POLITICA

El día que se paralizó el país y se cayeron las máscaras

Sorpresa en el microclima político y periodístico. Batacazo de Cambiemos. Una elección histórica y otro fraude de los encuestadores.

Festejos en el búnker de Cambiemos por el resultado de la elección.
| DyN

“Estamos muy bien, perdemos por 5” aseguraban los más optimistas macristas el sábado por la noche. Algo pasó durante el día de ayer en que millones de indecisos y personas que no habían concurrido a sufragar en las PASO se inclinaron, masivamente, por un candidato opositor. No existe otra explicación. Los encuestadores y las bocas de urna se pelearon con las matemáticas. Nadie quiso prever ese escenario. Tampoco un masivo corte de boleta en la provincia de Buenos Aires por temor al fantasma Aníbal ni a la vendetta de ciertos intendentes del conurbano. Pasó en el 2013. Ocurrió en el 2009. Y se repitió anoche. El kirchnerismo se convirtió en el Frente para la Derrota. Una vez más. Varios mitos se cayeron. Desde la supuesta influencia del Papa Francisco en la política local y su supuesto deseo de que el peronismo conservador de Daniel Scioli gobierne los destinos de este país a que los únicos que pueden gobernar este país son los peronistas.
 
El hartazgo social hacia el oficialismo nacional, posiblemente, haya comenzado con el “vamos por todo”. O antes. Sin embargo, gran parte de la sociedad parecía resignada a que al kirchnerismo no se le podía ganar. Algo pasó durante el 2015. Y ahí apareció la rebeldía ciudadana en Tucumán. El control de las elecciones fue mayor. Los fiscales perdieron el miedo a las patotas y a los punteros. La muerte de un joven militante en Jujuy no fue en vano. La sociedad argentino eligió masivamente a dirigentes más moderados. Una etapa de la historia argentina se cerró anoche. Pase lo que pase en la segunda vuelta. La Cámpora, Kolina, Movimiento Evita, los D´elia, Bonafini, los Máximos, la intolerancia y soberbia gobernante ya no serán tal. Ya en el cierre de campaña de Scioli en el Luna Park las juventudes peronistas se enfrentaron a los golpes con militantes camporistas. Anoche, la sangre amenazaba con llegar al río. En el sur de la ciudad de Buenos Aires, punteros que respondían al mejor postor –por ahora el kirchnerismo- se peleaban por rascar lo que queda de la olla.

No será un país sencillo para el que gobierno su destino. Cristina ganó en Santa Cruz y festejó que fue la única que ganó. Cree que puede dinamitar un posible gobierno de Cambiemos y regresar con gloria en cuatro años o antes. Daniel Scioli deberá reconvertir su estrategia o se lo comerá un frente renovador que amenaza con adueñarse del viejo aparato justicialista. Lo de Sergio Massa fue meritorio. Se mantuvo a pesar de todo. El escenario se polarizo aunque el tigrense sacó más votos. Margarita Stolbizer hizo diputada a Victoria Donda, la traicionaron en Santa Fe y se encaprichó con una candidatura testimonial sin sentido. Elisa Carrió festejó la histórica victoria de María Eugenia Vidal y una revancha ciudadana. Es la campeona moral de la “década ganada”. El radicalismo regresó, como el ave fénix, de sus cenizas. Mérito de Ernesto Sanz. Y Macri ofreció un discurso histórico llamando a la unidad, al diálogo y al progreso, mal que les pese a los críticos de sus “simpáticos” bailes.

El periodismo oficialista se debatió entre resistir echándole la culpa de los nuevos vientos políticos a la sociedad que votó “engañada por el grupo Clarín” u ofrecerse al mejor postor. De un lado, Nora Veiras, se acordaba del pasado carapintada del electo intendente marplatense luego de años de silencio ante los Sergio Berni y los Milani del proyecto nacional y popular. Del otro lado, desde C5N –un canal de noticias que auguró una aplastante victoria de Scioli y de Aníbal- Julia Mengolini se emocionaba, como mujer, de la victoria de Vidal. Dicen que cuando el barco se hunde…
 
En los pasillos del SENASA sólo había caras largas. Hartos de los negociados y la corrupción, miles de empleados públicos en cada dependencia estatal comenzaron a expresar sus opiniones políticas. Lo mismo viví en carne propia en la TV Pública. Será otra Argentina. El gobierno que  viene tendrá la histórica misión de comenzar a cerrar esa inmensa grieta que abrió el kirchnerismo en la sociedad. Tendrá que ofrecerle al país justicia, premios y castigos. Ni olvido social ni perdón judicial. Sólo si comienza a combatir la impunidad podrá resistir a los duros años de gobierno en el que tendrá, enfrente, a una combativa oposición que intentará vivir de las supuestas glorias pasadas con Cristina a la cabeza y su sueño de eterno retorno.   

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(*) Especial para Perfil.com @luisgasulla