Una vez más la terquedad confrontativa de quienes nos gobiernan somete a la Argentina a una tensión
inaudita y procura enfrentar a unos argentinos contra otros. Ante los graves peligros para la paz
interior que ese irresponsable comportamiento provoca, es imperioso que las provincias hagan oír su
voz. Anteriores a la Nación misma y gestoras históricas de su nacimiento, las provincias y sus
pueblos deben proteger la concordia y la convivencia en el seno de la patria. Los gobernadores
deben darle voz a ese anhelo de sus comunidades y deben actuar con decisión y armonía para que el
Estado central atienda los vehementes pedidos de las fuerzas del trabajo y la producción de nuestro
campo, que han sido empujadas a la masiva protesta por la sordera voluntaria de un gobierno de
pocos.
Como senador por La Rioja, le he solicitado al gobernador de mi provincia, Don Luis Beder
Herrera, que intervenga en acuerdo con otros mandatarios (y más allá de identidades partidarias)
para promover una reunión de gobernadores que asuma esas responsabilidades. En rigor, bienvenido
sea el gobernador que tome esa iniciativa, quienquiera que sea. Estoy convencido de que es una
misión urgente, porque la irresponsabilidad de los gobernantes nacionales, encerrados en su burbuja
de arrogancia y autocomplacencia, ha encendido la chispa de una crisis que estallará en las
provincias. Tanto en las más vulnerables como en las económicamente mejor dotadas.
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