López, está enfermo y sin consuelo. “Era muy humilde, no era un malandra más, eso quiero que quede en claro”, dice mientras muestra la casilla, que de pronto quedó vacía, al periodista de Tele 5 de Concordia. “Era un muchacho muy bueno -agrega-, era muy pobre. Con lo poco que hacía él se ganaba la vida juntando cartón, vidrios, era muy humilde, no era un malandra más. La mamá falleció hace muchos años y quedaron ellos ahí y se criaron a los golpes y porrazos… unos días antes había estado conversando con él y me prometió que se iba a comprar carro y caballo…”.

Interrogantes. ¿Cómo terminó Eduardo en medio del saqueo de la muerte?
“Eso fue un poco de que vamos y vamos, a lo mejor lo invitaron, él se dejó llevar por cosas que no tenía que hacer. Un error puede tener cualquiera, y éste fue un error fatal que estamos sufriendo toda la familia. Fue llevado por tentación, no es que quiso…yo siempre les enseño a trabajar, no a robar…”, dice Ramón. Y no se le va la pesadilla de tormenta de viento y de agua de las cuatro de la mañana, cuando le dieron la noticia.
Eduardo López, acaso estaba ya condenado desde hace 23 años a no tener futuro. No quedaron dudas en la madrugada de temporal y caos en Concordia.
Quedó sin dueño la casilla del barrio donde amanecía siempre a oscuras, tan lejos del mundo Carrefour

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