POLITICA
‘no aflojar’ y polarizar

En un discurso caliente, Macri mostró los ejes de la campaña

En el mensaje ante el Congreso, el Presidente repasó su gestión y justificó la crisis por décadas de “atajos”. Estrenó conceptos que Cambiemos usará hacia octubre.

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Euforia. Así cerró el Presidente un discurso apuntado a reconciliarse con su electorado. | Mario de Fina

Mauricio Macri empezó a ensayar ayer el mensaje que Cambiemos intentará instalar para ganar las elecciones en un contexto de crisis económica y de desgaste de una gestión que está lejos de cumplir con las expectativas que se había planteado. Para eso, recurrió a un recetario que ya le es familiar: polarización con el pasado, la esperanza de un futuro mejor, la falta de precisiones sobre los problemas más sensibles y una pizca de reconocimiento de los errores cometidos. Todo en un contexto de efervescencia en el Congreso en el que terminó parado en la posición que más le gusta, enfrentado al kirchnerismo.
La excusa fue la apertura del 137° período de sesiones ordinarias, pero el mensaje estuvo más apuntado en hacer un repaso de su gestión y hablarle a sus potenciales votantes más que a los legisladores. De hecho, en la hora que duró su discurso (de los más largos de su Presidencia) apenas promovió dos proyectos de ley
(Código Penal y Régimen Penal Juvenil).
En los primeros minutos, Macri dejó en claro cómo decidieron resolver los estrategas comunicacionales de la Casa Rosada una de las mayores dificultades que tiene Cambiemos de cara a la campaña: cómo seguir presentándose como una opción de “cambio” después de cuatro años de mandato. “Cambiar nuestro país en serio implica atravesar dificultades”, expresó a poco de comenzar. Y otras 18 veces en todo el discurso apeló a la muletilla de “cambiar en serio”.
Tal como lo habían anticipado desde la Casa Rosada, el discurso de Macri no eludió la crisis económica. Reconoció que se equivocó al haber dicho un año atrás que “lo peor ya pasó” y aceptó que muchos dicen estar peor ahora que hace unos años porque todo les cuesta más. Utilizó las palabras “dolor” y “angustia” para referirse a los últimos meses. Mencionó que la pobreza va a terminar al mismo nivel del que arrancó su gobierno, punto en el que anunció que el aumento de 46% desde marzo en la Asignación por Hijo. Pero no mucho más.
Habló de la creación de empleo de los primeros dos años y medio, pero no de la pérdida de 200 mil en 2018. Habló de una inflación que venía bajando en 2017, y anticipó que también bajará este año, dejando como un mero recuerdo el 47% de 2018 (cifra más alta desde 1991). Habló de que la economía venía creciendo hasta el cimbronazo del dolar, pero obvió que el año cerró con una caída de 2,6% del PBI. La explicación por el 2018 para el olvido ya es más conocida, los tres shocks: salida de capitales de mercados emergentes, la peor sequía en 50 años y la causa de los cuadernos.
Todo ese combo, sumado a la enumeración de los logros de su gestión, encendió a la bancada kirchnerista, que acompañó casi todo su discurso con gritos, insultos y hasta risas y aplausos irónicos en un tramo. Macri recogió el guante: “Sus insultos, sus gritos, no hablan de mí, hablan de ustedes”. Al pasar, en un momento de griterío, se permitió una reflexión por lo bajo con Emilio Monzó: “Están un poco más bravos de lo que dijiste”.

Polarización. Toda la argumentación del Presidente giró en torno al contraste, pero ya no solo con el kirchnerismo, sino con el pasado en su conjunto. “Estamos mejor parados que en 2015”, dijo Macri, en otra frase que vienen repitiendo en el Gobierno. Se refirió a “los atajos” y la “imposibilidad de hacernos cargo” de los argentinos durante décadas, al “pantano del que hemos salido”, y a que se están haciendo “crujir estructuras viejas y oxidadas”. En otro tramo la metáfora fue la de “cimientos podridos y descuidados por décadas”.
Ese pasado es con el que Cambiemos decidió polarizar en esta campaña, para apostar a un futuro a largo plazo. Aunque el tránsito del presente sea difícil. No por nada, el discurso incluyó nueve veces la palabra “pasado” y siete “futuro”.
A la polarización no podía faltarle el capítulo corrupción. Fue uno de los tramos más efusivos del Presidente, en el que destacó el DNU de extinción de dominio y desafió al que se oponga a “que diga dónde está parado y a quién quiere proteger”. “Todos tenemos que rendir cuentas, inclusive la familia del Presidente y el Presidente”, aseveró. Y remató: “Se está acabando la impunidad y en este sentido también estamos mejor que en el 2015”.
En el cierre, Macri terminó arengando a los gritos, pidiendo que “los predicadores de la resignación y el miedo le ganen a la esperanza”. “No aflojar y no tirar la toalla”, en un mensaje que pareció dedicado a su propia tropa, a sus votantes y a los desencantados a los que tiene que volver a encantar.