POLITICA
ELECCIONES 2019

Horror de cálculo: dudas del país que viene

De la euforia de las encuestas al desconcierto. En el oficialismo nadie entiende cómo llegaron a esta derrota.

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Rostros de preocupación de los líderes de Juntos por el Cambio durante la conferencia de prensa de Mauricio Macri | juan obregon / pablo cuarterolo

El domingo electoral amaneció con el mismo país de las últimas semanas: extrema polarización, clima desquiciado en redes sociales, el oficialismo prometiendo un empate técnico, dudas y reclamo judicial frente al secretismo del escrutinio con la debutante Smartmatic

Hacia la medianoche, casi nada de esto sigue en pie. Mientras el frente Juntos por el Cambio se mira a sí mismo para entender dónde quedó parado, el kirchnerismo rearmado en el Frente de Todos muestra que puede volver. Apuestan a que van a volver.

Con una diferencia de cerca de 15 puntos en los resultados nacionales, la discusión de la tercera vía y la traspolación de los votos en blanco pasa a otro plano. Es, a esta altura, y en los análisis urgentes, un debate intrascendente. El ballotage, descartado. ¿Es posible dar vuelta el resultado?

Presidente virtualmente electo

Defensores del cambio. Sin esperar el anuncio de los datos oficiales, el presidente Mauricio Macri reconoció la derrota y mandó a todos "a dormir". Asumió que la "mala elección" de Juntos por el Cambio tenía más de diez puntos de diferencia con el Frente de Todos y se llamó a silencio. En el búnker de Costa Salguero -centro histórico de los festejos del PRO- improvisó una íntima reunión con algunos de sus colaboradores. Algunos ofrecieron su renuncia. Ninguno de ellos tiene que ver con el armado discursivo de la campaña, los bots ni con los profetas que promovían el optimismo horas atrás. De momento, apuestan a militar el cambio. Microsegmentar los mensajes y volver a evangelizar a los decepcionados de 2015. La autocrítica de esta noche no incluye por ahora medidas económicas que alivien la sostenida pérdida del poder adquisitivo en las clases media y baja, que parecen ser las principales verdugos de las PASO. 

Corte en contra. Tampoco bastó que el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, se pusieran la campaña al hombro. Contra todos los pronósticos, incluso los propios, el corte de boleta en la provincia de Buenos Aires revirtió lo registrado en 2015: no todos los votantes de Macri eligieron a Vidal. ​

Campaña del miedo. No sirvió extremar la polarización. La épica del discurso cambiemita y la metáfora del caballo a mitad del río no conmovió del todo. No vuelven más. No se inunda más. Son el pasado. En palabras de la diputada Elisa Carrió, sorpresivamente callada en la campaña, son "autoritarios y faraones". La amenaza de convertir a la Argentina en Venezuela no bastó para amedrentar al electorado. El gobierno que venía a saldar la grieta se arrogó ser el portavoz de la verdad y la defensa republicana pero con poco lugar para incluir a la oposición dialoguista. Un error sostenido desde 2016. En los próximos dos meses debería aprender a hacerlo.

Expiatorios. ¿Fue acertado no desdoblar las elecciones provinciales de la nacional? ¿Por qué los gobernadores le dieron la espalda a las recorridas a contrarreloj de Frigerio y Pichetto? ¿Y las intendencias del conurbano bonaerense? ¿La inacción del equipo económico para reactivar el consumo y desacelerar la escalada inflacionaria se explica sólo porque el Gobierno sólo está mirando la campaña? ¿La supuesta gobernabilidad que traía consigo el candidato a vicepresidente Miguel Ángel Pichetto basta para un eventual traspaso del poder? ¿Ganó el Frente de Todos o perdió Cambiemos?

Hacia adentro del Gobierno -nacional y provincial- tampoco hay respuestas a estas preguntas. Se miran a sí mismos, atónitos ante una derrota que, por primera vez, amenaza con acabar con el sueño amarillo.