POLITICA
REFORMA DE LA SECRETARIA DE INTELIGENCIA

Escuchas: Gils Carbó no quiere absorber a la gente de la ex SIDE

Ordenó a su equipo que gestione en el Congreso cambios en el proyecto de ley del oficialismo.

AMIA. La Procuradora busca un reemplazante para la fiscalía de Nisman. La oposición rechaza que asuma el control de las escuchas.
| Cedoc

La procuradora general de la Nación, Alejandra Gils Carbó, no quiere absorber al personal de la Secretaría de Inteligencia (SI) para la realización de las escuchas telefónicas, como establece el proyecto de ley del Gobierno para reformar la ex SIDE. La jefa de los fiscales ordenó esta semana comenzar con las gestiones en el Congreso para lograr que el oficialismo modifique ese artículo del proyecto de ley, confirmaron a PERFIL muy cerca de la funcionaria.

El proyecto, que está en pleno tratamiento en el Senado, establece la disolución de la SI y la creación de una Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Además, pone la tarea de las escuchas telefónicas al mando de la Procuración. Gils Carbó se enteró por la cadena nacional que la Presidenta le asignaba esa misión. También, más tarde, se enteró de que el Gobierno quiere, mediante esa ley, que absorba a todo el personal de la ex SIDE en la estructura de la Procuración.

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Es la primera traba de un aliado del Gobierno a la reforma que disparó la muerte del fiscal Alberto Nisman. La oposición ya rechazó la iniciativa y pide que las escuchas queden bajo el paraguas de la Corte Suprema.

La posición de Gils Carbó se basa en su profundo enfrentamiento con la ex SIDE, especialmente del sector mayoritario, liderado por el ex jefe de los espías, Jaime Stiuso. Pero también en la suma desconfianza a todo el personal de Inteligencia. Muy cerca de la jefa de los fiscales aseguraron que no califican para trabajar en la Procuración, y que hay requisitos esenciales que son prácticamente imposibles de cumplir, como conocer sus antecedentes reales, si operaron u operan para servicios de inteligencia extranjeros; si tuvieron o tienen participación en actividades delictivas y otras sospechas que cubren a los espías del Estado.

La Presidenta expulsó a Stiuso de su cargo en diciembre. Era el número tres de la SI pero en realidad era el hombre fuerte del organismo. CFK nombró a Oscar Parrilli para descabezarlo.

Tras asumir en la Procuración, nombrada por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, Gils Carbó esquivó varios pedidos de Stiuso. La funcionaria respiró hondo cuando “se lo sacaron de encima”. Lo último que quiere es tener a sus hombres en la Procuración. Esos pedidos que Stiuso le hizo llegar apuntaban a frenar el avance de causas judiciales contra sus hombres. En especial, quería parar el juicio de la causa BNP Paribas, donde un alto funcionario de la AFIP del entorno de Stiuso debe rendir cuentas sobre una cuenta secreta con dinero negro.

La SI también pidió por la causa de los sobornos del sindicalista José Predaza para manipular la causa por el crimen de Mariano Ferreyra. Habría hombres de Stiuso también involucrados. Los pedidos fallaron: las tres causas siguieron con su rumbo y avanzan contra los hombres que Stiuso buscaba proteger, aseguran muy cerca de la Gils Carbó.

 

Agenda dividida en el Congreso

El jueves próximo el Congreso va a mostrar la agenda dividida del oficialismo y la oposición. El bloque de senadores del Frente para la Victoria más sus habituales aliados tienen previsto aprobar el proyecto que disuelve la ex SIDE y crea la AFI, a la vez que traslada las escuchas a la órbita de la Procuración General.

Al mismo tiempo, en el Salón Azul del Senado, los bloques opositores de ambas cámaras harán una audiencia pública, con el objetivo de poner el eje del debate en la muerte de Alberto Nisman y su denuncia por encubrimiento contra Cristina Kirchner y otros dirigentes. Están invitados a participar representantes de la Asociación de Magistrados y de abogados, más intelectuales como Santiago Kovadloff y Beatriz Sarlo. Estarán los diputados y senadores opositores, por lo que el evento puede llegar a durar por lo menos seis horas. Oficialismo y oposición, cada uno montando un escenario distinto, pero todo bajo el techo del Congreso.